Whatsapp Diari de Tarragona
Para seguir toda la actualidad desde Tarragona, únete al Diari
Diari
Comercial
Nota Legal
  • Síguenos en:

El arte de querer y criar sin perder la cabeza en ‘Casa en flames’

Entender que el amor de una madre es verdaderamente incondicional, de sacrificio, un peligro para su salud y puede llegar a ser una auténtica desintegración de sí misma

22 agosto 2024 12:53 | Actualizado a 22 agosto 2024 12:56
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Temas:

Entender que el amor de una madre es incondicional, de sacrificio, un peligro para su salud y puede llegar a ser una desintegración de sí misma, es, para mí, la máxima simplificación del argumento de Casa en flames de Dani de la Orden.

La película es, en esencia, una elevación de la típica novela catalana, entremezclando motivos de clásicos como Plats bruts o Ventdelplà, con una sagaz reminiscencia a la tradición de Mirall trencat; el regocijo en la toxicidad de las familias de la pequeña burguesía que tanto nos caracteriza.

En esta película no hay villanos ni héroes, solo individuos delirantes llevados al límite por la rutina del vivir, todos igual de importantes y todos con un desarrollo psicológico magnífico.

Con una trama centrada en la existencialidad del querer y la eterna felicidad prometida, se van desnudando las miserias humanas lentamente, hasta que tu subconsciente mismo acaba completamente descubierto ante el film.

Plantea la aterradora realidad de acabar como cualquiera de sus protagonistas

De la Orden juega con una maestría desquiciante con las emociones del espectador, dejándonos siempre vigilantes del siguiente paso: cunado estás a punto de emocionarte, te presenta una ácida burla, y las bromas son seguidas por secuencias estremecedoras, deambulando constantemente sobre el fino hilo de la cordura.

Se plantean las problemáticas del ser madre, y de tener una, usando la maternidad como hilo conductor de la trama: una cosa es tener una madre que te odia, lo cual siempre es horrible, pero puede ser peor tener una madre que no lo hace. Tener una madre que simplemente está agotada por el hecho de serlo o una madre que tal vez quiso ser madre alguna vez, y luego se dio cuenta de lo ingrato que era su trabajo y no quería odiar, pero era difícil amar. Una madre que no tiene nada más que ser madre y se aferra a mimar y controlar de una manera que resulta asfixiante. A pesar de todo, todos necesitamos una madre y esa es la parte más horrible y miserable de todo y con la que De la Orden cierra el film de manera redonda, el Uróboros generacional del que no conseguimos despegarnos.

A pesar de ser la misma Montserrat consciente de lo ingrato de su familia, esto no salva ni a su hija, ni a su propia madre de padecer un destino todavía peor, acentuando la ironía que persigue a todas las mujeres, que entienden a su madre como un santo perfecto absuelto de imperfecciones, mientras ellas mismas trepan hasta su misma cruz.

Es, sin duda, una de las mejores y más brutales películas sobre el miedo a la soledad de los últimos tiempos, desde la experiencia de una madre que lo ha dado todo por una familia que se desmorona ante la realidad. Implacable en su retrato de nuestra desesperación ante el abandono y en como nos mutilamos hasta quedar irreconocibles si eso significa aferrarnos a ese pequeño roce de cariño que nos transporta siempre a un pasado mejor.

Con una secuencia inicial sensacionalmente esperpéntica, un reparto inmejorable y unas actuaciones espléndidas por parte de Emma Vilarasau y Maria Rodríguez Soto, «Casa en flames» se ha convertido, para mí, en una de las películas más terroríficas de lo que llevamos de año, porque plantea la aterradora realidad de acabar como cualquiera de sus protagonistas.

Comentarios
Multimedia Diari