Andrés Daniel Giraldo es pastor por convicción. Nació en Colombia, pero hace años que vive en Catalunya y ha trabajado como tal en las montañas de Montsant. De hecho, ha llevado a su ganado de cabras lecheras desde Cambrils hasta Alforja, llegando al Priorat y haciendo parada por diferentes mataderos; además, ha hecho caminos ganaderos, pudiéndolos recuperar.
Tiene entre 100 y 120 cabras y montar una granja se convirtió pronto en su objetivo. Cuidar este tipo de animales, implica, según cuenta, «mucha burocracia y dedicación», pues hay que muñirlas «todos los días del año y en vacaciones», informa.
Es una elección, declara, que tomó a raíz de haberse criado en una familia con conciencia en el cuidado de la tierra. «La generación de mis padres ya nació en la ciudad y al empezar a estudiar Electrónica siempre viré hacia el camino que me llevara a convertirme en una persona cada vez más autosuficiente, sobre todo a la hora de conseguir mis propios alimentos», manifiesta.
El entorno urbano y «entrar en la rueda consumista», como dice él, «no era lo mío» y se cansó: «Prefería trabajar en el campo, vivir a un ritmo distinto; solo quería autonomía y no depender de nadie». Salir de la rueda significaba, también, «no optar a ayudas económicas para emprender en el mundo de la campesinado y el cuidado del ganado».
Giraldo se considera activista. «Quejarse está bien, pero hay muchas alternativas para tirar hacia delante», asegura. Explica que, en su caso, la empresa es de raíz familiar. «Ahora proliferan lo que se llama las ‘famiempresas’ y nuestra forma de organizarnos es desde la mutualidad, somos cuatro personas y potenciamos la recuperación de oficios antiguos. Todos venimos del mundo urbano y somos muy realistas», destaca. Todo surgió entre el año 2010 y 2011, un grupo de personas trabajadoras nos centramos en recuperar el oficio de elaboración del pan y el queso y también hacer de hortelano, trajinero, pastor y carbonero.
«Lo de trajinero está en proceso. Es más lento, se necesitan mulas y burros preparados, que ya tenemos hace unos cuatro años, pero aún no cargan», describe y hace hincapié en que todo «necesita un desarrollo y sus tiempos».
Burocracia y formas de vida
La burocracia es un tema del que se pasaría hablando «mucho tiempo», comenta. «Hay muchas trabas. El mundo rural alimenta mejor a la ciudad y, por contra, las personas que trabajan en el campo viven peor que las que está en la ciudad. La cantidad de impedimentos a los que nos enfrentamos para solicitar cualquier cosa es ingente», aporta. Pone como ejemplo la adquisición de cabras de leche. «Tienes que buscarte la vida, pides ayudas y si no las consigues, con muy mala suerte acabas pasando por el aro pidiendo un crédito. Lo que menos quieres es endeudarte, claro está», repasa.
Entonces, ¿de qué vive Giraldo? Él responde resuelto: «De hacer queso, esto en Francia es más común, aquí no está muy extendido». La venta de queso la hace mediante una foodtruck. Moverse por los pueblos de las comarcas del Baix Camp y el Priorat es para él otra vía para salir adelante. «Vendo productos propios en el Mercat de Pagès de Alforja, por ejemplo. Hay buena relación con los demás productores y con la Casa de la Vila. Esta es una buena manera de promocionar el producto de proximidad y divulgar el respeto por el oficio artesano, y la visión antropológica tiene que valorarlo más», recalca.
Hace saber, por otro lado, que cuando un pastor quiere practicar la trashumancia –referida al desplazamiento del ganado según la época del año hacia los pastos de verano o en los que se encontraba en invierno– indica que «la administración te pone palos en las ruedas». Con el tiempo, aun así, observa que hace algo que «me encanta, la administración desanima, pero seguimos avanzando», dice. Giraldo explica que la digitalización es algo muy presente ahora con plataformas para ganaderos. «Hay que estar pendiente de actualizaciones y tener un gestor que te interprete el papeleo», concluye.