Al Reus jamás hay que darle por muerto. Jamás. Y mucho menos al actual equipo rojinegro, todo coraje y pundonor. A ese grupo que la pasada temporada devolvió la ilusión a la parroquia rojinegra plantándose en las finales de Liga y Copa y que este sábado volverá a pelear por un título, el de la Supercopa de España que se juega en Olot. Lo logró tras remontar en semifinales un 0-2 en contra frente al Liceo, imponiéndose por 4-2 y presentando sus credenciales con vistas a la finalísima (20.45 h.). Se enfrentará al FC Barcelona, que venció al Noia por 6-3.
Los rojinegros buscarán su tercer título en esta competición que han ganado en dos ocasiones, la última en 2019 precisamente ante los azulgranas (3-2).
El partido ante el Liceo y el Reus, que reeditaba la final de la Liga 2021-22 y abría oficialmente la campaña 2022-23, se presentaba de lo más abierto. Sobre todo porque el rendimiento del Liceo era toda una incógnita después de la reestructuración de prácticamente la totalidad de su plantilla, con hasta siete caras nuevas esta temporada. Y porque el Reus, que sí ha logrado mantener su bloque, podría tener sus opciones pese a presentarse en Olot con la baja de Raül Marín y con un Sergi Aragonès tocado.
El Liceo disipó de entrada cualquier duda. Un gol de picardía de Dava Torres al inicio del partido (6’) y otro de Sito Ricart en la recta final de la primera mitad (23’), aprovechando sendos errores de marcaje, le pusieron con una ventaja de 2-0 al descanso ante un Reus sin suerte en ataque en los compases iniciales y mucho más revolucionado y peligroso a raíz de la entrada en pista de Aragonès.
Pero este Reus es capaz de todo. Tanto que sin renunciar a su estilo de juego se le subió a las barbas al Liceo en cuanto logró abrir la lata gracias a un milimétrico gol de Gelmà, que perforó la meta de Martí Serra en el único hueco que no cubría.
Ese gol alentó tanto a los reusenses que un minuto y 16 segundos después Julià soltó un cañonazo desde media pista que también vio puerta. En un abrir y cerrar de ojos se pasó del 2-0 al 2-2.
El Liceo quedó tocado, muchísimo ante esa bestial capacidad de reacción de su rival, un Reus que siguió a lo suyo, sin especular, y que encontró otro premio en una falta directa que materializó Julià, auténtico especialista en esas acciones.
De ahí hasta el final varias intervenciones de mérito de Càndid Ballart y un cuarto gol, obra de Compagno, cerraron el choque y el pase a la final para los reusenses.