Vitamina D, de la evidencia científica a la controversia

Las nuevas directrices de la Endocrine Society eliminan el baremo de referencia sobre los niveles óptimos en el cuerpo humano, lo que pone en duda las ventajas de la suplementación

30 julio 2024 17:08 | Actualizado a 31 julio 2024 12:46
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¿Qué papel tiene la vitamina D en la salud?, ¿Cuáles son los niveles óptimos para tener un buen estado físico y anímico?, ¿La suplementación es la mejor solución ante la deficiencia? Desde hace años, la comunidad científica intenta dar respuesta a estas y otras cuestiones, buscando evidencias sobre el papel que desarrolla este nutriente en el cuerpo humano. Una labor que no está exenta de controversia, puesto que la vitamina D sigue siendo una de las más enigmáticas.

Ahora, las nuevas directrices de la Endocrine Society, que eliminan el baremo de referencia hasta ahora sobre los niveles óptimos de vitamina D en el cuerpo humano, han vuelto a poner este nutriente en el centro de la diana médica.

«La única evidencia concluyente y definitiva que tenemos sobre el papel de la vitamina D en el ser humano es la regulación de los minerales y su impacto en nuestra salud ósea», explica Diana Díaz Rizzolo, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). No obstante, subraya que «existe una clara, evidente y muy fuerte relación entre los niveles de vitamina D y la mortalidad por cualquier causa».

Un misterio para la ciencia con un preocupante dato de fondo: la mayoría de la población española tiene déficit de vitamina D, a pesar de la facilidad para adquirir un nutriente que puede protegernos de muchas enfermedades.

Sobre la regulación de la vitamina D, Diana Díaz recuerda que «funciona de manera diferente al resto de vitaminas, ya que podemos considerarla como una hormona que juega un papel primordial en muchos de los procesos básicos del organismo».

En cuanto a esta cuestión, sigue explicando, «a día de hoy sabemos que su déficit se puede relacionar con muchos problemas óseos y de crecimiento, puesto que tiene una función específica en la absorción del calcio». Como ejemplo, la profesora de la UOC cita que «durante la infancia puede acarrear problemas de salud como el raquitismo (huesos blandos y débiles en los niños), mientras que en la edad adulta la deficiencia de vitamina D puede presentarse como hipocalcemia, lo que a su vez puede derivar en una pérdida de la densidad ósea».

Sin embargo, todavía hay muchos interrogantes sobre cuál es su papel en los demás procesos biológicos. «Se ha visto que un déficit conlleva problemas de salud relacionados, tales como enfermedades metabólicas, cardiovasculares, infecciosas, autoinmunes, etc., pero a pesar de que se haya establecido está relación, desconocemos el mecanismo subyacente de la misma», añade Diana Díaz Rizzolo.

La misma indica que «sorprendentemente, cuando mejoran los valores en sangre con la suplementación, no se observa una mejora en el estado de salud de la persona. Esto genera muchas dudas. Aunque se ha investigado de manera exhaustiva, nunca se ha hallado que esta relación exista fuertemente para la población en general, aunque hay algunas excepciones».

Razón de más para que la organización científica médica Endocrine Society haya publicado una actualización de sus directrices, en la que elimina el tradicional límite de 75 nmol/L (30 ng/ml), por debajo del cual se considera que una persona tiene unos niveles bajos de vitamina D, y recomienda no hacer un cribado a la población general, sino únicamente a diferentes grupos de riesgo.

«Después de muchos años midiendo los niveles de vitamina D a criterio de cada profesional sanitario, cuando los valores eran bajos solo se suplementaba el 50% de la población, y al resto no se le indicaba ninguna prescripción», según la profesora de la UOC.

¿Esto es positivo o negativo? «Hasta el momento no estaba mal. Pero ahora, las nuevas guías clínicas no solo nos dicen que no suplementemos, sino que dejemos de medir los niveles de vitamina D, lo que tiene sentido científico porque además del gasto económico, supone también una carga mental para el profesional sanitario y el paciente», afirma Diana Díaz Rizzolo.

Población de riesgo

Entonces, la comunidad médica debe centrarse en los colectivos de riesgo, ya que «científicamente se ha demostrado que la suplementación, al margen de conocer los niveles de vitamina D, es necesaria».

Hablamos, en primer lugar, de niños y adolescentes, desde los 24 meses hasta los 18 años. «El motivo es, por un lado, evitar el raquitismo causado por la deficiencia de vitamina D, y, por otro, porque se ha observado una reducción de las enfermedades infecciosas respiratorias», indica.

También, las personas mayores de 74 años deberían suplementarse porque «se ha observado un menor riesgo de mortalidad», mientras que en mujeres embarazadas, «el déficit de vitamina D durante la gestación se relaciona con otros factores de riesgo como muerte súbita del bebé, parto prematuro o preeclampsia».

Los dos últimos grupos poblacionales de riesgo son las personas con prediabetes y las mujeres mayores de 45 años. «En este último colectivo, durante la premenopausia o la menopausia las bajas concentraciones de vitamina D se asocian con un deterioro de la absorción de calcio», según Diana Díaz Rizzolo.

A partir de aquí, la profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC indica que «según las nuevas directrices, el resto de la población no necesita suplementación de vitamina D». No obstante, añade la experta, «su uso no es contraproducente; la ciencia avanza y quién sabe si en unos años tendremos la clave para descifrar y saber más sobre el papel de esta hormona en el cuerpo humano». «Uno de los problemas de la sociedad actual es el tiempo limitado que pasamos al aire libre; un contexto que podría explicar que la vitamina D no sea un problema de salud, sino que sea un marcador que nos dice que no pasamos suficiente tiempo en el exterior, lo que se correlaciona con los problemas de salud», concluye Diana Díaz Rizzolo.

Así, mientras que la ciencia hace su trabajo, lo mejor es que tratemos de mantener nuestros niveles de vitamina D en el punto óptimo, por ejemplo con actividades al aire libre.

Mitos

Sobre la vitamina D circulan diferentes mitos. La experta en nutrición y alimentación Marina Diana Pérez, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC destaca y desmonta los siguientes:

La exposición a la luz solar es suficiente para sintetizar niveles óptimos de vitamina D. Para la experta, no es suficiente. España, que es un país soleado, presenta déficit de vitamina D, incluso en personas que viven en zonas cercanas al mar. Entonces, la deficiencia podría deberse en gran parte a una falta de aporte nutricional o al exceso de protección solar en verano.

Se adquiere sobre todo por los alimentos. «Entre un 80% y un 90% de la vitamina D es originada por la exposición solar y solo un 10% o un 20% proviene de los alimentos ingeridos», destaca.

El pescado azul es la única fuente. La experta señala que existen otras fuentes, como las setas, la yema de huevo, los lácteos enteros o las vísceras, que también son ricas en esta vitamina.

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