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Chasco enorme en una Plaça de la Font llena hasta la bandera

Miles de aficionados se reunieron en la mítica plaza tarraconense y sufrieron como si estuviesen en el mismo Balaídos. Los hinchas animaron desde antes del encuentro hasta el minuto final, incluso en los momentos más duros

12 junio 2022 11:46 | Actualizado a 12 junio 2022 11:54
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Después de 16 años, la afición grana se volvía a congregar en la Plaça de la Font para seguir un partido decisivo del Nàstic. Había la oportunidad de forjar un nuevo día histórico, pero Jackson lo borró con un par de goles.

Pese el resultado final, los hinchas se volcaron para crear una noche inolvidable. Horas antes del partido, la plaza y los aledaños se llenaron de camisetas y bufandas del Nàstic. El Cós del Bou se convirtió en una grada de animación improvisada, que después iniciaría una marcha hacia la plaza con la pancarta que rezaba «Som-hi Nàstic». Junto a ellos, la plaza se llenó de aficionados hasta la bandera. Sobre todo con gente joven, aunque algunos se empeñan en asegurar que ya no les interesa el fútbol.

A las puertas del encuentro, los granas, que eran un manojo de nervios, especulaban con lo que podía pasar. «El Villarreal es mejor, pero a un partido podemos ganarles», afirmaba Miguel, socio del Nàstic.

Con el pitido inicial, la Plaça de la Font se transformó en un calco del Nou Estadi. Pero algo no iba bien. La imagen iba desacompasada con el sonido de Tarragona Radio y los seguidores, hartos de la situación, se quejaron con vehemencia. Con el problema resuelto, llegó la polémica del partido.

El ‘gol’ del Nàstic desató una locura que rápidamente se convirtió en incomprensión -seguramente siguen sin entenderlo. A la decisión de anular el tanto, le acompañaron una retahíla de reproches al colegiado, fruto de la impotencia.

Por si eso no fuera suficiente, el 1-0 en la segunda mitad dejó con la cara desencajada a todos los aficionados. Manos a la cabeza y gestos contrariados que algunos trataron de esfumar con un sonoro «Sí se puede».

Pese a la adversidad, los seguidores ‘nastiquers’ se volvieron a enchufar con el ímpetu de su equipo. Sus cánticos incluso crecieron en la recta final.

Sin embargo, otro gol anulado y la sentencia de Jackson enmudecieron a todos los que se habían congregado. «Se acabó, chicos», expresaba entristecido un hincha mientras se fundía en un abrazo con sus otros tres amigos. Entre aplausos resignados, terminaba el camino agridulce del Nàstic.

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