El jefe de sección del Servicio de Medicina interna del Hospital de Dexeus de Barcelona, Jordi Robert, apunta que la covid persistente no es una enfermedad nueva sino que podría ser en realidad síndrome de fatiga crónica desencadenado por el virus SARS-CoV-2.
Robert, que es especialista en fatiga crónica, ha publicado un editorial en el último número de la revista ‘Medicina Clínica’ en el cual replantea el estatus del denominado covid persistente y pone en entredicho que se trate de una nueva enfermedad.
“Hasta ahora, y no con absoluto consenso, se han identificado tres situaciones clínicas relacionadas con la infección por la covid-19”, según Robert.
“La primera serían las manifestaciones clínicas a consecuencia del daño sobre diferentes órganos producidos por la infección; la segunda, las manifestaciones secundarias debidas a ingreso hospitalario/UCI o en el tratamiento de la infección; y lo tercero, el que genera más incertidumbre y dudas es el llamado long covid o covid persistente”, explica el doctor.
Los médicos definen la covid persistente como una serie de síntomas que persisten durante 4-12 semanas después de la infección, incluso en formas leves y asintomáticas, que no pueden explicarse por un diagnóstico alternativo.
Estos síntomas son: fatiga, dificultad para pensar o concentrarse, ortostatismo, palpitaciones y dolor muscular y articular, y todos empeoran después del esfuerzo.
Según Robert, el encefamielitis miálgica, más conocida como síndrome de fatiga crónica, presenta también estos síntomas que, en ambos casos impiden hacer tareas cotidianas y empeoran la calidad de vida de los pacientes.
“Sospechamos, aunque todavía no hemos sido capaces de demostrarlo, que algunas infecciones víricas están relacionadas con el inicio del síndrome de la fatiga crónica”, afirma Robert.
“Todo esto nos lleva a preguntarnos si hay alguna diferencia entre aquellos pacientes diagnosticados con covid persistente respecto a los pacientes diagnosticados con síndrome de fatiga crónica”, reflexiona el especialista.
Según Robert, “si aceptamos que la covid persistente es una fatiga crónica desencadenada por la infección por coronavirus, tendríamos que tratar la covid persistente como una enfermedad crónica. Y en el sentido contrario, tendríamos que comprobar que los tratamientos que funcionan en covid persistente son igualmente útiles en pacientes diagnosticados de síndrome de fatiga crónica”.
Robert concluye la editorial afirmando que, a su entender, tendría que plantearse el cambio de denominación de la covid persistente y sugiere que quizás la pandemia por covid “nos esté llevando a otra pandemia, esta vez de una enfermedad conocida cómo es el síndrome de la fatiga crónica”.