Música y vino, catalizadores del Festival Terrer Priorat en la Cartoixa d’Escaladei

La octava edición arrancó este sábado, 31 de agosto, con el concierto de Tasto Solo y una cata de vinos de la DOQ Priorat

01 septiembre 2024 08:50 | Actualizado a 01 septiembre 2024 11:54
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La música y la tradición vitivinícola se ensamblaron a la perfección este sábado, 31 de agosto por la tarde. en la primera jornada del Festival Terrer Priorat en la Cartoixa d’Escaladei. Primero, los vinos de la DOQ Priorat, valedores de la herencia del esfuerzo y el amor por la tierra de sus antepasados monjes cartujanos, arrojaron luz a la situación de extrema sequía que afronta la comarca.

En un ejercicio por fortalecer el vínculo entre lo antiguo y la vanguardia, y como reza el poema M’exalta el nou i m’enamora el vell (1947) de J.V. Foix, los testimonios de Ricard Rofes, Roc Gramona, Salvador Burgos y Sandra Doix guiaron el viaje del presente al pasado, y viceversa, arropados por la elocuencia de la periodista especializada en el mundo del vino Ruth Troyano y la sensibilidad de la escritora polifacética con raíces en el Priorat, Elisenda Guiu.

$!De izquierda a derecha: Ruth Troyano, Ricard Rofes, Roc Gramona, Salvador Burgos y Sandra Doix. FOTO: DT

Una valía de vínculos para significar la importancia «de la escucha, la paciencia, el tiempo, del vino en la copa, así como la aventura humana que significa elaborar vino», en palabras de Ruth Troyano. Nadie puede negar que hoy en día se elaboran los mejores vinos de la historia del Priorat con el talento enológico y tecnológico actual, pero bebiendo de prácticas ancestrales y antiguas.

Mientras que Ricard Rofes encumbró el «protagonismo de la viña y no de quien elabora el vino», en un ejercicio por dar voz a la tierra; Roc Gramona revivió cómo la «energía del Priorat lo atrapó». Por su parte, el testimonio de Salvador Burgos se convirtió en un ejemplo de la historia viva de la comarca. Lejos de quienes desertaron de la tierra, «en la década de los ochenta, cuando tenía 20 años, tomé la decisión de luchar por el territorio y continuar con el legado familiar», rememoró Salvador. Un halo de esperanza que a día de hoy también se respira a través de Sandra Doix: «En casa, me han enseñado a querer la viña y a apreciar el valor que tiene el territorio».

$!Un momento de la cata. FOTO: DT

Una riqueza que hasta la última gota destila un sinfín de emociones como, en palabras de Elisenda Guiu, «l’emoció de veure brotar els ceps, l’emoció d’aconseguir que en surti un bon vi, l’emoció de tastar-lo, de compartir-lo, de comentar-lo, de discutir-lo, de contemplar la vinya un dia de pluja, de veure sortir el sol cada matí, de contemplar una joia arquitectònica i de ser-hi a dins pot ser per primer cop, d’imaginar-se el passat, visualitzar-lo, l’emoció d’exaltar-se amb el nou i d’enamorar-se amb el vell».

Un entusiasmo que continuó con el concierto de Tasto Solo en la Església de la Cartoixa d’Escaladei bajo la dirección del virtuoso Guillermo Pérez. Así, interpretados con la singular asociación de canto y organetto, acompañados de la fídula, el repertorio resultó una variada selección «de músicas religiosas y profanas de la época que correspondería, hablando en arquitectura y en arte plástico, entre el románico y el gótico; es un momento de transición en el que los volúmenes y las estructuras se desarrollan muchísimo en cualquier forma artística y en el caso de la música es el momento de desarrollo de la polifonía, el arte de superponer sonidos y melodías entre finales del siglo XIII y principios del XIV”, explicó al Diari Guillermo Pérez.

$!Un momento del concierto de Tasto Solo. FOTO: DT

Un ejemplo de cómo Tasto Solo enalteció la música medieval en el marco incomparable de la Església de la Cartoixa d’Escaladei, «ya que la música es un arte que no se puede disociar del espacio en el que se interpreta, de la misma manera que un buen vino no se puede disociar de una buena copa. Poder tocar en un espacio patrimonial aporta una atmósfera y acústica diferentes, lo que a su vez modifica la experiencia tanto para los músicos como para los asistentes».

De esta manera, a través de la improvisación y el diálogo entre los intérpretes, Tasto Solo conquistó con exquisitez al público, porque tal y como recordó Guillermo Pérez «aunque sea efímera es el momento en el que las notas suenan que la música vuelva a la vida».

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