El triste final de la actividad deportiva en el CF Reus llevó a Robert Bausells (Bot, 1982) a una nueva búsqueda profesional. Su relación con el mundo del deporte se había intensificado, no sólo con la actividad de nutricionista del equipo de fútbol de la capital del Baix Camp. Lo compaginaba con el hockey del mismo Reus Deportiu, el Vilafranca o El Vendrell. Su currículum no admitía sospechas. Tampoco su carrera lejos del país. Colaboró con el FC Kairat (2018), club más prestigioso de Kazajistán, dirigido por aquel entonces por el ebrense Carlos Alós. Joan Oliver, expropietario del CF Reus, también pidió sus conocimientos para el BIT, entidad china de su propiedad. Ese tránsito de formación convenció al Espanyol, su nueva casa.
Albert, natural de Alcover, el antiguo encargado de nutrición blanquiazul, dejó su cargo este verano y Bausells llamó a la puerta perica con credenciales para ocupar ese lugar. Convenció. En pocos días se subió al vértigo de un equipo de Europa League. Desde que arrancó la pre-época en julio sólo ha disfrutado de cinco días libres, pero le apasiona el viaje.
Robert comparece con madrugón matinal por la Ciudad Deportiva Dani Jarque para reunirse con el cuerpo médico y después controlar el desayuno de los jugadores, justo antes de iniciar la sesión trabajo. También cada mañana pesa a todos los futbolistas para no perder detalle de su evolución corporal. Después del entrenamiento y de los suplementos de recuperación que el mismo nutricionista ofrece a los chicos, éstos disponen de la opción de quedarse a comer en el club. Casi todos lo hacen. «Ya me han pedido incluso que les monte la cena. Lo estoy estudiando», comenta el protagonista. «Nuestro objetivo es poder controlarles el 75 por ciento de la alimentación», asevera.
Los productos de alimentación de primera calidad se han convertido en una inversión económica añadida para las entidades de primer nivel. El Espanyol no ha hecho la vista gorda ante esta realidad. En el deporte profesional, la línea entre el éxito y el fracaso es tan fina, que una preparación detallista puede marcar la diferencia. «Me he encontrado a unos jugadores muy profesionales. Por ejemplo, en los controles de grasa corporal, les pedimos unos límites muy exigentes. Todos están al día», reflexiona Bausells.
Ese ejercicio de conciencia de los futbolistas prácticamente en toda Europa no resulta similar en otros países con distinta cultura alimenticia. Robert lo notó sobre todo en China. «Van cuatro veces por detrás de nosotros. Allí, los jugadores consumían bollería, como bollycaos, en los descansos de los partidos. Al principio costó, pero intentamos adaptar nuestros hábitos y nuestro método allí».
En el FC Kairat hubo un caso curioso. El de un jugador de prestigio ruso, que pasó sus últimos años de profesional en Kazajistán, que se presentó con seis kilos de más. Sus rutinas en las comidas no se hacían las más aconsejables para el alto nivel que exige el fútbol profesional.
El presente de Bausells se encuentra en un lugar estable, donde la preparación alcanza un grado exagerado de minuciosidad. El Espanyol, que acaba de ganar el Moscú su envite de Europa League, se enfrenta a un curso histórico y para alcanzar el éxito precisa de la aportación de su eminencia nutricionista.