Todo vale por una herencia, defiende Helene Flood. Sin embargo, la que le queda a Evy tras la muerte de su marido Erling es de una índole muy particular. La noruega Flood ha visitado esta semana Barcelona para presentar La herencia (Planeta/Columna), un thriller psicológico que juega con la memoria –la de la protagonista– y pone en constante duda al lector.
«Mi propósito con esta trilogía –La psicóloga y La comunidad– ha sido investigar la parte más oscura de las relaciones humanas, sobre todo en un matrimonio, donde puede haber mentiras, donde se ocultan cosas. Esas dinámicas que se establecen en el seno de una pareja. Y lo he planteado desde tres ángulos diferentes, aunque las novelas funcionan perfectamente de manera independiente», manifiesta la autora.

Helene Flood, que tiene en la psicología su otra profesión, de la que se nutre, consigue atrapar al lector en las enrevesadas redes del cerebro. En La herencia, la protagonista va descubriendo en pequeños detalles, que la vida que había vivido hasta el momento podría ser una auténtica mentira. ¿Qué lleva a una persona a mostrar una cara ficticia a su pareja? «Es una pregunta que te tienes que formular cuando aflora lo peorcito de la persona», responde Flood. «Yo trabajo mucho con casos de violencia doméstica. Es una realidad que, como seres humanos, tendemos a dañar a quien tenemos más cerca. Pero no es el caso de Evy ni de mis otros personajes. Lo que me interesa es describir el motivo que lleva a alguien a decidir hacer algo que no está bien, que sabe que no está bien, pero que le permite seguir viviendo y mirándose al espejo y pensar no he hecho nada malo, soy una buena persona. Que se autoengaña para convencerse de que en algunos casos está justificado mentir, robar, ser infiel e incluso matar».
Entre los temas de Flood, los traumas o los derechos de la mujer están en un lugar destacado. «Noruega fue de los primeros países en crear refugios para acoger a las mujeres víctimas de algún tipo de violencia, una idea que tomamos de Canadá. También tenemos una ley rígida que se aplica. Dicho esto, se podría hacer muchísimo más porque hay muy poca denuncia todavía. La mayoría de casos o no se denuncian o, si se hace, no llegan al tribunal y podemos estar hablando de violencia sexual».

Ni vísceras ni sangre
Flood, que llega del país de los fiordos, se aleja del género nórdico negro, del más descarnado y cruel. Sin vísceras, cadáveres ni sangre, mantiene la tensión narrativa. Reconoce que lee este tipo de novelas, aunque le resulta difícil «lidiar con la violencia sexual gratuita, sobre todo, describir una escena de ese tipo como pretexto para hablar de otro tema en una novela negra. No me siento cómoda». En su caso, se sumerge en la atmósfera y el suspense. «Prefiero la violencia cotidiana, situaciones que pueden ser mucho más reales que un asesino en serie brutal que tuvo un trauma infantil y va por el mundo matando a mujeres. Un matrimonio en una habitación, silencio que de repente se rompe y esto supone una amenaza de que algo se cierne».
Casada y con dos hijos, ¿tiene confianza ciega en su marido tras La herencia? «Cuando escribo un thriller tiendo a plantear algo que a mí me daría miedo, un miedo que me resulta cercano. Me imagino qué es lo peor que podría pasar. Nunca sabes si se puede producir una traición. Pero ahí está la gracia y la belleza de las relaciones humanas. Yo he optado por confiar, pero el miedo está ahí».