El Nàstic ha sumado dos empates en las dos primeras jornadas ligueras disputadas en el Nou Estadi Costa Daurada ante Ourense y Sestao. Dos partidos de diferente contexto, uno sin y el otro con afición, pero con un resultado final idéntico imperando en ambos marcadores (1-1). Los granas se han adelantado en el marcador, pero no han sido capaces de resistir con él. Lo que el año pasado fue una aventura cotidiana y en la mayoría de casos con final feliz, ya no es así. ¿Qué ha pasado? Sencillamente que el equipo ahora concede un gol en defensa y eso provoca que la ventaja mínima ya no sea suficiente.
Durante el curso pasado hubo una hoja de ruta similar que el Nàstic bordó. Consistía en lo siguiente: adelantarse em el marcador, defender con uñas y dientes, y también mucho talento defensivo, la ventaja y finalmente esbozar una sonrisa en el rostro con el 1-0 o el 0-1 imperando en el marcador. Hasta en 10 ocasiones firmó el Nàstic este resultado. De hecho, el conjunto grana consiguió este resultado a favor en tres de las cuatro primeras jornadas de campeonato.
Algo ha cambiado respecto a este Nàstic y ese. No es precisamente un cuerpo técnico que sigue liderado por Dani Vidal, sino algunas piezas de la plantilla que en según que casos explican esta nueva dinámica en el Nou Estadi.
No es casualidad que el equipo con la mejor defensa de la pasada temporada en la categoría no haya conseguido dejar la portería a cero en los dos primeros duelos del curso. El año pasado, el Nàstic no encajó su segundo gol en contra hasta la octava jornada de campeonato. En las primeras siete jornadas solo recibió un tanto.
Lo cierto es que Varo sigue siendo el portero titular y Pol Domingo y Joan Oriol los dueños de los carriles, pero el gran cambio está en una zaga que hasta el momento no alcanza el nivel defensivo que ofrecieron Pablo Trigueros y Nacho González desde el primer minuto de temporada. Ambos fueron fichajes de verano, pero su adaptación al Nàstic fue natural y brillante.
Antonio Leal y Unai Dufur han sido la zaga escogida en las dos primeras jornadas. Ambos han demostrado que todavía tienen mucho margen de mejora. Los goles encajados no son solo responsabilidad suya, pero es una evidencia que la sensación de seguridad que ofrecía la pareja de centrales del curso pasado no existe en esos momentos y eso el resto del equipo lo nota porque la fragilidad se contagia.
No es que el Nàstic haya sido un equipo al que le hayan hecho muchas ocasiones, pero sí que uno tiene la sensación que los dos goles encajados eran evitables. En ambos se le dio demasiada facilidad al rival a la hora de marcar. A Carbonell se le dejó cargar la pierna tras un no despeje de Joan Oriol en la jornada inaugural y a Etxaniz se le dejó rematar muy solo en un córner para el empate del Sestao.
Pero el hecho de que al Nàstic de momento no le esté sirviendo la renta de un gol a favor no solo es responsabilidad de la fase defensiva. Encajar está permitido y se vuelve menos decisivo cuando el botín de goles a favor es más amplio. Al conjunto grana lo de ganar por la mínima no le está sirviendo y por eso en los próximos partidos debe mejorar su puntería.
El Nàstic fue un equipo que frente al Sestao jugó mucho mejor que ante el Ourense y sobre todo fue capaz de generar muchas más ocasiones de gol. Fue un encuentro en el que de haber tenido un poco de acierto y que Iago Herrerín no hubiese alcanzado un nivel superlativo, los granas podrían haber conseguido tres o cuatro goles sin facilidad.
Superada la falta de ideas en la jornada inaugural, el conjunto de Dani Vidal debe intentar ahora aspirar a marcar más que un gol por partido. No encajar o aumentar la media goleadora son los dos caminos que tiene el Nàstic para poder firmar la primera victoria de la temporada. El domingo toca ir Amorebieta. ¿Llegará la primera victoria fuera?