Pedro Sánchez ve llegado su momento. Sólo queda la formalidad de que el rey le designe candidato a la investidura en la ronda de consultas que volverá a convocar con los representantes de los grupos para que eche a andar la negociación en busca de los apoyos necesarios.
Pero la etapa que se abre ahora es la de la negociación más pública, porque nadie duda de que los contactos discretos (hasta con nombres propios protagonizándolos como los de Félix Bolaños, María Jesús Montero y Santos Cerdán) se han sucedido en las últimas semanas en búsqueda de su objetivo de reeditar el Gobierno de coalición.
Sánchez se ha escudado en que su tiempo no empezaría hasta que el Congreso constatara la fallida investidura del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que se ha certificado este viernes, para no tener que hablar de asuntos espinosos como la amnistía o el referémdum que tanto ERC como Junts han puesto sobre la mesa como condición para que sus diputados permitan que salga adelante la aspiración del presidente del Gobierno en funciones.
No sólo él ha recurrido a ese parapeto, sino que también lo han venido haciendo otros miembros del ala socialista como la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, o la del PSOE, Pilar Alegría.
Sánchez prometió hablar claro, en público y sin dar pábulo a especulación alguna sobre los asuntos claves de la negociación de su investidura una vez que fracasara Feijóo.
Jarro de agua fría
No debería quedar mucho tiempo por tanto para que expusiera claramente su posición sobre la amnistía después de unas declaraciones en Nueva York que dieron pie a interpretar que la puerta estaba abierta, que esa petición era factible y que, por tanto, su investidura era posible.
Una y otra vez él ha lanzado el mensaje de que logrará los apoyos necesarios para encabezar de nuevo un Gobierno progresista con un optimismo compartido por Yolanda Díaz, quien en aras de esa meta se atrevió a dar el polémico paso de viajar a Bruselas para entrevistarse, con luz y taquígrafos, con Puigdemont.
Que Puigdemont no planteara como exigencia previa al respaldo de Junts un referéndum fue recibido por los socios de coalición como una señal de que había recorrido para el diálogo, pero la resolución conjunta planteada con ERC durante el debate de política general en el que defienden un compromiso previo de Sánchez para esa futura consulta ha supuesto un jarro de agua fría.
Sin embargo, se asume como uno de los escollos previsibles que iban a surgir dentro de una pugna en el independentismo catalán para que ninguno de sus dos partidos bandera pierda protagonismo en la negociación, pugna que no entierra un acuerdo pero que sí preocupa tanto al PSOE como a Sumar.
Ambas formaciones aseguran que no hay margen para negociar ese referéndum como quisieron evidenciar de forma conjunta PSOE y PSC tras el nuevo paso independentista y como dejará claro Sánchez, aseguran, cuando tenga ocasión.
Investidura sin fecha
Las vías para negociar siguen pues abiertas, aunque obstáculos como éste y la intención de Sánchez de que en el paquete negociador se incluya la garantía de que se aprobarán los presupuestos generales del próximo año dificultan el deseo de Moncloa, PSOE y Sumar de que haya una investidura rápida.
Querrían que fuera posible en octubre, pero se están encontrando con una realidad que lo impida.
De momento, tras la nueva ronda de Felipe VI con los representantes de los grupos y el encargo a Sánchez de que lo intente, la presidenta del Congreso, Francina Armengol, deberá comunicar si pone fecha al debate o, como todo apunta, da un tiempo para la negociación antes de fijarla.
Por esta opción se inclinan las fuentes socialistas porque creen que es innecesario ponerse trabas a sí mismos. Por tanto, Sánchez pedirá presumiblemente a Armengol un margen para atar sus apoyos.
«Iremos -subrayan- cuando tengamos que ir. Tenemos dos meses y no es una negociación fácil».
De una u otra forma, la ronda de contactos está servida sin que se haya aclarado aún si será el propio candidato el que protagonice todas las reuniones con los partidos de los que espera su apoyo.
Sánchez se remangará
Pero es muy probable que él mismo encabece al menos la mayoría de ellas porque en su entorno se asegura que va a «remangarse» e implicarse en primera persona.
Necesita Sánchez que los votos de los diputados socialistas y de Sumar estén acompañados de los de Junts, ERC, PNV, Bildu y BNG, pero se esmerará en conseguir también el respaldo de la única parlamentaria de Coalición Canaria porque eso implicaría que le bastaría entonces la abstención de los de la formación de Puigdemont.
No obstante, resulta difícil pensar en un voto distinto de ERC y de Junts habida cuenta de los planteamientos conjuntos que han expuesto estos dos partidos con asuntos como el referéndum y ante el que en el PP conviven dos interpretaciones: una mera escenificación porque todo está ya pactado o un paso hacia la repetición electoral.
Con los argumentos de unos y otros sobre la mesa, esa segunda opción está en manos de ERC y Junts. Si el referéndum se consolida como una condición, las urnas no estarán mucho tiempo guardadas.