Desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un pobre. La teoría no deja lugar a dudas. En la práctica, los y las mortales nos debatimos entre el esmorzar de forquilla y el Brunch (a partir de la unión de breakfast, desayuno, con lunch, almuerzo). En un rincón del cuadrilátero, la tradición y la herencia culinaria; en el opuesto, un viaje de sabores y texturas inspirado en recetas del mundo. Entonces, ¿por qué conformarse con uno u otro cuando tenemos lo mejor de los dos al alcance?
Con más de dos décadas en el ring gastronómico, los hermanos Natàlia y Anton Rodríguez son unos luchadores innatos detrás de los fogones de La Manigua (Reus). Su cross –golpe directo– son los guisos. «Desde el fricandó hasta el estofado de ternera, pasando por las manitas de cerdo o los callos», explica Anton. En la cocina, su juego de pies se sustenta en la comida tradicional catalana, «siguiendo las recetas de nuestra abuela y madre». «Todo es xup xup i picadeta», añade Anton. Así defienden la excelencia en el cuadrangular.
Una estrategia que mantienen en cada asalto: por las mañanas esmorzar de forquilla y al mediodía menú diario. Cada día, en La Manigua el cliente encontrará tres tipologías de desayunos y alguna sugerencia. Primero, L’esmorzar de L’Avi. «Es el ABC, ya que incluye platos como las Sardines costa amb els seus allets o la Llonganissa d’Alforja amb fesols». Le sigue L’esmorzar de la Casa, con guisos como la Galta estofada amb vi D.O. Montsant. Por último, L’esmorzar del Senyoret, una puja por el Estofat de calamar de l’àvia Mila o el Cruixent de Cansalada a baixa temperatura.
Una variedad que pone a los clientes contra las cuerdas. «Lo importante es tener la mentalidad abierta; y confiar en los platos especiales que canto al momento», asegura Anton. El pan de proximidad, un vino de la casa Montsant y el café 100% natural acumulan puntos. «Si tienes una buena cocina y guisos de calidad, como restaurador tienes la obligación de ofrecer un buen pan, vino y café», señala Rodríguez.
Un combate de boxeo no son solo golpes, sino años de aprender a sobrevivir. Los mismos que requiere la cocina. «De nuestros padres hemos heredado la pasión por la cocina», asegura Anton. Cada maestrillo tiene su librillo.
Al otro lado del cuadrilátero, toman posición Albert Falcón y Daniela Avram, de El Jardín del Brunch (Tarragona). Su juego de piernas, para sorprender al oponente, se basa en tostadas, pancakes, gofres y berlinas. «Nos hemos especializado en todo tipo de tostadas saladas y dulces, disponibles también con pan sin gluten del establecimiento Sense TGN; además de tortitas, tartas, bagels, gofres, etc.», detalla Albert.
Él y Daniela se mueven por la lona de manera ágil: «A cada uno de ellos, se le pueden añadir una gran variedad de frutas –mango, kiwi, plátano, fresas, etc.- y toppings, como chocolate blanco, dulce de leche, crema de frutos rojos o crema Matcha». El cinturón de campeón es para la Tosta bendición. Como caída del cielo, incluye guacamole, salmón, tomate cherry, huevo Benedict, salsa holandesa y un toque de perejil fresco. En cambio, de los pancakes el campeón indiscutible es el topping de chocolate de la casa. «Es una receta propia con un sabor espectacular», afirman ambos.
Zumos, batidos y smoothies son también fuentes de energía. «Ni servimos bebidas alcohólicas ni refrescos. Nos decantamos por bebidas saludables», destacan. Una estrategia poco convencional, pero más saludable y efectiva.
El último derechazo de El Jardín del Brunch, y con el que perder el aliento, es el distintivo Pet Friendly. «Ofrecemos de manera gratuita agua y snacks a las mascotas», explica Albert.
Hemos llegado al último round. Estamos frente a un empate técnico entre los esmorzars de forquilla y el Brunch. Hayamos apostado por uno o por otro, ambas delicatesen nos dejarán KO.