Humor que nace de la tragedia. Rodeados de viñedos y campos de cereales, los habitantes de un pueblo de La Mancha pasan sus días con aparente normalidad. Unos, los vivos, luchan contra los embates de la vida, mientras que otros, los fantasmas, afrontan los percances de la muerte. Este es el punto de partida del largometraje Bodegón con fantasmas, que ayer se estrenó en Tarragona en la Sesión Vermut del REC, Festival Internacional de Cinema de Tarragona. Un centenar de personas disfrutaron de la cinta en el Teatret del Serrallo.
El director Enrique Buleo y la productora Sandra Mora fueron los encargados de presentar la película, que se estrenará en las salas de cine el próximo 24 de enero de 2025.
Por el momento, los ‘vivos y muertos’ ya han desfilado por el Festival de Cine Fantástico de Sitges, el Festival Internacional de Cine de Gijón y Varsovia, entre otros. «Todo lo que nos está pasando es una sorpresa. Es una comedia singular, por lo que no sabíamos muy bien cómo respondería el público. De momento, la reacción en los pases que hemos hecho ha sido muy favorable», reconoce Sandra Mora.
Así, ambos confían en que la nominación a los Premios Feroz, en la categoría a Mejor película de comedia, y la preselección a los Premios Goya 2025 sean también un aliciente para los espectadores: «La película apuesta por la dirección de arte, la dirección de fotografía, la música... Así como por actores y actrices increíbles», destaca la productora.
Mucho talento
En el reparto encaja a la perfección el talento de rostros consolidados e intérpretes naturales: Consuelo Trujillo, Fernando Sansegundo, Ferran Gadea, Enric Benavent, Eduardo Antuña, Patty Bonet, Cristina García, Pilar Matas, Bianca Kovacs, Nuria Mencía, Jordi Aguilar y Jose Carabias. El elenco lo completan actores no profesionales, habituales en la filmografía del director, como Gloria Martínez y Laureana Descalzo.
«Hicimos el ejercicio de no imponernos nada, es decir, que cada personaje fuese interpretado por el actor o la actriz que mejor encajase en cada personaje. Así hemos conseguido un híbrido que funciona y que todos tengan un registro parecido», según Enrique Buleo.
Otro de los sellos de identidad del largometraje es que se trata de una película episódica. «Siempre me han gustado las películas episódicas porque algunos de los mejores recuerdos de mi infancia tienen relación con antologías de cuentos cortos que leía con mi madre; también quería que mi ópera prima fuera un homenaje a las películas con las que yo crecí».
«Me gustan las películas episódicas porque algunos recuerdos de mi infancia tienen relación con antologías de cuentos cortos»
Un convencimiento que chocó de frente con los «todavía prejuicios de la industria». «Una estructura narrativa no determina la calidad de una película; o es que las que no son episódicas se da por hecho que son buenas y las que son episódicas hay que mirarlas con recelo», reflexiona el cineasta. Él mismo opina que «aunque se llevan haciendo películas episódicas desde hace décadas, no hemos aprendido nada».
En el ámbito de la producción, hacer realidad Bodegón con fantasmas también ha sido una carrera de obstáculos: «Hemos superado muchos retos. No ha sido sencillo. Cuando das el salto al largometraje juegas en otra liga y debes convencer a los financiadores, lo que implica que Enrique ha tenido que hacer muchas concesiones en el camino con vocación de hacer más accesible el filme», reconoce Sandra Mora.
«Hemos superado muchos retos. Cuando saltas al largometraje juegas en otra liga»
Aunque durante el rodaje no sucedió ningún suceso paranormal, la misma reconoce que «además de la complicidad que se creó entre todos los actores y actrices, Bodegón con fantasmas es un proyecto que ha surgido gracias a muchas almas encarnadas y muchas otras desencarnadas; ha sido la suma de muchas complicidades».
Transgredir la muerte
Dejando a un lado las dificultades, en la ópera prima de Enrique Buleo conviven fantasmas y vivos, transgrediendo la muerte. «Hasta ahora, había vivido sin pensar en la muerte ningún día, pero en los últimos años he pensado en ella todos los días. Todo lo que escribía tenía que ver con la muerte, ya fuese para transgredirla, desdramatizarla... Entonces, al reunir varias historias me decanté por rodar una película episódica y plasmar con naturalidad la convivencia entre fantasmas y seres vivos».
Una coexistencia que lleva al cineasta a recordar su infancia en Villanueva de la Jara (Cuenca). «En el pueblo, cuando yo era niño aceptar la vida después de la muerte y la comunicación con los fantasmas era algo normal. Como había pocas actividades extraescolares, debías elegir entre la güija o el fútbol. Yo elegí la güija», rememora Enrique Buleo.
Recuerdos que han inspirado Bodegón con fantasmas. «Quería hacer un homenaje a las creencias con las que yo crecí, para borrar el límite de la muerte. Por ello, me pareció interesante plasmar la vida de ultratumba desde la naturalidad, ya que podía dar lugar a mucha comicidad», añade.
De esta manera, el filme se convierte, en palabras Sandra Mora, «en un muestrario de fantasmas en el que cada uno tiene su condición», por lo que los espectadores podrán encontrar en Bodegón con fantasmas su propio espectro.