Apasionado de la sardana, no la ha dejado de bailar nunca. A sus 86 años sigue defendiéndola, igual que defendía la enseñanza del catalán durante la dictadura. Su dedicación ha sido reconocida por el Centre Amics de Reus con el título de Millor Amic.
- ¿Qué representa ser uno de los ‘mejores amigos de Reus’?
- Una satisfacción después de más de 50 años dedicados a mi vocación, ser profesor de catalán, y a mi pasión, bailar sardanas con el Esbart
- Pero eres de Tarragona...
- (ríe) Sí, nací en Tarragona, pero nos mudamos pronto. A mi padre, que era Guardia Civil, le enviaron a trabajar a distintos pueblos, hasta terminar en Reus. Yo entonces tenía 15 años, y ha sido aquí donde crecí, estudié y trabajé como profesor de catalán.
- Catalán en la dictadura... ¿cuál era la situación?
- En aquel momento, sobre el 1961, la gente hablaba el catalán pero no lo escribía. Entonces, la Junta Assessora per als Estudis de Català, del Òmnium Cultural, inició unos cursos por correspondencia para poder enseñarlo. Y yo me apunté.
"Engañamos al gobernador Labadie para bailar ‘La Santa Espina’ en Tarragona"- Y cuando lo fue, ¿cómo eran sus clases?
- Las impartía allá donde iba a bailar sardanas con el Esbart, pero también aquí, en el Reus Ploms o en la sede del Club Excursionista de Reus. Eran principalmente orales, entre dos y tres veces por semanas. Y cuando teníamos el libro de lengua Signe, de Albert Jané, realizábamos ejercicios y lecturas.
- ¿Jamás le pillaron?
- No. Yo nunca tuve problemas. Para reunirnos únicamente tenía que presentar el programa, en castellano, y normalmente lo aceptaban. Con otros fueron más estrictos.
- ¿Hacía lo mismo con las sardanas?
-Claro. Además recuerdo cuando en un aplec en el 1949 engañamos al gobernador Labadie Otermin para bailar La santa Espina, entonces prohibida, en la plaza de toros de Tarragona. Pese a la dictadura, se bailaban sardanas. De hecho, se bailaban más sardanas con Franco que ahora.
- ¿La afición se está perdiendo?
- Totalmente... Aunque hay entidades que siguen impulsándola, como la colla Rosa de Reus, la falta de subvenciones es mínima y no se pueden realizar. Si no se hacen, la gente no se suma y por lo tanto pierde la afición. Eso sí, ahora hay mucha gente mayor que sí quiere aprender.