Reinventar la música sinfónica y llevarla a espacios de nuevo esplendor no resulta una tarea sencilla, y más cuando se trata de obras con una personalidad vigente como las Cuatro Estaciones de Max Richter. La dirección de la violinista japonesa Sayaka Shoji ha ordenado un nuevo ecosistema artístico, ya que se ha arropado en el virtuosismo de la Franz Schubert Filharmonia, una banda que hoy significa un valor seguro, su recorrido así la distingue.
No solo eso, Shoji ha decidido añadir un punto más de riesgo al espectáculo. En él ha incorporado la danza. Los bailarines y bailarinas de la compañía PAR dibujan el movimiento de esta partitura con una coreografía creada por el prestigioso Ilya Jivoy.
Todo este ramillete de posibilidades creativas se expuso ayer en el Celler de Vila-seca, un edificio que necesitó perfilar el espacio para dar cabida a todo el potencial escénico que pide la función.
En total, más de 20 músicos y 18 bailarines y bailarinas comparecieron ante el silencio respetuoso y solemne del público que inundó lo asientos de un Celler cada vez más identificado con la cultura. El hallazgo se transforma en lujo para Vila-seca.
Shoji se instaló en el centro del elenco para dirigir la producción con maestría. Sentía la música con propiedad, gesticulaba poco. Su rostro concentrado impregnaba de asombro a cualquiera, incluso, seguramente, al resto de intérpretes, obligados, por lo menos, a rozar la perfección.
El repertorio respondió al The Four Seasons Recomposed de Richter. El show quedó inaugurado con el Shadow 1 y el Spring 0, mientras los ejecutores de la danza creaban un ambiente inigualable. La banda completó su recital con el resto de estaciones al dedillo, dominó los tiempos del concierto con solvencia. Sin pestañear.
Mucha de culpa de ello la tiene Sayaka Shoji, que en la segunda colaboración con la Franz Schubert Filharmonia enseñó una madurez extraordinaria. La violinista y directora nipona ha conquistado el respeto del sector por su versatilidad artística y el profundo compromiso en cada una de sus acciones.
El conocimiento que atesora alcanza la riqueza gracias a la mezcla de culturas que ha cultivado. Nacida en Tokio, se trasladó a Siena (Italia) en plena infancia. Se formó en el país transalpino y en Alemania, concretamente en Colonia. Ha bebido de las influencias más importantes del registro y en su recorrido, ya notable, exhibe una capacidad de adaptación deslumbrante. Lo demostró de nuevo en Vila-seca, a lomos de una Franz Schubert a la altura del recital.
El entusiasmo juvenil
Sobre la tarima principal, mientras el repertorio se consumía en el tiempo, el entusiasmo juvenil que transmite el baile de la compañía PAR, dotó de un toque distintivo al show. En Dansa se relaciona con un proyecto de formación para bailarines y bailarinas de entre 16 y 22 años. Toda una apuesta previa al mundo profesional que pretende ejercer de trampolín para estos jóvenes, bien asesorados por un profesorado preparado.
La coreografía contó con el talento de Elya Jivoy, residente en el Teatro Mariinski de San Petersburgo y galardonado a nivel internacional por su capacidad para generar arte. De hecho ha recorrido países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Suiza, Georgia o Alemania.
Todo este engranaje va a visitar las plazas musicales más importantes del país. El martes, el Palau de la Música.
