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El camino del lobo

Els Ports. Exploramos las alturas del sector norte del parque natural, donde disfrutaremos de un mirador excepcional de Paüls después de coronar las cumbres de la Moleta y la Coscollosa

27 septiembre 2023 19:20 | Actualizado a 28 septiembre 2023 07:00
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Establece la mitología nórdica que Fenrir es el hijo de Loki, un cachorro de lobo que, a medida que creció, pasó a ser incontrolable. En la primera mitad del siglo XVIII, en la montaña tarraconense vagó un lobo igual de temible, al menos a juzgar por lo truculento de sus actos. Por una parte, se alimentó de quienes habían alcanzado el sueño eterno en el camposanto, por otra parte, se cobró la vida de innumerables menores que poco pudieron hacer por defenderse. Su campo de actuación fueron las poblaciones arropadas por Els Ports, desde Paüls hasta Peñarroya de Tastavins, donde atemorizó a sus gentes hasta que encontró su final.

En la ruta de esta semana, exploramos las alturas del sector norte del parque natural, donde disfrutaremos de un mirador excepcional de Paüls después de coronar las cumbres de la Moleta (812m) y la Coscollosa (879m). ¿Saldrán a nuestro encuentro los hijos del mítico lobo blanco?

Instrucciones de la ruta

El punto de inicio es el Àrea de lleure de la Font Nova. Debemos circular por el Camí del Pedregal Negre d’Alfara, cuya entrada está en el kilómetro 27 de la C-12, y girar a la derecha cuando encontremos el canal inacabado de Xerta-Càlig. A continuación, cruzaremos el puente de carril único que nos permite salvar el barranco y, una vez que lo hayamos dejado atrás, nos situaremos a la izquierda del canal. La pista asfaltada que nos lleva a la Font Nova surge una decena de metros después a mano izquierda. Estacionamos y emprendemos la marcha hacia Plans de Rambla y la Font de la Vall d’Infern no sin antes resolver las primeras pendientes pronunciadas.

Caminaremos en paralelo al Barranc de la Vall d’Infern hasta superar el cambio de rasante que nos permitirá advertir los picos de la jornada. La Moleta debe atacarse sirviéndose de los escalones de hierro que facilitan la trepada. Por su parte, el camino a la Coscollosa es evidente desde la cima: supone deshacer el último tramo y seguir la senda que pasa por el Coll de la Moleta, lugar al que volveremos conquistada la segunda cumbre para llevar a cabo el regreso. Los dos últimos puntos de interés son la Font del Domingo, que supone el final de la bajada más técnica, y el Refugi de la Font Nova, a tiro de piedra del punto inicial.

Dificultad de la ruta

Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.

Desde el punto de vista de la dificultad física, el recorrido es exigente debido a sus 577 metros de desnivel positivo, concentrados en los primeros 5 kilómetros del itinerario. La subida puede rebajarse en 70 metros si eliminamos del recorrido la Coscollosa, aunque son las vistas de esta cima las más agradecidas de la propuesta. En lo que respecta a la complejidad técnica, son abundantes las pendientes pronunciadas. El mayor obstáculo es el tramo equipado que da acceso a la Moleta que, si bien es breve, supone exponerse al vacío.

Por último, se recomienda el uso de bastones de senderismo para disminuir el cansancio, mantener el equilibrio y reducir el impacto.

El lobo carroñero dels Ports

En la primera mitad del siglo XVIII, el lobo atemorizó a las gentes que vivían en Els Ports. Paüls, la localidad visible desde la cumbre de la Coscollosa, fue una de las afectadas. En el libro La Provincia de Teruel, Marín y Vidal cuenta que «el año 1835 apareció en los puertos de Beceite una hiena [...] que penetraba en los cementerios y desenterraba a los cadáveres».

A pesar de que esta práctica pueda resultarnos cuanto menos espeluznante, es sabido que la población de estos cánidos creció en la Guerra del Francés (1808-1814) alimentándose de quienes habían perecido en combate. La fiera dels Ports fue incluso más allá: el 11 de junio de 1838, se cobró la vida de una chiquilla de 7 años en Paüls. Los ataques mortales a menores se sucedieron hasta que la bestia fue abatida.

Hoy el lobo ha desaparecido de nuestras montañas. Cien años más tarde de los sucesos, la población de lobos se consideró extinta. El último ejemplar fue capturado en la Terra Alta, en Horta de Sant Joan, en el año 1929. El fin del último depredador que osaba desafiarnos supuso un cambio de statu quo.

De acuerdo con el especialista en medio ambiente Martí Boada, «amb el llop teníem un paisatge salvatge, i la seva desaparició va representar que es va transformar en silvestre, perquè ja no hi havia cap fera que estigués per damunt nostre”». Admirado y odiado a partes iguales, el lobo queda enmarcado en documentales y las leyendas.

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