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María López: «En el siglo XIX ser bailarina de la Ópera de París no tenía ningún tipo de prestigio»

‘La danza de París’ mezcla novela histórica, romántica y thriller

10 agosto 2024 10:41 | Actualizado a 10 agosto 2024 12:06
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Novela histórica, romántica y thriller. La danza de París, de María López Villarquide (Plaza & Janés), es una mezcla que también combina personajes reales y ficticios en el París del siglo XIX. La novela se mueve entre 1841 y 1877 entre el triángulo sentimental de Theophile Gautier, Carlotta Grisi y su hermana; una sèrie de asesinatos vinculados a la Ópera y el pintor Edgar Degas y su obsesión por las bailarinas.

¿Cómo ha sido el paso de bailar a escribir sobre la danza, un mundo que conoce de primera mano?
Sí, lo conozco muy bien y aunque la novela cuenta un aspecto un poco oscuro y siniestro del ballet, me centro en la institución, en cómo era la Ópera de París en el siglo XIX. Me meto en la cabeza de las bailarinas con mis recuerdos de las clases.

Son unas bailarinas muy pobres. Es decir, existe un contraste muy grande entre la Ópera en sí y las bailarinas. ¿Cómo ha llegado hasta ellas?
A través de los cuadros de Edgar Degas. La figura de la bailarina pobre era muy común y, sin embargo, ahora cuando vemos los cuadros de Degas nos imaginamos bailarinas glamurosas con sus tutus, los escenarios y demás. Pero ser bailarina de la Ópera de París no tenía ningún tipo de prestigio. Sí que lo era ser una estrella como Carlotta Grisi, pero eran muy pocas las divas. En realidad, todo el cuerpo de baile estaba formado por niñas pobres que, desesperadas, entraban a trabajar ahí porque era muy fácil y les pagaban un poco. Prácticamente era con lo que mantenían a sus familias.

$!María López: «En el siglo XIX ser bailarina de la Ópera de París no tenía ningún tipo de prestigio»

Intercala personajes de ficción con otros reales, como Grisi y su papel estrella en ‘Giselle’.
Sí, Carlotta Grisi es una figura real. Giselle fue el primer papel importante que tuvo y el que le lanzó a la fama, se convirtió en una diva internacional.

Al principio, no acaba de creérselo.
No porque es una oportunidad maravillosa. Se trata de un ballet creado para ella. No será sencillo y sigue sin serlo. Convertirse en la primera bailarina de una compañía es un logro. Pero, además, en el argumento de la novela, está escrito para ella porque el autor está enamorado de ella y todo tiene como un sentido.

Enamorado de ella y que se casa con la hermana.
Sí, eso es real. El grueso de la documentación de este libro fueron las cartas entre Théophile Gautier y Carlotta Grisi y otras personas relacionadas con la Ópera de París. Y hay una parte de esa correspondencia que Grisi donó a un archivo, por lo que está blindada, no se puede acceder a ella y no se puede mencionar. Es cierto que con quien tuvo dos hijas fue con la hermana y de quien estaba enamorado era de Carlotta. Entonces, es parte de ficción reconstruida y parte de realidad. Era un triángulo, desde los románticos no era tan raro que una pareja viviera con otra persona y tener relaciones entre los tres.

Una bailarina que lo deja sigue bailando toda su vida en su cabeza

Pero en realidad es un thriller donde mueren hombres.
Sí, porque hay una denuncia. Hay unos personajes que quieren denunciar algo. El punto de partida es de dónde vienen estas muertes, por qué son hombres y quién ha podido ser... También hay un aspecto fantástico y es que uno de los personajes sostiene la teoría de que son fantasmas los que están cometiendo los asesinatos y no está tan equivocado, o sí. Es jugar con la ambigüedad de que al final, el loco es el más cuerdo de todos porque tiene razón. El thriller también es el elemento que unifica las tres tramas de la historia.

Entre bambalinas, la amenaza de abuso de poder del hombre sobre unas niñas indefensas.
Sí, hay un mensaje no explícito del todo, una advertencia. Parece que a las niñas, cuando entran a formar parte de la compañía, también las cubre una capa que, por un lado, las protege, pero por el otro, las amenaza. Algún personaje lo dice explícitamente: aquí se gana dinero de otras formas. Y paralelamente, está la diva, la bailarina a la que se le da una gran oportunidad. Para ella tampoco todo es tan fácil y tan bonito. También tiene que pagar cierto peaje en algún momento.

¿Qué opinión le merecen Gautier y Degas?
Los señores del libro no son todos personajes negativos, hay de todo. Gautier me cae bastante bien. Igual tiene su parte de culpa, pero también Carlotta. Me refiero a que la responsabilidad por los actos que después suceden está repartida. No es solo culpa de los señores, entre los que sí que hay monstruos y hay que denunciar lo que hacían. Me parece que es una situación que se puede trasladar perfectamente a la época actual, en que por mucha denuncia y por mucho que se ponga el foco en algo terrible, por contarlo no evitamos que siga sucediendo. Se sabe y se puede prevenir, tenemos información, pero sigue sucediendo. Es una lacra que se perpetúa en el tiempo.

No hay muchas novelas de danza.
No, no las hay. Es un tema que me apetecía mucho investigar, me dieron la beca para irme a París y lo disfruté muchísimo. Tiene su parte de thriller y su parte de historia del arte, que no es solo ballet, es pintura, es literatura. Y el ballet se trata desde otro punto de vista al habitual, al de la figura de la bailarina que no come y que está loca. Si se cuenta una historia del mundo del ballet es siempre así. Y La danza de París huye de esto.

¿Cómo es su relación con el ballet ahora?, ¿qué pasa cuando una bailarina deja de bailar?
Sigue bailando toda su vida en su cabeza. Yo ahora no puedo evitar ver un ballet de repertorio clásico, de los que veía de niña miles de veces, y bailarlo en mi cabeza. Pasar de ser bailarina a ser espectadora de ballet es una transición que lleva un tiempo porque cuando lo dejas duele mucho y eso que yo no fui bailarina profesional. Estudié trece años, estuve nueve en un conservatorio y lo vivía muy intensamente. Llegué a creer que me iba a dedicar a eso, pero lo tuve que dejar y siempre hay un cambio brusco que duele, porque ya no te sientes bailarina. Durante una temporada idealizaba a los bailarines, pero ahora disfruto viendo los espectáculos desde la butaca.

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