Aquella zona de huertos en el límite con el núcleo histórico de El Vendrell y con Santa Oliva fue el lugar escogido para levantar una serie de edificios en los que en un primer momento se instalaron inmigrantes principalmente de Andalucía y Extremadura en busca de más posibilidades y que encontraban en esos nuevos barrios pisos asequibles.
Ahora hace 50 años del nacimiento de Pisos Planas de El Vendrell. El Arxiu Comarcal del Baix Penedès lo ha recordado con imágenes de Jaume Domingo Planas.
En cinco calles que formaron una cuadrícula nació un barrio en el que fueron los campos de Josep Planas y donde también tenía una granja. A principios de los años sesenta la agricultura ya no era una forma de subsistencia y los terrenos se fueron vendiendo.
Como en tantos barrios que crecieron para acoger a la gran cantidad de inmigración, allí se formó un sentimiento de pertenencia, de comunidad, de encuentro y de recuerdos que compartir, lejos de la tierra de cada uno.
Y como en todo esos barrios, un bar era el punto de encuentro. Esa isla de unidad. De refugio. El Bar Montserrat, que hoy se mantiene y que ha visto la historia de Pisos Planas a través de sus ventanas.
Es un núcleo que, sin embargo, ha cambiado mucho y gran parte de aquellos primeros residentes ya marcharon.
Inicialmente fueron tres bloques de pisos y se anunció que habría una plaza y un parque, como explica Marc Guitart en el semanario La Fura. Parque y plaza que nunca se llegó a hacer, como en tantos de aquellos barrios. Promesas incumplidas, como las que oían los residentes en aquellos barrios que acogieron a los primeros inmigrantes.
El núcleo tuvo sus comercios, la panadería y unas calles en las que se encontraban vecinos para compartir, charlar y convivir.
Como en todos esos núcleos que acogieron a miles de inmigrantes que lucharon por las mejoras en sus calles, las crisis económicas fueron mazazos. Los trabajadores fueron las primeras víctimas del cierre de empresas y del desempleo feroz.
Y los Pisos Planas fueron degradándose. Venta de drogas, desórdenes, okupaciones... Aquellos primeros vecinos ya no sintieron esa pertenencia porque aquel ya no era el barrio que levantaron con sus esfuerzos.
Quienes quedan mantienen el empeño por una recuperación que una la convivencia que van ganando. Porque las promesas de las diferentes administraciones para una recuperación urbanística, mejora de las viviendas y reactivación, han quedado en el aire.
Sí que han recuperado la tranquilidad social, pero queda mucho por hacer.
