Antònia Font disfruta de una vigencia casi indestructible gracias a la gira de teatros que protagoniza y que ha colgado el cartel de sold out casi todas las noches. Hoy, a partir de las 22 horas, su repertorio sonará en el Auditori Camp de Mart de Tarragona.
¿Uno de los grandes éxitos de Antònia Font fue saber parar a tiempo?
Puede ser. Las cosas nos iban muy bien, no era fácil detener la banda cuando lo hicimos. Hubiéramos hecho otro disco y seguramente hubiera funcionado. Girábamos casi sin parar y la gente venía a los conciertos, pero sentíamos que ya nos costaba crear nuevas canciones. No sabíamos hacia dónde ir. Nos reunimos y tomamos una decisión que, con el tiempo, fue acertada. Hacer un disco por hacer es algo que carece de realidad. A veces, si no tienes nada que decir, es mejor saber esperar.
¿Qué supone esta gira por teatros para la banda?
Todo lo que nos está ocurriendo es muy agradable, hemos llegado a una relación muy buena entre nosotros. A nivel musical, los shows de este formato te permiten controlar mucho los detalles, el sonido resulta mucho más agradable que en conciertos de grandes dimensiones y, en esta situación, nos sentimos muy cómodos. Luego está la gente. Todo lo que nos llega del público es fantástico.
Antònia Font es una formación detallista.
Muchísimo, por ejemplo nos pasamos días diseñando el repertorio para que el concierto se convierta en un viaje para el público, en toda una experiencia. A nivel de sonido, nos implicamos para que llegue a la gente lo mejor posible.
Y, ¿qué piensa de la superpoblación de festivales que existe en estos momentos?
Si te digo la verdad, nunca he ido a un festival como público, prefiero disfrutar de un concierto entero de una banda, con todos los detalles. Los festivales están enfocados como una fiesta en general. Al final, los shows son un puñado de hits y claro que salen buenas actuaciones, pero con mucho ruido. Creo que una gira como la que estamos haciendo ahora mismo Antònia Font es mucho más personal, se crea una conexión especial.
La realidad actual de Antònia Font es distinta a la anterior etapa. ¿Cómo compaginan su tarea con la vida familiar que llevan?
Antes nuestra vida sólo giraba entorno a la banda, ahora tenemos una vida paralela, en mi caso con dos hijos. Cuando nos reencontramos pusimos todas estas circunstancias sobre la mesa y miramos de poder encajarlas, como ha ocurrido. No es fácil, pero nuestros hijos nos ven encima del escenario y disfrutan. El mayor ya toca la guitarra, aunque hace unos meses que ni la mira. Es normal.
Por cierto, lo que ha quedado claro es que Antònia Font no es una banda de fiesta mayor.
Creo que hace tiempo que hacemos música de otro formato. Es verdad que, en los inicios, nos recorrimos la isla de fiesta mayor en fiesta mayor, pero ahora buscamos otro tipo de directo, más detallista, nos sentimos cómodos en ese hábitat.
¿Le aburren las etiquetas?
Las etiquetas son necesarias para los programadores que tienen que vender algo, pero para los músicos no tienen sentido. Nosotros hacemos música lo más original posible, nos alejamos de los impulsos exteriores. El arte tiene que ser libre, cada uno debe decir lo que quiera, sin barreras. Si no eres libre para componer, lo que hagas nunca será auténtico.
¿Cuál es la mayor satisfacción que se ha llevado desde que la banda ha retomado la actividad?
Hacer las cosas sin pretensiones. Desde que arrancamos de nuevo no nos pusimos unos objetivos marcados, lo hicimos simplemente porque lo sentíamos así. Y todo lo que nos está ocurriendo, como te decía antes, es muy agradable. Y sabemos que es muy difícil que el sentimiento de plenitud exista en la música. Muy difícil de conseguir. Por eso me encuentro muy bien, muy enriquecido. Es verdad que este mes de julio se nos ha ido un poco de las manos en cuanto a actuaciones, pero la experiencia te permite vivirlo de otra manera. Y venimos a Tarragona con entusiasmo.