‘Variaciones sobre Budapest’, de Sergi Bellver: Entre sables y mosquetes

Se nos dibuja esa ciudad de la que querría formar parte el autor de este libro

20 octubre 2024 15:28 | Actualizado a 20 octubre 2024 15:36
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En mi imaginario, Budapest es el Danubio de Magris, son los sesenta pares de zapatos en una de las riberas del río que nos recuerdan el paso de los nazis por la capital húngara —¿qué habrá sido del húsar que dejó Jacinto Antón en el fondo de uno de esos zapatos hace años?—; es, también, la Trilogía transilvana de Miklós Bánffy, los libros de Sándor Marai, Imre Kertész, László Krasznahorkai, Magda Szabó y Péter Nádas. Y también es el Imperio austrohúngaro con sus códigos de honor, sus amores, sus duelos, sus charreteras, sables y mosquetes. De esto último tiene especial culpa el teniente Hoffmiller de Zweig y la estirpe de los Trotta de La marcha Radetzky y La Cripta de los Capuchinos. Y de La marcha Radetzky de Joseph Roth a La marcha Radetzky de Strauss padre, pasando por la tormentosa relación entre Liszt, Wagner y Cósima. Ya se ve que en esto de los imaginarios no hay nada escrito. Parecen tener por única norma la dispersión, una falta absoluta de criterio y, en ocasiones, una cierta propensión a dejar volar la imaginación con el objetivo siempre de regalarnos una carga de caballería más y un último chocar de sables.

A día de hoy, esa es mi Budapest, y mucho me temo que así seguirá en mi imaginación por otro largo tiempo, pues hace unos días recibí un mensaje de la dichosa aerolínea notificando la cancelación de mi ansiado vuelo a la capital húngara. Quién sabe si anticipando el chasco que iba a llevarme por no poder ver a un solo húsar peripuesto paseándose por las calles adoquinadas, la baja probabilidad de ejercer de padrino en algún que otro lance de honor —por supuesto la nula posibilidad de participar en uno por razones más que probadas de incompetencia y querencia propia— o la imposibilidad de acompañar mis andanzas con La marcha Radetzky a todo volumen. A veces uno se conforma con poco en la vida. La solución pasará por Praga —ciudad que me parece un remedio perfecto para casi todo— y este libro, Variaciones sobre Budapest, que ha contribuido a desordenar —más si cabe— mi trasnochado imaginario húngaro, dejando un poso que, con toda probabilidad, habrá enriquecido mi mirada sobre la ciudad el día que logre poner un pie en ella.

$!‘Variaciones sobre Budapest’, de Sergi Bellver: Entre sables y mosquetes

Título: Variaciones sobre Budapest
Autor:
Sergi Bellver
Editorial: La línea del horizonte
Páginas: 144

Desde el apartamento de Óbuda, derelicto de la época soviética, a tiro de piedra del lugar donde Marco Aurelio escribió sus Meditaciones, Sergi Bellver nos descubre Budapest, «la ciudad más hermosa, carismática y genuina del Danubio». De los vagabundeos de este libro iba a nacer, también, su espléndida novela Del silencio, una historia de identidad en el marco de la Revolución Húngara de 1956, pero esa es otra reseña. La que nos ocupa es un itinerario fascinante por la historia y la cultura de esta ciudad de encrucijadas y Europas posibles. Celtas, romanos, mongoles, otomanos, nazis, soviéticos y muchos más se dieron cita en este lugar. Cada metro cuadrado recoge las huellas de múltiples épocas, acontecimientos e individuos. La mirada de Sergi Bellver sobre Budapest es doblemente interesante por haber conseguido eludir de manera exitosa la manida dicotomía entre turista y viajero que tanto impregna este tipo de crónicas. Sucumbir a dicha tentación hubiera dado como resultado un relato de la ciudad lleno de tópicos y clichés. Por el contrario, la Budapest que nos descubre Bellver queda siempre a la vuelta de la calle menos concurrida, la peor iluminada o la más estrecha. Y al final de cada una de esas calles, siempre el recuerdo de un escritor olvidado, una melodía que nos evoca otro tiempo o un retazo de memoria que ya ni siquiera aparece anotada en los pies de página de los libros de historia. Entre escritores, melodías y recuerdos de épocas pasadas se nos dibuja esa ciudad de la que querría formar parte el autor de este libro. Bellver se mueve por ella como un perfecto flâneur, pero lo suyo no es tanto un deambular errático como haber salido de casa con el tiempo suficiente para dar un buen rodeo y regalarse con las vistas. Ese gusto por la lentitud y lo cotidiano está afianzado en la certeza de saber imposible aprehender todo cuanto nos rodea y la inutilidad de intentarlo. De esta certeza, lo apunta Bellver, se desprende una Budapest fragmentaria e incompleta. Incompleta por necesidad, añadiría yo. La necesidad de volver una y otra vez a esta ciudad para seguirla imaginando. Sea como fuere, termino esta reseña con la seguridad de haber empezado mi viaje a la capital húngara.

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