Cambrils se volvió a reivindicar ayer como la capital de la lucha contra la ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica). La segunda edición de la Travesía solidaria Swim for ELA fue un éxito absoluto y reunió a cientos de participantes en una jornada cargada de emoción tanto dentro como fuera del agua. La prueba consistía en unir los puertos de Calafat (L’Ametlla de Mar) y Cambrils en una travesía por equipos. Aunque el día amaneció resplandeciente e invitaba a pensar en una travesía tranquila, antes de completar la mitad del recorrido, el mar se empezó a poner en contra y obligó a ponerle un poco más de épica a la gesta de los 170 nadadores que se echaron al mar. Todos ellos lograron un total de 37.205 euros que se destinarán a la investigación de la enfermedad y el acompañamiento de sus familias, aunque la recaudación total se conocerá en unos días.
Fue una jornada marcada por la emoción desde primera hora de la mañana. Justo antes de la salida, a las 9, los 170 valientes que se embarcaron en esta aventura solidaria protagonizaron un momento de los que ponen la piel de gallina. Como homenaje a todas las víctimas que han perdido la vida el último año por culpa de la ELA, los nadadores clavaron sus rodillas en la arena antes de meterse al agua y guardaron un minuto de silencio bajo el sonido del violín de Astrid Torrente.
El epicentro de la fiesta estaba a 23 kilómetros de allí, en el Club Nàutic Cambrils, punto de llegada de la travesía. A lo largo de toda la mañana, la organización preparó un montón de actividades para animar la espera de los nadadores y sumar para la causa. La mañana empezó con una chocolatada y siguió con una clase de zumba, un concierto de gospel, un espacio de maquillaje y globos para los más pequeños, un vermut electrónico y una fideuá popular. Además, durante todo el día se pudieron disfrutar de actividades náuticas, así como venta de merchandising de Swim for ELA.
Pasadas las dos y cuarto de la tarde, y cuando el cronómetro marcaba las cinco horas desde que habían salido los participantes desde Calafat, el primer equipo empezó a asomar por la bocana del puerto. La expectación era máxima. Un grupo de enfermos de ELA, entre ellos el cambrilense Siscu Morell, uno de los artífices del evento, se encargaron de dar la bienvenida a los nadadores y colgarles la medalla al cuello. Bajo una gran ovación de todos los presentes, los primeros en pisar tierra se fundieron en un abrazo ante las miradas y los flashes de todos los que llevábamos horas esperándoles.
Aunque la travesía no tenía carácter competitivo, Diego Ortega, del equipo Malalts d’Aigua, confesaba al llegar en primera posición que «sabíamos que íbamos primeros y siempre hay un poco de pique. El año pasado llegamos los terceros». Aun así, recordó que lo más importante era conseguir fondos y destacó el papel de Cambrils en esa lucha: «La gente siempre responde. La llegada ha sido muy emocionante». Sobre el desarrollo de la prueba, explicó que «hemos salido con un tiempo muy bueno, pero después se ha empezado a complicar un poco, han subido las olas y el viento y el último tramo ha sido más complicado».
Los segundos en llegar fueron los miembros del equipo Nico, que vinieron desde Barcelona para cumplir con una promesa muy especial. «Nuestro patrón, Charly, tenía un sobrino que se llamaba Nico y que murió de ELA hace seis meses. Ya hicimos juntos un reto parecido y ahora hemos querido nadar esta prueba en homenaje a él y a su familia», decía visiblemente emocionada Marisa Díaz, una de las componentes del relevo.