Agosto de 2004. Más de 8.000 personas aguardan en los accesos del Camp de Futbol de la Pastoreta de Reus, lugar elegido para un concierto de Estopa. Por aquel entonces, los hermanos David y José viven ya su primer instante de efervescencia con el público, aunque el retraso del espectáculo amenaza con la suspensión.
Una situación inesperada genera conflicto de intereses graves. El promotor, Vicenç Griera, máximo responsable de la empresa VGM, se marcha del recinto horas antes del inicio de la función, supuestamente a buscar el dinero que falta por pagar a la banda, ya que se había comprometido en que se lo entregaría en mano.
Griera se va solo, a pie, deja en el recinto su coche y a una familiar. Ya no vuelve. Falta una parte del dinero. El desenlace genera una tensa espera de más de 8.000 fans y la determinación de la compañía Heredia Producciones, representante de Estopa, de cobrar lo que resta de taquilla. Eso sí, existe el peligro de suspensión de uno de los shows más importantes de aquel verano en la zona.
Tratos con el Ayuntamiento
La representación del grupo se pone en contacto con el Ayuntamiento y pide cobrar la parte que consideran que se les adeuda a través de las arcas municipales. Reciben la negativa. El consistorio reusense no participa en la organización del espectáculo, solo cede las instalaciones.
La presión llega a su punto álgido en los alrededores del estadio, donde la gente no entiende el por qué no se abren las puertas. El runrún genera mucha inquietud. Entre bambalinas hay amenazas si la banda no cobra la cantidad que había pactado, pero el promotor no aparece. Ni aparecerá. Finalmente, tres horas después de lo previsto, Estopa se sube al escenario de La Pastoreta para cumplir con el concierto. El Ayuntamiento y el manager apagan el fuego con un acuerdo que no incluye, en ningún caso, el pago del contrato establecido entre la formación y el promotor Vicenç Griera. Xavier Filella ejerce como concejal de Cultura y, sin esperarlo, precisa apagar un fuego que está a un paso de generar altercados de orden público.
Se habla de una cantidad de más de 40.000 euros. «El señor empresario se ha largado con el dinero de todos», anuncian los hermanos José y David nada más inaugurar la actuación.
El 31 de ese mismo mes de agosto de 2004, el famoso promotor, Vicenç Griera, da señales de vida y asegura que llega a temer «por su vida» ya que se siente víctima de un «sabotaje» y que «solo» se ha llevado 3.000 euros. Sin duda, se trata de uno de los esperpentos más sonados de la industria musical en España. Por suerte, no se lamentan incidentes graves.
20 años después, Estopa conserva una vigencia extraordinaria, hasta el punto que mañana llenarán las butacas del Estadi Lluís Companys de Barcelona, una aparición que definen como «nuestra particular final de Champions». Vienen de conquistar, hace unos días, el Wanda Metropolitano de Madrid.
La cita se ha programado para las 21 horas, y desde hace semanas que se ha colgado el cartel de sold out, una rutina habitual cuando los hermanos Muñoz visitan cualquier ciudad. En las horas previas, no han ocultado el cosquilleo. «Seguramente es el concierto más importante de nuestras vidas». Alto y claro.
