A veces hace falta llegar al jugador para sacar la mejor versión de él. Es una labor nada fácil. Saber apretar la tecla adecuada. Convencerle de que puede ser mejor jugador si sigue sus indicaciones. No hace falta que abandone su ego futbolístico. Ni siquiera que se convierta en un tipo de jugador que no es. Basta con darle el alimento que necesita para que comparta la energía que le da con el colectivo.
Eso es lo que ha conseguido el técnico Dani Vidal con Aarón Rey. No solo con él, pero ahora toca centrarse en el de Ferrol. El extremo llegó del CE Sabadell con la vitola de llegar para convertirse en uno de los elegidos del Nàstic. Si no la estrella, uno de los futbolistas llamados a ser importantes en el once. Raül Agné lo trató como tal. Como el ‘Messi’ del equipo. Muchos mimos para un jugador que hay momentos que da la impresión que ni siente, ni padece.
Iñaki Alonso quiso mantenerle en ese status. Sin dedicarle mucho tiempo tampoco. La táctica de Dani Vidal fue diferente. No es que antepusiera el colectivo a los individualismos, que en parte sí, sino más bien señaló al grupo como el mejor camino para la evolución personal de todos y cada uno de los jugadores.
A Aarón Rey le ha convencido. El estilo, la fórmula, las peticiones sobre el campo, etc. Lo que sea que haya sido, ha conseguido sacar una versión del extremo que nadie hubiera jurado poder ver en Tarragona unas semanas antes. Los datos confirman el cambio. El jugador ha destrozado los registros de sprints.
Las intensidades en la carrera para salir al contragolpe, tirar la presión o correr a tapar un agujero defensivo. En varios partidos ha sido el que más de todo el equipo. Solo un jugador implicado puede ofrecer ese sacrificio por el colectivo. En Castellón el gallego no paró de correr en todo el partido. Liderando los contragolpes o, en la mayor parte del encuentro, saltando para cubrir espacios en el entramado defensivo del equipo.
El extremo gallego es el quinto jugador con más minutos de la plantilla y solo en una ocasión no jugó ni un minuto
Con un Castalia lleno y apretando de lo lindo, el jugador de 24 años gestionó como nadie los contraataques. Es uno de los puntos fuertes que ha sacado a relucir estas semanas. La tranquilidad y precisión de esperar al momento justo para dar el pase preciso.
En el último mes, Aarón Rey se ha reencontrado con el gol. Marcó el 2-0 ante el Calahorra y con el Castellón fue el hombre más peligroso del conjunto grana. Calidad no le falta. Tiene de sobras. Por eso fue una de las peritas en dulce del mercado.
Un jugador con varias propuestas interesantes en verano. Tiene el veneno de los extremos cancheros. Uno driblador que encara sin miedo. Que no se ofusca si a la primera no le sale. Entiende su profesión. Es cuestión de números. No se trata de tener un 100% de efectividad en el regate, sino que los éxitos superen a los fracasos.
Además, es un futbolista de cabeza fría en ese sentido. Incluso demasiado, con malabares que desconciertan a propios y extraños. Va en el ‘pack’. Aarón Rey es Rick y Morty al mismo tiempo.
Depende de la dimensión en la que se encuentre el partido aparece uno u otro. Aunque Dani Vidal ha conseguido anclar la versión más genial del extremo gallego.
