Cuando Alex Quintanilla vio la quinta amarilla frente al Osasuna Promesas las alarmas se encendieron en Can Nàstic. El conjunto grana se quedaba sin uno de sus pilares defensivos y dejaba al equipo con solo un central natural a disposición de Raül Agné. Josema era la única opción firme para una zaga que no podía contar con la presencia de Marc Trilles, todavía lesionado. En aquel panorama dubitativo saltaba el nombre de Pol Domingo como alternativa más real. El defensa de la Pobla de Montornés ya había actuado en esa posición frente al Racing Rioja en la Copa del Rey. No resultaba novedad alguna para él, ya que durante el fútbol formativo y en otras ocasiones había jugado en el eje de la retaguardia.
La lógica invitaba a pensar que Pol Domingo actuaría junto a Josema en el eje central de la defensa. Todas papeletas apuntaban a esa combinación, pero en la mente de Raül Agné se dibujaba otro horizonte. Lo tenía clarísima y su opción para la defensa no era Domingo. Eric Montes era el escogido para recibir como central al Barça B. Había enteros para contemplar esa decisión porque el catalán ya había jugado a lo largo de su carrera en esa posición y ya se le fichó con ese argumento de la polivalencia como aspecto positivo.
El técnico de Mequinenza le comunicó esa decisión a Montes a las pocas horas de concluir el encuentro en Pamplona. El futbolista de Manresa aceptó con una sonrisa la oportunidad recibida. Le da igual donde jugar porque su fútbol no entiende de excusas. Montes sale al campo, se deja la vida y se va. Así entiende el oficio de futbolista. Donde no llegan las piernas, llega su corazón.
El rival que había enfrente era uno de esos que somete y que no permite aflojar el cable en ningún instante. El Barça B llegaba al Nou Estadi con la intención de dominar y meter a los granas en su campo. Montes conocía perfectamente la idea de juego azulgrana porque él pasó por su cantera. Quizás eso le ayudó a descifrar unos instantes antes que el resto los ataques culés. Contuvo el talento con una sobriedad deslumbrante.
Ejecutó una actuación de altura a la que no muchos defensas pueden aspirar en la categoría. Ese mediocentro defensivo que es un pitbull cuando corre por la medular se tiró unos metros para atrás para contener sin fallo los ataques de los de Rafa Márquez.
Montes lo despejó todo, achicó cuando tocaba y recuperó hasta en campo contrario saliendo a una zona de riesgo en la que si te superan te metes en un buen lío. Le dio absolutamente igual porque jugó con esa convicción que marca diferencias. Hubo una jugada al final del encuentro en la que barrió una pelota clave porque el futbolista azulgrana Fabio ya se marchaba directo a portería. Se llevó por delante el cuero y luego al rival. Montes se levantó efusivamente y celebró esa acción como si de un gol se tratara. La afición jadeo con fuerza la acción de su futbolista. Montes es uno de esos jugadores que encandila al graderío porque juega con la intensidad que todo aficionado querría en sus pulmones y sus piernas.
Muchos de sus compañeros le felicitaron en el verde cuando finalizó el encuentro. Hasta Marc Trilles le nombraba MVP en una de sus redes sociales en un homenaje a su parte. Montes había dado un golpe en la mesa en el momento adecuado y en una posición en la que en teoría no estaba destinado a ser capital.
Ahora el debate es qué va a suceder con el futbolista de Manresa. De momento apunta a repetir en el eje ante el Alcoyano, ya que Josema se perderá el encuentro en El Collao por acumulación de amarillas. Allí mezclará en defensa con Alex Quintanilla. Un nuevo compañero de batallas que quizás le hace desplazarse al perfil izquierdo de la defensa.
Tras El Collao ya se verá si Montes vuelve a la sala de máquinas o sigue en la defensa o incluso va mezclando en función del rival y el contexto su posición. Lo que está claro es que el hecho de rendir a tan buen nivel en dos posiciones estratégicas le va a abrir las puertas a tener más minutos.