Hace unos días la entidad Patí Calafell Carles Barral recuperó la barca Manuela para su restauración tras años languideciendo en la playa de Sant Salvador. Esa barca fue el inicio de la actividad pesquera en la zona una vez decayó el puerto que había para exportar vino y aguardiente. La llegada del tren puso fin a la actividad portuaria.
Son muchos los sorprendidos del pasado portuario que también impulsó la actividad del botero y que llevó a abrir diversos talleres. El puerto de Sant Salvador se remonta a principios del 1800 y ayudó a impulsar la zona y a enriquecer a varias familias.
Hilera de botas
No era un puerto al uso. El embarcadero era una hilera de botas ligadas con cuerdas que se adentraba cien metros en el mar. Lo justo para que las barcas de cabotaje parasen sin embarrancar y cargar. Pero ¿por qué un puerto en Sant Salvador?
El historiador Joan Santacana considera el origen por la guerra con Inglaterra. Significó la alianza con Francia, rival comercial de Catalunya. Inglaterra dejó de comprar aguardientes, aceite y frutos secos. Pero además interceptaba el comercio con América. El puerto de Sant Salvador surgiría por el control del tráfico desde Vilanova, mucho más vigilado. En Salvador se burlaba el bloqueo y mantenían las exportaciones.
Entrada y salida
El producto más embarcado fue el vino seguido del aguardiente. Llegaban trigo, arcos de madera para hacer botas, bacalao, papel, canela, pimienta y garbanzos y algodón. El destino principal de las exportaciones era Catalunya, pero también Cádiz y América.
Ese puerto generó una gran actividad. El Baix Penedès incrementó la producción de vino en el primer tercio del XVIII con la plantación de más viña. Y aumentó la población. Calafell pasó de 279 habitantes en 1762 a 493 en 1787. También hubo un incremento de viña.
Hilera de botas
Un registro del puerto entre 1804 y 1809 muestra su actividad. Según los años podían llegar entre 100 y 200 laúdes, unas barcas de cabotaje, con la costa a la vista. Eran de poco calado, entre las cuatro y las doce toneladas. También constan fragatas de 200 toneladas y bergantines de un centenar, que provenían del Mar del Norte y de Italia. Los barcos permanecían entre uno y dos días en Sant Salvador.
Ese comercio enriqueció a diversas familias. Un estudio destaca al consigantario Sucies de El Vendrell que se enriqueció en la primera mitad del XIX. Fundó un almacén cerca de la playa, compró una finca en la Rambla y construyó una mansión señorial.
La guerra había cortado el flujo a Cádiz, escala para América y se reemplazó por el catalán. La recuperación del comercio a Cádiz se consolidó cuando la localidad estuvo sostenida por la flota británica.
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- El estudio sobre el histórico embarcadero: file://srvfs/Usuaris/jmbaselga/Downloads/59449-Text%20de%20l'article-92352-1-10-20071026%20(4).pdf