Al mismo tiempo que bajan las temperaturas, la factura de la luz y el gas se dispara. Poner a raya el gasto y evitar un descalabro en la economía familiar no es una misión imposible. El primer paso para contener el consumo es ajustar la potencia contratada a las necesidades reales. La ecuación real es que cuanto más potencia, mayor es el gasto. En este sentido, la potencia más habitual está entre los 4 y los 10kW.
Las tarifas con discriminación horaria también son una buena solución para reducir el coste final de la factura. Para ello hay que analizar primero los hábitos de uso de la electricidad. Según la OCU «sólo un 5% de los clientes tienen esta tarifa, a pesar de que un hogar medio puede llegar a ahorrar al año 70 euros por tener la tarifa con discriminación horaria».
También es importante analizar las necesidades de luz concretas que tiene cada parte de la vivienda. No todos los espacios tienen las mismas, ni durante el mismo tiempo, ni con la misma intensidad. En este sentido, los expertos aconsejan iluminar la casa con bombillas de luz de bajo consumo. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) «las bombillas de bajo consumo son más caras que las convencionales pero se amortizan mucho antes de que termine su vida útil (entre 8.000 y 10.000 horas)». Hay que añadir que también duran 8 veces más que las bombillas convencionales y proporcionan la misma luz, consumiendo un 20% – 25% de la electricidad que necesitan las incandescentes.
El aislamiento en cubiertas, fachadas, ventanas, suelos, etc. es clave para que la energía no se escape y termine repercutiendo en la factura. Ventanas con doble acristalamiento o instalar suelos de madera son buenas soluciones teniendo en cuenta que, según el IDAE, «una rehabilitación térmica puede amortizarse en 5 o 7 años».
Si es posible también es importante revisar el sistema de calefacción y calcular si otros sistemas son más rentables para la economía doméstica. En este sentido, también es importante fijar una temperatura ambiente coherente, que estaría entre los 20-21 ºC. Y es que por cada grado en que se incrementa la temperatura, el consumo energético aumenta en un 7%.
Electrodomésticos
El pequeño electrodoméstico es un arma de doble filo. Mientras que los aparatos que realizan acciones mecánicas como batir o trocear, tienen potencias bajas; los que producen calor (plancha, tostadora, etc.) tienen potencias mayores y aumenta el consumo. Por ejemplo, la potencia de una plancha es de 1.500 vatios, mientras que la de una batidora ronda los 200 vatios.
Optimizar el uso de los pequeños electrodomésticos y hacerlo de manera eficiente es clave. Todo ello son pequeñas acciones que, además de controlar el gasto, también contribuyen a mejorar la calidad de vida.