La Navidad ya ha llegado al bolsillo de los pensionistas. Los más de nueve millones de beneficiarios de una prestación contributiva han cobrado ya la paga extra de diciembre y su nómina se ha duplicado hasta rozar los 2.200 euros. Esta cantidad se ha elevado y ha superado los 2.500 euros en el caso de los cerca de 6,3 millones de jubilados, que ingresan mensualmente 1.258 euros brutos de media.
Esto ha supuesto un fuerte desembolso para las arcas de la Seguridad Social, que ha tenido que destinar 21.562 millones de euros para este doble pago, lo que tensiona aún más las cuentas de un sistema que está en números rojos.
Concretamente, la nómina mensual de las prestaciones contributivas marcó un nuevo récord en noviembre al ascender a 10.913 millones de euros, lo que supone una subida del 6,1% respecto al mismo mes de 2021, según los datos publicados ayer por el Ministerio de Seguridad Social, que señala, no obstante, que, en términos homogéneos, el aumento del gasto se reduce al 4,5% interanual.
Roza así los 11.000 millones, una barrera que se traspasará ampliamente en enero, cuando las pensiones se revaloricen en torno a un 8,5%, que es la inflación media anual que prevé el Gobierno (el dato definitivo lo marcará el IPC de noviembre).
El abono de la paga extraordinaria ha supuesto otros 10.649 millones de euros, una cantidad un poco inferior debido a que hay un pequeño grupo de pensionistas que no la reciben: los beneficiarios de una prestación por incapacidad permanente a consecuencia de un accidente de trabajo o enfermedad profesional, que la tienen prorrateada en doce mensualidades.
El gasto en pensiones se disparará con el nuevo año hasta límites nunca vistos, por encima de los 190.000 millones, ya que la nueva subida del 8,5% supondrá un extra cercano a los 15.000 millones. Además, el alza se eleva al 15% para los más de 440.000 pensionistas no contributivos, aquellos con unas rentas más bajas debido a que no han cotizado suficiente para recibir una prestación contributiva.
Se mantiene así el mismo incremento que vienen recibiendo desde el mes de julio, gracias al acuerdo alcanzado entre el Gobierno y EH Bildu durante la negociación de los Presupuestos Generales del Estado para el próximo ejercicio.
Una brecha de casi 500 euros
Otra barrera que previsiblemente se traspasará el próximo año será la de los diez millones de pensiones con la llegada además de los primeros jubilados de la generación del ‘baby boom’, ya que en noviembre se abonaron un total de 9.975.234 pensiones contributivas, un 0,77% más que hace un año.
Sin embargo, lo que no marca máximos, sino que incluso está en una senda ligeramente descendente es la pensión que cobran los nuevos jubilados que entran al sistema procedentes del Régimen General: 1.482 euros, lo que supone una caída cercana al 1%. Desde inicio de año, cuando registró un nuevo récord al escalar hasta los 1.629 euros, ha experimentado un fuerte recorte de 100 euros. De igual manera, supone un descenso respecto a los dos últimos años, cuando los ingresos de los nuevos jubilados superaban los 1.500 euros al mes.
Por el contrario, la pensión media de los jubilados que fallecen alcanza máximos al situarse por primera vez en los 1.290 euros, con lo que se reduce así la brecha entre las prestaciones de los que entran y los que se van: 192 euros, lejos de los 374 euros que les separaban en enero de este mismo año.
Mayor es la brecha de género que existe en la jubilación pese al complemento que reciben casi 340.000 mujeres: los hombres cobran 1.446 euros mensuales frente a los 981 euros de ellas, 465 euros menos.