«Si quieres ser libre, eso tiene unas consecuencias. No puedes serlo sin que no ocurra nada», profesa Maria Nicolau, la cocinera catalana más mediática de la actualidad, rostro visible de Televisió de Catalunya, que en su discurso da rienda suelta al atrevimiento, a la curiosidad y al aprendizaje constante.
El Festival En Veu Alta la reclutó como reclamo del cierre que tuvo lugar en Pradrell de la Teixeta, en un domingo idílico, en el que ese pueblo con encanto del Priorat se entregó a la causa. Familias enteras, de abuelos a nietos, se dejaron ver por los distintos espacios públicos en los que En Veu Alta diseñó actividades. De hecho, justo antes de la aparición de María Nicolau, se organizó un cuenta cuentos infantil, que también disfrutó de un sold out en toda regla. «Creemos que hemos superado el récord de participación», presagiaban desde la organización con cierto orgullo. En las periferias se suele ensalzar la tradición popular.
Antes de dirigirse al respetable, Nicolau se dio una vuelta por los rincones más emblemáticos de Pradrell, degustó la pureza del lugar, con la Mola detrás, reinando en el espacio infinito. «La cultura nace aquí, no en la urbe», aseguró la protagonista, mientras saludable a los más viejos y viejas del lugar.
«Tiene guasa que tenga que venir una de la ciudad para dar lecciones de cocina cuando ustedes llevan más de 50 años cocinando», entonó de forma simpática ya en plena charla, con la mirada atenta de los ciudadanos y ciudadanas que inundaron la Plaça dels Vellets.
En Pradell de la Teixeta, los niños y niñas juegan en los adoquines, cada portal exhibe sus banderillas típicas de las fiestas de verano, las calles se distinguen por su diminuta anchura, los coches apenas cruzan la arteria principal de la localidad. Es como si, de forma expresa, las autoridades les invitaran a estacionar en las afueras para que no impidan el latido y esa rol romántico que se intuye en el Priorat. De hecho, la cobertura de los celulares escasea. Muy de los años 80. Si alguien precisa desconectar de las prisas de cualquier ciudad, del mogollón el ruido de los gigantes mastodónticos, Pradell resulta un destino idílico. Se oyen pájaros, no ruedas de Michelin.
El entusiasmo
«Soy cocinera de oficio y por vocación pero, sobre todo, soy entusiasta. Entusiasta porque me apasiona lo que hago y nunca tengo suficiente. Entusiasta porque no hay distinción ni esquizofrenia entre quién soy y a lo que me dedico», comentó, justo antes de advertir que «el territorio, la lengua y la cocina son los elementos cruciales para definir a cualquier pueblo».
Entre algún gemido de bebé, que tampoco se ausentó ante la presencia de la chef, esta entonó un discurso basado en la rebeldía, alejado del inconformismo y la actitud sedentaria.
Justo después condujo la gran subasta final de los objetos de La casa del EVA: María ejerció de maestra de ceremonias de los objetos escogidos especialmente para este día y se hicieron públicos los resultados de los textos online y de las presenciales durante las exposiciones en el Penedès, Tarragona y Pradell. Un fin de fiesta extraordinario para una edición del EVA que ha consolidado esa apuesta firme por llevar la cultura a lugares más alejados de los centros de influencia.
El Festival En Veu Alta ha celebrado 20 años dedicados a la palabra, la oralidad y la tradición con un centenar de espectáculos en tres sedes: en el Penedès (del 31 de mayo al 22 de junio), en Tarragona (del 13 al 29 de junio) y en Pradell de la Teixeta (del 5 al 7 de julio). A caballo entre la narración, la música y el cabaret, ha propuesto nombres de la escena actual, como el show Pagès d’Esperanceta de Casa Gassia o la Guerrilla poético Musical de las Patas Arriba. Albert Guinovart, Roser Vernet y Maria Nicolau completaron un cartel brillante para una conmemoración especial.