Dicen que las pretemporadas son las lunas de miel, pero que cuando empieza el curso de manera oficial empieza la convivencia. Esta comparación resulta muy acertada porque en ocasiones durante el verano todo es felicidad, pero cuando llega el primer partido con puntos en juego ya nada es tan bonito. El Nàstic se ha enfrentado en varias ocasiones a esta falsa felicidad. Sin ir más lejos, la temporada pasada parecía que era un equipo todavía mejor al que rozó el ascenso y comenzó empatando y no conoció la victoria hasta la quinta jornada.
Esta temporada ha sido diferente. El conjunto grana exhibió identidad y competitividad con Dani Vidal al mando desde el primer amistoso, pero tocaba trasladarlo a la Primera RFEF. Vaya sí lo hizo, al conjunto grana se le vieron muchas de las virtudes que exhibió en verano frente al Arenteiro. Logró el triunfo por 1-0 y despertó todavía más ilusión en la afición.
Hablamos de los tres primeros puntos de la temporada, pero también de una victoria que quedará para la historia. No porque vaya a ser trascendental, o quizás si al final de temporada quién sabe, sino porque con este triunfo el conjunto grana ha conseguido poner fin a una maldición que le perseguía y que se repetía cada año. Nada más y nada menos que 13 años se ha tirado el Nàstic sin sumar el triunfo en la primera jornada de campeonato. Un gafe tremendo que frente al Arenteiro se cortó gracias al gol de Nacho González. Ya lo decía Dani Vidal en la previa del encuentro, le hubiese preocupado más tener que darle continuidad a una estadística positiva que intentar romper una racha negativa. Lo cierto es que lo ha logrado y sobre todo ha convencido el cómo lo ha hecho.
¿En qué destacó el Nàstic?
El conjunto de Dani Vidal fue un equipo con una identidad marcada y eso es algo que hay que resaltar porque era la primera jornada de liga. En solo un partido oficial ya se han podido ver las bases sólidas sobre las que se quiere construir el equipo. Lógicamente hay margen de mejora en muchas otras facetas del juego, pero la cosa promete.
En ataque se vio a un equipo que supo dominar el partido con la pelota en su poder. Fue un conjunto paciente que encontró fluidez en todas las zonas del campo y supo cuando tocaba temporizar y cuando tocaba acelerar las jugadas. Fue un torrente ofensivo de fútbol que permitió marcar un gol a las primeras de cambio y sobre todo generar muchas ocasiones de gol. Solo García impidió ver más goles, por lo que ni siquiera se puede decir que al Nàstic le faltara mejorar más en la definición porque hubo dos o tres remates que hubiesen sido gol de no ser por el arquero rival. Eso sí, a los de Dani Vidal sí que se les puede achacar un poco más de pausa en las transiciones en la segunda mitad ya con el partido roto.
Lógicamente también hay que destacar que el primer gol de la temporada llegó mediante un córner. Primera jugada de balón parado de la temporada y primer gol. Dani Vidal se mostró muy feliz en la sala de prensa y aprovechó para resaltar el trabajo a la sombra del segundo entrenador, Iván Moreno, que es el que se encarga del ABP (Acciones de balón parado).
En fase defensiva hubo un Nàstic que supo manejar sobre todo dos escenarios de partido. El primero en el que brilló con luz propia fue en la presión tras pérdida.
Se vio a un equipo coral, agresivo y ordenado en bloque alto que impidió al Arenteiro sumar pases durante muchos minutos del encuentro.
Ya con las piernas cansadas, se vio a un conjunto grana que también supo manejarse en bloque medio y en bloque bajo, sobre todo en la agonía. El Nàstic fue un equipo sólido, que no concedió grietas y que sobre todo estuvo contundente en el área. No sufrió ni con el juego directo frontal del Arenteiro ni con los centros al área que tuvo que soportar en la agonía.