El viernes daba inicio una erupción volcánica en la península de Reykjanes (suroeste de Islandia), la sexta en los últimos meses, según informó la Oficina Meteorológica de este país nórdico (IMO, en inglés).
El inicio de la erupción se produjo poco antes de la medianoche del jueves, tras un potente terremoto y la longitud de la fisura eruptiva es de aproximadamente 3,9 kilómetros, según dio cuenta en el último parte.
Se trata de la sexta en la zona desde diciembre y en todas ellas solo se registraron daños materiales. La anterior erupción comenzó en mayo y se prolongó durante varias semanas.
Esta erupción ha ido acompañada de la liberación de una cantidad indeterminada de dióxido de azufre (SO2) que se ha ido desplazando por el mapa debido a las corrientes de aire. Por el momento, este gas tóxico se ha ido desplazando hacia el sur de Europa y ha cubierto completamente Inglaterra y gran parte del norte de Francia. Sin embargo, una de las masas principales de este dióxido de azufre se ha dirigido directamente a la Península Ibérica y ha dejado ya concentraciones moderadas en Galicia, Cantabria, Asturias, parte de Castilla y León y el País Vasco. Las previsiones auguran que las partículas de SO2 cubran prácticamente toda España a partir de mañana por la tarde, con una especial presencia en Catalunya, tal y como ha informado el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio.
¿Qué es el dióxido de azufre?
El dióxido de azufre (SO₂) es un gas incoloro con un olor penetrante y característico, similar al de los fósforos quemados o a los huevos podridos. Es un compuesto químico formado por la combinación de azufre y oxígeno. El dióxido de azufre se genera principalmente durante la combustión de materiales que contienen azufre, como el carbón y el petróleo, y también se libera en procesos industriales, especialmente en la producción de ácido sulfúrico, la fundición de minerales y la refinación de petróleo.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que las concentraciones terrestres de este gas que está dejando la erupción son modestas y no representan un peligro real para la salud: solo es posible que se perciba un ligero olor a azufre.
Peligros del dióxido de azufre
1. Efectos sobre la salud:
- Sistema respiratorio: El SO₂ es un irritante fuerte de las vías respiratorias. La inhalación puede causar problemas respiratorios como tos, dificultad para respirar, opresión en el pecho y exacerbación de enfermedades respiratorias preexistentes como el asma y la bronquitis crónica.
- Problemas cardiovasculares: La exposición a altas concentraciones de dióxido de azufre se ha asociado con un aumento en la mortalidad por enfermedades cardiovasculares.
- Efectos en los ojos y la piel: Puede causar irritación ocular, y en contacto con la piel húmeda puede formar ácido sulfuroso, que es corrosivo.
2. Impacto ambiental:
- Lluvia ácida: El dióxido de azufre es un precursor de la lluvia ácida. Cuando se libera a la atmósfera, puede reaccionar con el agua, el oxígeno y otros químicos para formar ácidos sulfúricos. Esta lluvia ácida puede dañar bosques, lagos y ríos, acidificando el suelo y las masas de agua, lo que afecta a la vida vegetal y acuática.
- Calidad del aire: El SO₂ contribuye a la formación de partículas finas (PM2.5) y otros contaminantes que pueden empeorar la calidad del aire, afectando la visibilidad y la salud pública.
- Corrosión: Puede dañar materiales de construcción, especialmente aquellos a base de caliza y mármol, ya que reacciona con estos materiales formando sales solubles que pueden ser arrastradas por el agua, deteriorando la estructura.
3. Riesgos industriales y de transporte:
- Explosión y combustión: Aunque el dióxido de azufre en sí no es inflamable, puede reaccionar con otras sustancias en condiciones específicas y causar explosiones o incendios.
- Toxicidad en concentraciones elevadas: En entornos industriales donde el SO₂ se maneja en grandes cantidades, las fugas pueden ser extremadamente peligrosas, llevando a intoxicación severa e incluso la muerte si no se controla adecuadamente.