Emilio Ortiz: «El chantaje emocional de un perro te provoca una ternura tremenda»

El escritor agradece a su guía Spock el tiempo compartido juntos, en la conmovedora historia ‘Mil maneras de darte las gracias’, publicada por Duomo Ediciones

15 julio 2022 15:02 | Actualizado a 15 julio 2022 16:10
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Mil maneras de darte las gracias es la historia de un hombre y un perro, de su relación, sus anécdotas y su cariño mutuo. Pero son también los recuerdos de Emilio Ortiz, de su trayectoria vital y de cómo esta cambió radicalmente con la llegada de Spock, su perro guía, que falleció antes de la llegada de la pandemia. Mil maneras de darte las gracias (Duomo Ediciones) es un relato cargado de amor y de complicidad y un ejemplo del poder canino de las galletas. Como en su libro, Emilio Ortiz conversa con esta periodista con un gran sentido del humor.

Leyéndole, da la sensación de que no ha superado la muerte de Spock.
Una pérdida de esta magnitud nunca se supera. Hay que ir modificando el duelo. Es decir, son varios procesos y yo creo que debo estar en puertas del definitivo. Primero se pasa por la negación, por un dolor intenso y luego, posteriormente, vas llegando a una zona de gratitud. Personalmente, admiro a la gente que está continuamente acogiendo perros y tiene pérdidas. Yo también lo hago, pero por tiempo o capacidad, no como otras personas. Superarlo, no; pero se trata de vivir con ello y poder ser feliz.

El relato es autobiográfico, muy anterior a la llegada de su fiel amigo.
Mil maneras de darte las gracias no es solo un relato que narra el espacio temporal en que convivimos Spock y yo. Habla de pasado, presente y futuro. En cuanto al pasado, cómo todo me condujo hasta el punto en que nos encontramos Spock y yo. Y aquí hay muchas anécdotas.

Como la del curandero que decía que cada vez vería las encinas más borrosas, que usted cuenta con humor.
Sí y cada vez que me acuerdo de las encinas, me las imagino poniéndose borrosas... Es curioso cómo funciona la mente en ese sentido. El libro tiene mucho humor porque te lo tienes que tomar así. Eres un crío y te dicen que vas a perder la vista, ¿qué vas a hacer? Con la perspectiva del tiempo te ríes de esas cosas. Si no, la vida sería insoportable.

Con Omer salgo a hacer running, porque aparte de ser buen guía caminando, también lo es corriendo. Me pongo un casco de bicicleta y gafas protectoras para no darme con las ramas de los árboles y vamos a toda velocidad

¿Usted recuerda el momento en el que le dijeron que se quedaría sin visión?, ¿qué pasó por su mente?
Nada porque la retinosis pigmentaria, por suerte o por desgracia, provoca que vayas perdiendo la vista muy poco a poco. No te enteras, por lo menos en mi caso fue así y te vas adaptando a la nueva realidad, día a día. Echas la vista atrás, nunca mejor dicho, y recuerdas cosas que veías. Con 17 o 18 años podía conducir una bici, por ejemplo, tenía un resto visual aceptable, la gente ni siquiera se daba cuenta. Sin embargo, cuando pasaba un coche, yo veía el vehículo pero, a través de los cristales, no veía a la persona. Y un buen día me enteré de que a través de los cristales se podía distinguir a la persona. Lo que quiero decir es que tenía una vista rara. Pero me fui acostumbrando según iban aconteciendo los hechos y las circunstancias. Llega un buen día en que tienes que llevar bastón, otro no puedes leer y buscas otros métodos para hacerlo. Te vas adaptando. Por ese lado yo creo que es una suerte. No es levantarse y no ver.

¿Cómo asumió su madre la pérdida de su visión?
Lo pasó fatal. De hecho, a la hora de escribir el libro me propuse una meta porque algún límite tenía que poner, y este fue escribir un libro que mi madre puediera leer. He querido que sea un relato alegre, no enfocado en la pérdida. Es muy difícil cumplirlo, pero el límite te lo tienes que poner.

Dice que Spock le cambió la vida.
A Spock le faltaba leerme los libros.

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Pero usted, ¿cómo sabía que el animal, que era un glotón, estaba encima de la mesa a cuatro patas si no lo veía?
Porque no estaba en el suelo. Y si no estaba en el suelo, en algún sitio tenía que estar. Sobre todo porque hacía mucho ruido, porque el muy canalla parecía que se reía. Tenía esa especie de jadeo y estaba como partiéndose de risa. Entonces, era muy fácil escuchar a Spock cuando se subía encima de la mesa o el pobre, cuando se subió a un lavabo intentando meter las cuatro patas y no le cabían. Tenía dos en el retrete y dos en el lavabo, en una reacción de miedo a unos truenos o petardos.

¿Qué aprendió de él?
Me cambió radicalmente. Yo siempre he sido amante de los animales, pero me hice militante por sus derechos, ya que me di cuenta de que había otras especies que no solo sentían cosas como nosotros, sino que las sienten de manera más profunda que nosotros y que pueden llegar a ser magníficos. También me enseñó a vivir el día a día, aunque no sé si eso lo he aprendido muy bien. A que la felicidad se puede encontrar en cualquier momento. No hace falta una circunstancia especial, no hace falta ni siquiera nadie, otra persona para ser feliz. No hace falta un momento. Por ejemplo, un perro puede estar lloriqueando porque se te ha olvidado echarle agua y en cuanto se la echas, bebe, se olvida y está tan feliz. A nosotros, si nos falta algo, cuando lo solucionamos aún nos dura la pena.

Les dura poco el enfado.
Nada. Yo no soy mucho de regañar, pero si regañas a un perro, se le pasa enseguida. Al contrario, si discutes con un amigo, aunque la cosa se haya solucionado, a veces queda de por vida. Ellos no son así, viven el momento al 100%, los buenos y los malos. No sé si a mí me lo ha enseñado Spock, pero procuro aprenderlo.

¿Cree que todos los perros son chantajistas emocionales?
Todos, unos más y otros menos. Pero son unos expertos maravillosos porque estas cosas te darían rabia en un ser humano. Sin embargo, en un perro te provoca una ternura tremenda cuando te hace chantaje emocional. En una persona te parece un hecho muy mezquino, pero en un perro es algo maravilloso. Esa es la magia que tienen los perros. Lo poco malo que tienen, los amantes de los perros no somos capaces de verlo como tal y lo muchísimo bueno que tienen es maravilloso. Pero sí que es cierto que un perro se pone muy dramático. Por ejemplo, hace un rato tenía a Omer fuera y lo estaba oyendo llorar. Y lo que quería era jugar. Es decir, drama puro.

$!Emilio Ortiz con Omer. Foto: Cedida/Duomo Ediciones

¿Cómo lo chantajeaba Spock?
De muchas formas. Por ejemplo, estar leyendo, viendo una serie y ponerse a ladrar justo enfrente. Era un ladrido de reproche porque al final uno acaba entendiendo el lenguaje. Miraba, tenía agua; salíamos, no quería orinar. Entrábamos, volvía a ladrar y era un ladrido de capricho. Le daba una galleta y se quedaba tan feliz, se sentaba a mi lado. O una caricia, por llamar la atención. Pedía algo bueno, algo que lo entretuviera. Pero más que a mí, chantajeaba a las personas de mi entorno, tanto Spock como Omer, a mi madre por ejemplo. En ese sentido, es más fácil convencer a las abuelas.

¿Aún sueña con conducir?
A veces, sí. Ahora con Omer salgo a hacer running, porque aparte de ser buen guía caminando, también lo es corriendo. Me pongo un casco de bicicleta y gafas protectoras para no darme con las ramas de los árboles y vamos a toda velocidad. Es algo parecido a conducir. Vamos por lugares por los que no pasan coches y toma las curvas velozmente.

En el libro nombra a Paul McCartney, quien habla de los hombres que quieren a los animales. ¿No ha pensado en Hitler?
Lo comento en otro de mis libros. Es un ejemplo de lo maravillosos que pueden llegar a ser los perros y lo increíblemente retorcidos, malvados y diabólicos que podemos llegar a ser los seres humanos. Me quedo con lo bueno. ¿Cómo es capaz un animal tan noble de reblandecer el carácter de alguien tan malvado? Pues eran capaces de que se le pudiera filtrar un poquito de bondad, por poco que fuese.

Usted hizo de escudo humano en el conflicto saharaui. ¿Qué le parece la deriva que ha tomado el Gobierno de España?
Me ha sorprendido para mal porque yo no soy votante del PSOE pero creo que es una traición total al pueblo saharaui. Entiendo que hay que tener la mejor de las relaciones diplomáticas con Marruecos porque somos vecinos y compartimos el tema de Ceuta y Melilla y creo que entre los pueblos hay que llevarse bien, aunque con límites. En el Sáhara se están incumpliendo sistemáticamente los derechos humanos, es un pueblo desplazado y creo que es una traición, no sé si de la dirección del PSOE, pero sí de Pedro Sánchez, que me ha defraudado. De hecho, a uno le cuesta confiar en la política, pero la postura que hemos adoptado es muy mala, ya que también en diplomacia hay que saber jugar y medir las fuerzas. No puede ser todo ceder.

Mil maneras de darte las gracias es un libro hecho a cuatro patas y a dos manos. Prácticamente el 100% está escrito por Spock, a través de su pensamiento y de sus ojos. No es que esté dedicado a él, es que el libro es él

¿Cuál cree que es la causa?
Creo que Sánchez ha intentado pactar para poder abrir nuevas relaciones. Pero ese no es el camino, es un camino cortoplacista que puede hacer mucho daño a un conflicto que ya lleva enquistado medio siglo.

Dice que apenas se puede confiar en la política, aunque también que ser ciego te obliga a confiar... ¿Eso le ha reportado algún disgusto?
No. Pero me podían haber pasado muchísimas cosas, perfectamente. Una vez en Valencia recuerdo que iba a cruzar una calle con mucho tráfico. Tendría yo unos 25 años, iba con el bastón y se me acercó un hombre que se ofreció a ayudarme. En cinco segundos me di cuenta de que tenía alguna enfermedad mental. Me di cuenta tarde, cuando ya estábamos cruzando en rojo y los coches nos empezaban a pitar. Entonces, tienes que lidiar con la situación rápidamente y sin ponerte nervioso. Yo no me solté del brazo ni me puse violento con el hombre y con cuidado logramos cruzar. Desde entonces, cuando alguien se ofrece a ayudar, medito esos cinco segundos.

¿Aún le piden los lectores el autógrafo de caucho de Spock?
Sí, pero ahora tenemos que hacer dos, el de Spock y el de Omer. Mil maneras de darte las gracias es un libro hecho a cuatro patas y a dos manos. Prácticamente el 100% está escrito por Spock, a través de su pensamiento y de sus ojos. No es que esté dedicado a él, es que el libro es él.

Y suyo.
Algo hay de mí.

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