Joan Simó es biólogo, doctorado en Biotecnología Agroalimentaria en la UPC, donde creó el Centre de Recerca de Tecnologia Agroalimentària Agrotech. Desde hace dos años, dirige el departamento de Innovación y Sostenibilidad del Grup Ametller Origen. El proyecto más importante que tiene entre manos, un hub agroalimentario en Mont-roig del Camp. La inversión asciende a 50 millones de euros y prevé empezar a producir a principios de 2027.
¿A qué se refieren exactamente con agricultura tecnificada?
Incorporar la tecnología que tenemos al alcance para ser más eficientes en la producción de alimentos y en el cuidado de plantas. En nuestro caso, es aplicar la hidroponía, que en lugar de cultivar en el suelo, cultivamos en un sustrato inerte donde la planta puede echar raíces y nosotros le proporcionamos el agua y nutrientes exactos que ella necesita. El otro aspecto es el control del clima. A través de ventilación o de calefacción, mantenemos en los invernaderos la temperatura que la planta necesita durante el máximo de tiempo.
¿Así multiplican por cinco la producción respecto a un huerto tradicional?
La planta coge todo el agua que necesita y es más productiva. En el caso de la lechuga, por ejemplo, cuanto más agua capta, más rápido crece. Al aire libre, con suerte se hacen dos o tres ciclos de cultivo de lechuga al año. En un invernadero, se pueden hacer entre diez y doce ciclos en la misma superficie.
¿Y eso no tiene que ver con más tratamientos químicos?
Es justo al revés. Nos permite trabajar en unas condiciones óptimas, con muchas herramientas para llevar a la planta a su mejor versión. Si tengo un invernadero con una malla antiinsectos, ya no hace falta usar productos insecticidas. Lo mismo pasa con los hongos, que se pueden evitar jugando con la distribución del aire por capas y la humedad. Es una agricultura de residuo cero y hay cultivos en que no se hace ningún tipo de tratamiento, algo que al aire libre es imposible.
¿Ese crecimiento tan rápido no afecta al sabor del alimento?
Ese es uno de los grandes retos que tenemos por delante. Evidentemente, cuando pones mucha agua en un producto, ese producto suele ser más malo. Cuanto más agua, menos sabor. Sin embargo, sabemos que, en según qué épocas del año, si restringimos el consumo de agua a un tomate, tiene mejor sabor. Se trata de lograr un balance entre restringir el consumo de agua y que produzca lo mínimo para que salga económicamente rentable.
Controlarán el ciclo completo de cada fruta o verdura, desde la semilla hasta la llegada a tienda.
Un proyecto que reduce mucho la cadena nos permite tener mejores alimentos, cogerlos en un punto de madurez óptimo y que sean más sabrosos y más saludables nutricionalmente. Nosotros seremos capaces de tener en tienda verduras cogidas el mismo día en Mont-roig.
Garantizan que no será necesario conectarse a la red de agua ni extraerla del freático.
Este proyecto es eficiente porque consumiremos mucha menos agua por kilo de alimento. Es un tema en el que hemos trabajado desde el principio. Tenemos una ventaja y es que tendremos mucho techo. Todo el agua que caiga en los invernaderos, la recogeremos. Ahora, tenemos que dimensionar bien las balsas a donde irá a parar este agua. Estimamos que representará hasta un 50%. El otro 50% estamos abriendo diferentes frentes, como son conectarnos a la depuradora o crear una desaladora.
¿La prioridad es usar agua regenerada de la depuradora?
Si tenemos 100% de la concesión de la EDAR y podemos reaprovechar el agua que ahora se tira al mar, cubriríamos el 100% de las necesidades hídricas del proyecto. Eso no depende de nosotros, sino de la ACA. Ahora estamos en conversaciones y para nosotros es la solución más lógica.
Uno de sus objetivos es que el sector agrícola vuelve a ser atractivo para hacer carrera profesional. ¿Cómo lo harán?
De la misma manera que las plantas estarán más cómodas a nivel climático, los trabajadores también. No es lo mismo trabajar al aire libre, que en un invernadero. Tenemos la obligación de que el trabajo del día a día sea más cómodo para la gente. El sistema hidropónico permite recoger el fruto a la altura del pecho. Además, con un sistema de alta eficiencia, por suerte el rendimiento económico es mejor y se pueden ofrecer mejores sueldos de los que se están ofreciendo en otros tipos de agricultura.
Es un cambio de paradigma radical respecto a la agricultura tradicional y eso genera ciertos recelos entre los payeses y los vecinos de la zona.
En absoluto se tiene que ver como una amenaza. Es un proyecto abierto y de transferencia tecnológica que puede servir para mejorar las herramientas al alcance de todos. Este tipo de agricultura tampoco se tiene que imponer sobre cualquier otra, todas son complementarias. Algunos payeses de Mont-roig ya nos sirven en nuestras tiendas y no queremos dejarlos de tener.