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4º de ESO, el curso en que se fragua el abandono

En la demarcación, el 12,9% de alumnos no sigue estudiando al acabar la etapa obligatoria. Un estudio de la Fundació Bofill muestra cómo la renta o el origen son determinantes

12 junio 2023 21:09 | Actualizado a 13 junio 2023 07:00
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Para muchos alumnos de instituto estos días son los de la antesala de las vacaciones (las clases en ESO y bachillerato acaban el 20 de junio) pero para otros no se tratará de un simple paréntesis de verano, sino del momento en que se desvincularán completamente del sistema educativo.

Un estudio reciente de la Fundació Bofill muestra como el 61% del alumnado de 19 años que ha dejado los estudios (datos de 2020) lo había hecho al terminar el último curso de la Educación Secundaria Obligatoria. Así pues, 4º es un curso crítico para el abandono escolar prematuro.

El informe recuerda que Catalunya solo el 86,3% de los jóvenes están escolarizados a los 17 años; casi 4 puntos porcentuales por debajo de la media del conjunto de España (90%). En la comparativa estatal solo las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla tienen peores datos.

Carlos Bueno, uno de los autores del estudio ‘El abandono en 4º de ESO: las desigualdades en la transición a la educación postobligatoria’ explica que el problema del abandono es, por sobre todas las cosas, un problema del sistema educativo, por lo que los alumnos que en Catalunya han abandonado, en otros contextos probablemente seguirían estudiando.

En el caso de la provincia de Tarragona la cifra de alumnos que no siguen estudiando al acabar 4º de ESO era de 12,9% en el curso 2019/2020, un porcentaje ligeramente superior al conjunto de Catalunya que se sitúa en 12,5%. La cifra, de hecho, apenas se movió en cuatro cursos contando desde el 2016/2017.

El perfil de la vulnerabilidad

Uno de los factores estrechamente relacionados con el abandono en el final de esta etapa es la condición socioeconómica. Destaca, por ejemplo, que el alumnado extranjero abandona 2,5 veces más que sus compañeros nativos. Además, los niveles de abandono alto o muy alto afectan 2,8 veces más a los alumnos con renta baja.

Igual que pasa con otros ámbitos educativos, los chicos tienen más probabilidades de abandonar (14,6%) que las chicas (10,5%). Eso sí, también advierte el informe que el abandono entre las jóvenes de nacionalidad extranjera (21,5%), es 2,5 veces superior al de sus compañeras nativas (8,9%). Además las chicas con necesidades educativas derivadas de su situación socioeconómica abandonan 3,3 veces más que las que no tienen esta condición.

El ‘efecto compañero’

Los investigadores han encontrado además que la concentración de alumnos que abandonan en un mismo centro escolar «amplifica» el fenómeno. Un dato relevante es que 7 de cada 10 centros escolares de máxima complejidad tiene niveles de abandono altos o muy altos, por lo que abogan porque los centros escolaricen una población diversa.

Es lo que llaman «el efecto compañero, es decir la concentración de alumnado que abandona tiende a amplificar los procesos de abandono por la falta de referentes de continuidad educativa», por lo que abogan poner en marcha medidas para reducir la concentración de alumnado que abandona en determinados centros.

La orientación es clave

La Fundació Bofill ha elaborado una serie de recomendaciones que debería liderar el Departament d’Educació, apunta Carlos Bueno, quien recuerda que la mitad de los que no siguen estudiando han conseguido graduarse de la ESO.

Uno de los pilares, explica, es contar con un sistema de orientación que sea capaz de adaptarse a las necesidades y perfiles de los estudiantes.

Asegura que no se trata de un problema en el acceso a la información (que sepan qué se puede estudiar) sino de un acompañamiento más completo que ayude a evitar la desvinculación escolar. Justo por ello, apunta, sería clave comenzar antes, al menos en primero de la ESO.

El estudio aboga por un plan de orientación individualizado para cada alumno desde 1º

Actualmente el Departament d’Educació está preparando un decreto de orientación educativa y Bueno considera que es una buena oportunidad para crear planes individualizados.

La Fundació pide también ampliar los dispositivos de educación inclusiva en la etapa postobligatoria para dar respuesta a las necesidades formativas del alumnado vulnerable o con necesidades especiales; que se apliquen medidas de desagregación en determinados centros que concentran niveles elevados de alumnado que abandona los estudios, y que el departamento ponga en marcha ayudas económicas, como becas salario o ayudas de transporte, dirigido a alumnado vulnerable por «compensar las barreras» en la transición hacia la educación postobligatoria.

La experiencia de Tarragona

«La mayoría de chicos que llega aquí quieren aprender pero no han encontrado la motivación para hacerlo. Ninguno viene con un ‘no’ de entrada y si les acompañas la mayoría continúa estudiando», explica Alicia García, técnica del Institut Municipal d’Educació de Tarragona, IMET que tiene entre sus funciones acompañar a jóvenes que han abandonado o están en riesgo de abandonar prematuramente los estudios.

El programa se inició el curso 2021-2022 aunque estuvo unos meses detenido por temas de contratación. La encargada de ponerlo en marcha, Judith Ferrándiz, explica que lo primero que se hizo fue contactar con todos los institutos públicos de Tarragona además de La Salle Torreforta y Joan XXIII (estos últimos son concertados pero forman parte del Pla educatiu d’Entorn). La intención era que los orientadores y tutores de los centros supieran que podían dirigir al IMET a los alumnos que podían estar en riesgo de abandonar.

Se creó, además, una encuesta que se responde en unos 4 o 5 minutos para alumnos de 4º de ESO donde se pregunta sobre aspectos como el absentismo y la vinculación con el centro educativo y, sobre todo, si tienen intención de seguir estudiando.

Con esta información se elabora una especie de semáforo. A los alumnos que están en riesgo más alto de abandono y a sus familias se les ofrece acudir al IMET a realizar orientación. El curso pasado se atendió a unos sesenta.

Conocer las alternativas

Apunta García que en muchos casos los jóvenes desconocen que hay formas de seguir estudiando que no implican siempre un cliclo de grado medio de FP o un bachillerato. A algunos, incluso, se les acompaña a realizar trámites como la preinscripción.

Aunque es un servicio donde básicamente acuden los alumnos derivados por los institutos, los jóvenes interesados también pueden acudir por su cuenta.

Paralelamente se ha elaborado un ‘mapa de recursos’ que se puede consultar on line en el que pueden verse las opciones formativas que hay en la ciudad. «Falta conocimiento de las alternativas, el abanico es más amplio de lo que se piensa», explican.

El programa forma parte del Pla Educatiu d’Entorn, una iniciativa de cooperación educativa entre el Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya y el Ajuntament de Tarragona.

Montserrat Alegret, técnica del plan, explica que de lo que se trata es de evitar que los jóvenes abandonen el sistema, porque la evidencia demuestra que después reengancharse en mucho más difícil.

García explica que los jóvenes que llegan al servicio, en general, tienen muy pocas perspectivas de su futuro «pero cuando les ofreces una mano la cogen». La intención, desde este curso, es hacerles seguimiento en el tiempo.

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