Baltasar Marqués i Jordà (Tarragona, 1933), socio número 1 del Nàstic, afronta la final ante el Málaga, hoy a partir de las 20:30 en el Nou Estadi, con «euforia moderada». Ligado toda una vida a la entidad grana, contempla todos los escenarios posibles, pues a sus 91 años ha presenciado tanto las mayores hazañas como los capítulos más desventurados de la historia grana. Sin embargo, el tarraconense, siempre al pie del cañón independientemente de la categoría, no duda en aseverar que el sitio que corresponde al Nàstic y a la ciudad «es la Segunda División».
A pesar de su admirable vitalidad y determinación, no asistirá al templo grana. «No quiero sufrir, a mi edad ya no es conveniente. Lo veré por la televisión y si estoy muy nervioso iré a la cocina», expresa Marqués, quien sí asistió al empate por 1-1 ante el Deportivo La Coruña de la presente temporada, invitado por el presidente del Nàstic, Josep Maria Andreu, que se sentó a su lado.
Marqués se quedó huérfano de padre a los 5 años, tras morir en el frente en la Batalla del Ebro. Sus tíos, cuando aún festejaban, le transmitieron el sentimiento grana, llevándolo al antiguo feudo en Avinguda Catalunya, en el Gol Nord, cuando apenas tenía 9 años.
Una etapa de efervescencia del Nàstic en la ciudad, pues en 1947 vivió el primer ascenso del club a Primera División. De esa etapa recuerda a jugadores como José Balmaña y Antonio Bravo, procedentes del FC Barcelona que, siguiendo la tendencia de la década, firmaron por el Nàstic en el ocaso de sus carreras.
Licenciado en ingeniería industrial, ejerció de profesor durante 40 años en la Universidad Laboral. Allí tuvo como alumno a Joan Manuel Serrat, quien durante dos años cursó el bachillerato laboral superior en la ciudad. Marqués define con afecto al Serrat estudiante como «un tanto travieso». A modo anecdótico, recuerda que, debido a que aún no había crecido del todo, se tenía que valer de un cajón para alcanzar el torno.
Socio registrado desde 1950, Marqués nunca llegó a imaginar que llegaría a ser el número 1. Además de representar «todo un honor», el tarraconense, con mucha solera, también ve este logro desde una perspectiva jocosa: «Es un mérito relativo, soy el número 1 por no haber fallecido antes», señala. Un carnet que supone una extensión de su cuerpo, ya que siempre lo lleva encima para mostrarlo a los más incrédulos.
Entre sus mejores recuerdos como aficionado grana, rememora con especial estima la antigua sede social del Club Gimnàstic, situada en la Rambla Nova frente al Antiguo Ayuntamiento de Tarragona, donde de pequeño asistía para leer el periódico y escuchar las tertulias de los más mayores. «En la farola contigua se colocaba una pizarra con los resultados de los rivales del Nàstic. La ciudadanía se reunía el domingo por la tarde para informarse», explica. Por aquel entonces, en época de posguerra, tal y como apunta Marqués, el fútbol era una válvula de escape para la sociedad.
Precisamente, Marqués es suscriptor del Diari de Tarragona desde 1961, medio por el cual se mantiene al día de la actualidad nastiquera. Y es que el profesor jubilado revela un pequeño secreto: «Desde siempre empiezo a leer desde las páginas de atrás, así el Nàstic es lo primero que me encuentro», relata el autor del libro ‘Tarragona ciutat. La pagesia a la Part Alta. Records d’Infantesa’, donde narra su infancia y vivencias en el casc antic de la ciudad, donde nació y creció.
Miembro de la Cofradia de la Sang, rezará un Padre Nuestro antes del partido por precaución. Aunque lo encara desde la euforia moderada, Marqués se siente totalmente identificado con la plantilla y cuerpo técnico de la casa. «Tiene mucho mérito, antes los entrenadores formados en el club no lograban una continuidad. Seguro que el Nàstic se entregará totalmente», concluye.
