Sin la fuerza del Nou Estadi todo es más complicado para el Nàstic

El equipo echó en falta el aliento de la afición en un ambiente muy enrarecido

25 agosto 2024 20:32 | Actualizado a 26 agosto 2024 07:00
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El Nàstic debutó en la nueva temporada en Primera RFEF con un empate desilusionante frente al Ourense. La intención era comenzar ganando y dejando claro que el equipo grana ya estaba de vuelta tras el varapalo sufrido ante el Málaga en la final del play-off. Sin embargo, había un componente externo al verde que se encargó de recordar en todo momento que esa herida sigue abierta.

El Nou Estadi Costa Daurada presentó un ambiente extraño, inusual, pero al que todavía habrá que acostumbrarse durante los tres próximos partidos como locales de los granas. Unas gradas sin público, consecuencia de la sanción de cuatro partidos recibida por los incidentes reflejados en el acta arbitral de Eder Mallo en la vuelta del play-off ante el Málaga.

Ya se sabía de antemano que regresar a esos tiempos de Covid en los que no había afición no sería sencillo. Era volver a un ambiente desangelado en el que se escucha todo lo que pasa sobre el terreno de juego. De repente, todo se vuelve más robótico y la pasión desaparece en gran parte de la escena.

El contraste entre el ambiente del Nou Estadi del día de la final del Málaga y del debut frente al Ourense era tremendo. Incomparable. Pasó de ser una caldera a ser un estadio vacío, sin alma y en el que en todo momento se sentía que faltaba algo.

El equipo pagó caro la ausencia de aliento. En todo instante se percibió que añoraban esos ánimos que el Nou Estadi siempre ofrece. Lo bueno de la afición grana es que necesita muy poco para dar cariño y eso se traduce en que en momentos de dificultad allí están ellos para levantar en muchas ocasiones el ánimo del equipo.

Los aficionados intentarán transmitir esa pasión desde la pantalla gigante situada en el Anexo del césped artificial. Se les escuchaba muy al fondo, casi como al eco. Tan cerca y a la vez tan lejos. Lo diferente que hubiera sido con ellos en las gradas...

El Ourense planteó un partido inteligente en el que el Nàstic nunca se sintió cómodo. Se puso por delante en el marcador con el gol de Jardí, pero el empate de Carbonell en la segunda mitad fue un jarro de agua fría del que los granas no pudieron recuperarse. Lo intentaron con más corazón que fútbol, pero no consiguieron nunca acercarse a la victoria.

El Nàstic intentó empatar con una tromba final que fue descafeinada. En cada saque de banda, en cada córner, en cada centro se echaba en falta ese griterío del Nou Estadi. Toda jugada parecía una más porque no había emoción en las gradas.

Los propios jugadores, mediante las palabras de Óscar Sanz y Ander Gorostidi, reconocieron que habían echado de menos el apoyo de los suyos. Por desgracia, el Nàstic no pudo dejar en anécdota la ausencia de público. Ni en el resultado, ni en el juego. A los grana se les vio desconectados en muchas fases del partido y eso fue culpa del plan del Ourense, pero también del Nou Estadi a puerta cerrada.

Con el empate ante los gallegos, el Nàstic recupera una maldición que durante muchos años reinó en Tarragona. Hasta 12 años estuvieron los granas sin conseguir ganar en la primera jornada. Nacho González rompió la maldición con su gol la pasada campaña ante el Arenteiro. Un rival recién ascendido y de Galicia. La fórmula ante el Ourense era calcada, pero el resultado final fue diferente. Un insulso empate que deja claro que hay mucho terreno de mejora en diferentes aspectos del juego. No obstante, la gran conclusión a la que se puede llegar es que el Nou Estadi sin su gente lo pierde todo. El Nàstic sin su afición no es nada.

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