El Nàstic de Tarragona sigue con paso firme en este inicio de liga. Los granas son líderes del grupo 1 de Primera Federación con un balance de 13 puntos de 15 posibles. Solo han cedido un empate en su visita al Cerro del Espino, feudo del Rayo Majadahonda. Cuatro victorias, tres de ellas en el Nou Estadi, han hecho del arranque liguero del conjunto de Dani Vidal, el mejor desde 1995. Casi tres décadas para ver un comienzo de temporada casi perfecta de los tarraconenses.
La última vez que los granas sumaron 13 de 15 puntos en las primeras cinco jornadas de liga fue en la campaña 1995/96, en Segunda B. El Nàstic dirigido por Jordi Gonzalvo ganó a l’Hospitalet, en el estreno del campeonato, Manlleu y Terrassa, todos en el Nou Estadi, y al Ontinyent como visitante. Los dos únicos puntos que se le escapó a aquel equipo que contaba entre sus filas con Arumí, Naranjo, Torres, Grabulosa, Oribe, Kiko Ramírez o el recordado Gerard Escoda, fallecido hace unos meses, fueron los que se dejó en la visita al Narcís Sala de Sant Andreu (1-1).
Si el conjunto de Dani Vidal quiere igualar la hazaña de ese equipo, todavía debería ganar dos jornadas más, puesto que dejaron la marca en 19 de 21 puntos posibles, antes de encajar su primera derrota del curso ante el Sabadell (2-1). El reto de la plantilla actual es, por tanto, ganar al Lugo en el Anxo Carro, la próxima jornada, y a la Ponferradina, el 7 de octubre, cuando el cuadro berciano visite el Nou Estadi Costa Daurada.
El Nàstic de Dani Vidal reafirmó su liderato con un triunfo consistente ante el CE Sabadell. El 2-0 que brilló en el marcador del Nou Estadi a la conclusión del encuentro es la victoria más amplia del equipo grana este curso. Si en las tres victorias anteriores se había tenido que esperar, con el corazón encogido, al pitido final del colegiado, contra los vallesanos se sufrió algo menos. Con una ventaja de dos goles y el rival en inferioridad numérica, los instantes finales fueron más relajados. La afición pudo celebrar por todo lo alto el final de la Festa Major de Santa Tecla. Satisfechos y con su equipo en lo más alto de la tabla clasificatoria. No se puede pedir más.
Esta vez, los tantos no tardaron tanto en llegar como en los encuentros previos. Aparecieron en el segundo tiempo, eso sí, pero el primero, de Jaume Jardí, se produjo cuando todavía no se había llegado a la hora de partido. Mientras que el definitivo 2-0 lo anotó Andy Escudero con un cuarto de hora todavía por delante. Por fin, llegaron los goles de los delanteros. El reusense y el alicantino se suman a Pablo Fernández como atacantes que se han estrenado este curso. Una asignatura, la goleadora, que estaban asumiendo los defensores. Hasta el pasado domingo, los dos centrales titulares (Pablo Trigueros y Nacho) sumaban más goles que los atacantes. Una situación que no supone que los papeles estén intercambiados. Sino que todos hacen de todo. Es el Nàstic del bien común.
Si en las jugadas de estrategia los defensas se han convertido en la mejor baza, los delanteros son el primer bastión defensivo. La colaboración es total. Dani Vidal les ha convencido, con argumentos tácticos, de que ese esfuerzo será recompensado. Jaume Jardí fue la mejor expresión de ello. El delantero reusense salió a por todas desde el banquillo. En la primera oportunidad que tuvo de ir a la presión, corrió como si le fuera la vida en ello. Y eso que no tenía pinta de que pudiera sacar nada en claro. El defensa tenía el balón bien controlado, pero ante él, el entramado defensivo del Nàstic estaba bien ordenado. El futbolista del Sabadell se vio acorralado. Trató de buscar una ayuda. No la encontró. Ni en su portero Ortolá. El meta se quedó a media salida y cuando fue reaccionó, fue peor. Derribó a su compañero y dejó a Jaume Jardí, el más listo de la clase, con el balón y sin oposición. El premio de la insistencia.
Luego llegaría el tanto de Andy, de estrategia, ante la absoluta pasividad de Ortolá. Con 2-0 y la expulsión de Monroy, el Nàstic cerró uno de sus mejores inicios de la historia. Al menos, desde 1995.