Carreteras desiertas por las que caminan adolescentes solas que vuelven de la discoteca, curas que esconden secretos y pueblos chapados a la antigua componen el escenario de "La niña de la comunión", una película que lleva al imaginario español el terror que pueden provocar muñecos como Annabelle o Chucky.
El film, que se ha proyectado este viernes en el Festival de Cine Fantástico de Sitges, es el primero en español de Víctor García, un realizador catalán que ha trabajado hasta ahora en Estados Unidos dirigiendo diversas secuelas de conocidas franquicias de terror.
Para su vuelta a casa, García se ha aliado con el dramaturgo y guionista Guillem Clua, junto al que ha "construido toda una mitología, a partir de una historia sencilla que se cuenta en algunos lugares de Galicia y Granada".
"La niña de la comunión no es tan famosa como La niña de la curva pero es parecida -ha explicado este viernes el director-. Es simplemente una niña vestida de comunión que se aparece como un fantasma".
Con este punto de partida, director y guionista han creado un mito "con toda la complejidad necesaria para que esta maldición sea algo sólido que pueda tener continuidad", ha añadido Clua, abriendo la puerta a futuras secuelas.
En este proceso de construcción de un fantasma que pueda aterrorizar en varias fases, lo primero que han hecho ha sido llevar la acción a los años ochenta, "que es una época en la que las comuniones tenían más importancia", según el director.
La película empieza con la escena de la comunión de una niña, en la que aparece una madre desesperada que ha perdido a su hija, que también estaba haciendo la comunión.
A partir de ahí, el protagonismo lo toma la hermana mayor de la primera niña, que volviendo de noche de la discoteca cercana tiene el primer encuentro con el fantasma y con la muñeca diabólica que lleva en sus manos.
"Reconozco que James Wan es un referente", ha afirmado Víctor García, que es un amante del género y admira los filmes de este director malasio, autor "The Conjuring" y creador de la muñeca Annabelle.
"Pero me he alejado de él en 'La niña de la comunión' y he querido crear una mitología local, con referentes muy de nuestro país", ha aclarado.
La acción transcurre en un pueblo de Tarragona al que llega una familia formada por dos padres y dos hijas, que tienen dificultades para adaptarse a su nueva forma de vida.
La hija mayor entabla amistad con una chica extrovertida y fiestera, que la invita a drogarse con ella al ritmo de "Esta sí, esta no" de Chimo Bayo.
Entre discotecas y bares con futbolines y 'pinball', la protagonista irá conociendo los peligros de un pueblo que esconde muchos misterios.
Cuatro actores nacidos en los noventa, que no han vivido en carne propia los ochenta, se trasladan a ese mundo, en un salto generacional en el que "lo más difícil ha sido la manera de hablar, porque en aquella época no lo hacían como nosotros", ha apuntado el actor Marc Soler.
Soler comparte cartel con Carla Campra y Aina Quiñones, en un relato que "cuida los personajes y no quiere ser solo una película de sustos", según Clua.
"Es una cinta llena de referencias a nuestro entorno cotidiano y nuestro pasado reciente, pero tiene un lenguaje internacional y exportable", ha señalado el productor Edmon Roch.
"Aunque todo dependerá del público -ha agregado-, nuestra intención es que esta muñeca tenga una larga vida".