¿Cuáles son los efectos y los impactos de la cultura?, ¿Qué aportan las experiencias culturales a la economía de un territorio?, ¿Cuáles son los pilares de la gestión cultural?, ¿Qué oportunidades ofrece mancomunar servicios y recursos?
Estas y otras cuestiones giran alrededor de la órbita de la economía de la cultura, cuestión que centró la XXVI Trobada d’Economia de les Terres de l’Ebre celebrada esta semana en el Campus Terres de l’Ebre de la URV. El encuentro lo organizó la Facultat d’Economia i Empresa de la URV, el Departament d’Economia de la Generalitat y la Càtedra d’Economia Local i Regional (CELiR) de la URV, con la colaboración del Ayuntamiento de Tortosa, la Cambra de Comerç de Tortosa y la Diputació de Tarragona.
A continuación, algunos de los expertos y expertas reflexionan sobre la perspectiva actual y futura de la economía de la cultura:
Descubribilidad
En los últimos años, se usa el concepto de descubribilidad en referencia a «la facilidad o dificultad que tenemos para descubrir o hallar contenidos culturales, principalmente a través de Internet. Entonces, la diversidad cultural en la vida de las personas depende de la descubribilidad».
Con estas palabras, el consultor de Eurecat y profesor de la Universitat Pompeu Fabra, Xavier Cubeles, subraya la necesidad de, por un lado, «contribuir a que la creatividad fluya, y, por otro, conectarla para que no esté aislada». Así, defiende que el sector «debe hacer un esfuerzo para dar a conocer tanto los nuevos contenidos culturales como los que hemos heredado del pasado y son propios de las Terres de l’Ebre y del Camp de Tarragona; porque comunicar es hacer comunidad».
Comunicar es hacer comunidad
En opinión de Xavier Cubeles los pilares actuales de la gestión cultural se centran «en dicha conexión con el propio territorio y fuera de él, y en reconocer su valor para captar la atención de la inversión pública y privada». «No podemos defender que solo gaste la administración, sino que también debemos preguntarnos si nosotros gastamos suficiente en cultura; el gasto en cultura debe entrar en un círculo virtuoso en el que tanto las administraciones como las familias se convenzan de que vale la pena invertir en cultura».
Hoy en día, el impacto económico de la cultura es innegable
Así, sobre las ventajas de mancomunar servicios y recursos, él mismo opina que «contribuiría a que la gestión fuese más eficiente». «En las Terres de l’Ebre y el Camp de Tarragona existen localidades con una masa crítica suficiente, es decir, consumidores potenciales suficientes para poder tener una oferta cultural equivalente a la de muchos municipios del área metropolitana. Lo que debemos hacer es que estos municipios se conecten con otros, para aprender los unos de otros».
Impacto múltiple
La XXVI Trobada d’Economia de les Terres de l’Ebre contó con la presencia de la directora ejecutiva de Fira Tàrrega, Natàlia Lloreta. En base a su experiencia, asegura que «hoy en día, el impacto económico de la cultura es innegable, tanto desde una perspectiva territorial, en lo que se refiere a la huella que deja en una localidad; sectorial, en tanto que genera contrataciones laborales y nuevas colaboraciones profesionales; y personal, por su valor como capital cultural y en la calidad de vida».
Entonces, la gestión cultural debe sustentarse, según Natàlia Lloreta, en «conocer muy bien el entorno y el sistema institucional para acceder a las ayudas, así como en la valentía para defender cualquier proyecto». Solo así, añade, «conseguiremos poner en valor la cultura, hacerla atractiva y que tenga éxito en todos los sentidos».
Motor económico
Así, en la línea de dignificar y visibilizar la profesión trabaja la gestora cultural y fundadora de Col·lectiu Cultura y la marca Festivals de Terres de l’Ebre, Xènia Gaya. «Reconocer el valor de la cultura como motor económico es un primer paso para abrir nuevas oportunidades», asegura.
Así, a principios de este mes la marca Festivals Terres de l’Ebre organizó un encuentro entre agentes culturales, de los certámenes que aglutina la iniciativa, y representantes institucionales, con el objetivo de «hallar sinergias entre festivales e instituciones públicas en pro de la cultura y la economía del territorio».
De esta manera, la impulsora del encuentro, Xènia Gaya, dio a conocer el recorrido de la marca Festivals Terres de l’Ebre y emplazó a los representantes institucionales a «debatir sobre el camino a seguir de manera conjunta», así como apostar por una comunicación territorial, identificar las demandas de los públicos, generar indicadores que avalen demandas supralocales, entre otras iniciativas.
Confianza del sector privado
Por su parte, la profesora del Departament d’Història y de Història de l’Art de la Facultat de Ciències de l’Educació i Psicologia de la URV en el Campus Terres de l’Ebre, así como curadora cultural, Núria Gil, opina que «el impacto económico de la cultura es solo una parte del valor de la misma, ya que también deberíamos tener en cuenta la emoción, el conocimiento, etc.».
Así, el valor económico es solo la punta del iceberg. «Los festivales y acontecimientos culturales gozan de una buena salud ‘aparente’, pero detrás hay muchas dificultades presupuestarias, que a menudo recaen sobre los hombros de los mismos creadores», asegura la curadora cultural.
Por ello, además de contar con el apoyo de la administración pública, hace un llamamiento a la inversión privada: «Tenemos la oportunidad de que la inversión privada se fije de forma clara y definitiva en el mundo cultural, de lo contrario habrá mucha creatividad que se quedará en un cajón y perderemos las oportunidades que nos brinda la creatividad y la cultura en general».
Sostenibilidad
Por último, la directora del Museu de la Vida Rural de la Fundació Carulla de L’Espluga de Francolí, Gemma Carbó, reconoce que «en un contexto en el que la sociedad es cada vez más diversa, necesitamos espacios de encuentro a partir de los lenguajes que nos unen, como la música, la danza, el patrimonio...».
Así, defiende que «de la misma manera que se destinan recursos para preservar el medio ambiente, por los beneficios que aporta a la sociedad, en la sostenibilidad global debe haber espacio para la cultura y el arte».