La secuela de Buscando a Nemo que da el protagonismo al olvidadizo pez azul llega hoy a la cartelera tras haber batido récords en Estados Unidos: con más de 136 millones de dólares (120,5 millones de euros) recaudados en su primer fin de semana se ha convertido en el estreno más exitoso de la historia de una película de animación.
Buscando a Dory es el penúltimo ejemplo de la fiebre por las secuelas que inunda Hollywood desde hace años y que parece haber alcanzado a Pixar, considerada paradigma de la creatividad.
Buscando a Dory es casi más un ‘spin off’ que una nueva entrega de Buscando a Nemo. Aún así, cabe apuntarla como secuela, con nota muy alta porque, a pesar de que Dory tiene escasa memoria, el filme logra uno de sus objetivos: pasar con nota el examen de quedarse fijada como un filme de excelente recuerdo.Y, realmente, la nueva película de Andrew Stanton (director de la factoría Disney con títulos como Bichos, Buscando a Nemo, Wall.E y la fallida John Carter) es una secuela brillante -en el aspecto más amplio de la palabra- con unas imágenes que no dejan de deslumbrar por su palpable brillo y su incandescencia oceánica y por su luminoso sentido del humor.
Buscando a Dory es una excepción de la famosa regla que asegura que ‘segundas partes nunca fueron buenas’. Esta vez sí. Y lo es para pequeños y grandes.
Dory, la simpática pez azul con serios problemas de memoria es la protagonista de esta nueva aventura en el océano. En su nueva vida en el arrecife con Marlin y Nemo, a Dory repentinamente le llegan a la memoria recuerdos de su infancia. Durante un sueño, rememorará detalles de la vida con su familia, y Nemo la escuchará susurrar: «La joya de Monterrey, California». A partir de esta pista sobre sus orígenes, la olvidadiza pez cirujano o pez paleta de pintor decidirá emprender un viaje en busca de sus seres queridos. ¿El problema? Pues que la corta memoria de Dory no facilitará mucho la investigación...