Lo terrorífico es natural en Mariana Enríquez y los doce cuentos que componen “Un lugar soleado para gente sombría” son una muestra de ello. Tomemos por ejemplo el cuento “La desgracia en la cara”. Todo empieza con una parálisis facial en la protagonista –Alex– que deriva hacia un progresivo borramiento de la cara. Una imagen inquietante y abstracta que Enríquez introduce de forma naturalizada para, a partir de ahí, descubrir toda una herencia del mal en su sistema familiar. Las relaciones entre madres e hijas emergen en muchos de los relatos y se convierten en el tema central a resolver en el marco del género. En paralelo, el progresivo proceso de despersonificación a partir de la formación de esta “cara borroneada” obliga a la protagonista a emprender una lucha contra el tiempo imprimiendo también un ritmo trepidante a la historia. Otro cuento fascinante y paradigmático del libro de Mariana Enríquez es “Metamorfosis”.
La protagonista se “encapricha” de un mioma que le tienen que extirpar tras verlo en una imagen durante un chequeo médico. Tras hablarlo con su familia y darle un par de vueltas no quiere desprenderse de él y pide que se lo vuelvan a injertar. El cuento transita desde lo cómico, pasando por el imaginario más Cronenberg sobre el cuerpo e ironiza con una nueva forma de transhumanismo. De nuevo recorremos lo real hacia lo fantástico con una sencillez pasmosa y construyendo de nuevo imágenes abstractas e inquietantes –el injerto de un mioma– que no puedes quitarte de la cabeza. Tampoco puedes olvidarte de el “Cementerio de heladeras” que da título a otro de los cuentos y que de nuevo consigue convertir lo doméstico en una pesadilla. Además, y como ocurre en otros de los relatos que componen el libro, el contexto político social argentino se hace presente a menudo convirtiendo muchos de los sucesos siniestros que acontecen como el síntoma del malestar de un país.