Valientes en tiempos de crisis

La crisis económica no frena las ambiciones de muchos ciudadanos que arriesgan para emprender un proyecto. El ‘Diari’ ha recogido cuatro testimonios que invitan al optimismo

07 abril 2022 17:25 | Actualizado a 08 abril 2022 18:17
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Sin tiempo para recuperarnos de la crisis económica provocada por la pandemia de la Covid-19 -una emergencia sanitaria que ha golpeado con virulencia a muchos sectores productivos-, nos ha estallado una guerra a menos de 4.000 kilómetros que está teniendo unos efectos directos en nuestra economía, tanto a nivel ‘macro’ como en nuestros bolsillos. El panorama no es nada alentador. Con los precios de la energía y de los combustibles por las nubes todo se ha encarecido hasta límites hasta hace poco impensables.

El Índice de Precios de Consumo (IPC) se incrementó un 3% en marzo frente al mes anterior y situó la tasa interanual en el 9,8%, su nivel más alto desde mayo de 1985. Una brutal escalada que se debe al encarecimiento de todos los componentes de la cesta de la compra, impulsados por los efectos de la guerra en Ucrania. 

Por si fuera poco, el tirón de la economía tras empezar a dejar atrás los peores meses de la pandemia se ha estancado. Al menos así se deduce de las recientes previsiones del Banco de España, que ha certificado que la recuperación de la economía española continuará los próximos tres años, pero a un ritmo menor de lo esperado por culpa del alza de los precios energéticos, la guerra de Ucrania y las incertidumbres asociadas.

En medio de este ambiente enrarecido, y hasta cierto punto de pesimismo generalizado, podemos encontrar el contrapunto de ciudadanos valientes que apuestan por poner en marcha proyectos emprendedores. Son conscientes de que el contexto económico no es el mejor, pero eso no supone ningún freno a unas aspiraciones impulsadas por un optimismo digno de admirar. El Diari ha recogido cuatro testimonios de ciudadanos y ciudadanas valientes, como ejemplo de tenacidad, coraje y atrevimiento.

«Los momentos buenos te los tienes que crear tú. Hay que ser optimista»

El ejemplo de Adrià Sánchez y su familia es un caso muy ilustrativo de valentía emprendedora en tiempos de crisis. Esta misma semana han abierto una pescadería en la calle Mare Molas de Reus, un negocio que en su día regentó su abuela y que Adrià ha recuperado con la intención de sumarse al entramado de tiendas de proximidad que están consolidadas desde hace tiempo en este barrio de la capital del Baix Camp.

La pescadería ha abierto esta semana, pero hacía tiempo que Adrià y su padre maquinaban la posibilidad de volver a darle vida al negocio. «Tenemos dos pescaderías más en Reus y muchos clientes, que son del barrio Mare Molas, nos preguntaban si reabriríamos algún día ésta, que en su día llevó mi abuela», explica Adrià, un joven que, aunque ha acabado los estudios de Marketing y Publicidad, ha empezado a ejercer de pescadero, «un oficio que he mamado desde pequeño».

Pasada la pandemia, su padre y él empezaron a plantearse en serio la posibilidad de reabrir la pescadería de la calle Mare Molas. El momento, con los efectos de la pandemia todavía presentes e inmersos en una crisis económica de alcance, tal vez no era el mejor. Adrià no habla de miedo. Prefiere hacerlo de «nervios en el momento de poner en marcha el negocio. Había piezas de las máquinas que no llegaban porque venían de China y era cuando había problemas de suministro. Queríamos abrir en febrero pero el congelador no llegaba».

Pero esta familia de pescaderos no se arrugó y tiró hacia adelante. «Siempre hay que ser optimista. La clave, sobre todo al poner en marcha un negocio, es ver siempre la parte positiva de las cosas. Es la única manera de tirar adelante a pesar de los inconvenientes lógicos que van surgiendo», explica este joven, quien remarca un lema que tiene marcado a fuego y que siempre ha tenido muy claro: «Los momentos buenos te los tienes que crear tú», asegura convencido Adrià Sánchez.
El aumento de los precios se está notando de forma notable, «sobre todo en el pescado que viene de fuera, como salmón, la sepia, etc.», comenta Adrià, quien añade que «el pescado de la zona ha mantenido los precios. Con la huelga de transportistas no llegaba nada de Galicia, pero tenemos la suerte de tener el Delta de l’Ebre donde, por ejemplo, se cogen unos mejillones buenísimos».

«Hay que lanzarse y arriesgar. Es mejor que no intentarlo»

Jordi Bondia, Fran Aldama y Jesús Navas son tres emprendedores que decidieron hacer de su pasión por el baloncesto un proyecto pionero y crear una oferta lúdica y deportiva inexistente en la ciudad de Tarragona. Así surgió AYR(siglas de Are You Ready) Tarragona, una iniciativa inaugurada el pasado domingo y que se  concreta en una nave del polígono Francolí ubicada frente al karting convertida en una vistosa cancha de baloncesto dominada por los colores rojo y negro, con dimensiones oficiales y canastas a los lados para permitir la práctica del 3x3. Y con un pequeño bar para hacer más amenas las esperas, entre otros espacios. 

La idea, comentan los emprendedores, es que cualquiera, desde escuelas a clubes deportivos o grupos de amigos, puedan ir allí a jugar o entrenar, celebrar un cumpleaños, divertirse... para lo que encontrarán los más modernos y novedosos elementos, como una máquina de tiro, por ejemplo, un material de trainning del que normalmente no disponen los clubes de la ciudad. 

«La iniciativa surge de una necesidad –cuenta Jordi Bondia–, pues tanto Fran como yo, excoordinador y coordinador de basquet en el colegio El Carme, sufríamos por la falta de instalaciones, hasta tal punto que teníamos que aplazar partidos el fin de semana porque no había disponibilidad en los pabellones municipales. Vimos que en Tarragona hay una necesidad brutal de canchas para practicar deporte. Y nos lanzamos a cubrir esa necesidad».

AYR Tarragona pretende convertirse en una herramienta útil para todos los amantes del baloncesto, así como para colegios y asociaciones deportivas. Su primera actividad arrancará este mismo lunes y se extenderá hasta el jueves, con un campus dirigido a niños y niñas desde tercero de Primaria (categoría preminis) hasta segundo de Bachillerato (junior). Y, a tenor de la respuesta que están teniendo, el éxito parece asegurado, toda vez que ya hay más de 50 inscritos –los interesados pueden informarse a través de la página web ayrtarragona.com–. Pero ya piensan en más actividades:«De cara al verano queremos preparar una sección y un torneo de basket 3x3, además de entrenamientos dirigidos, con conceptos propios de las universidades de Estados Unidos y con producto propio, entre otras acciones.

Cuando se les pregunta si no les asusta comenzar un proyecto en tiempos de crisis, cuando la situación aconseja prudencia, responden que «vimos que había una necesidad, tuvimos la oportunidad y nos lanzamos, porque creemos en sus posibilidades. Si uno espera el momento oportuno y más adecuado para emprender algo es muy posible que nunca llegue, porque siempre habrá algo que te haga pensar que es mejor esperar un poco más. Hay que ser valientes y arriesgarse. Es mejor que arrepentirse por ni siquiera haberlo intentado». Estos emprendedores tienen plena confianza. Les avala el hecho de que su trabajo es también su pasión.

«Si abres en el peor momento las cosas sólo te pueden ir a mejor»

Que los sueños están para cumplirlos -o al menos intentarlo- es algo que Anna y Nadia tienen muy claro. A este matrimonio de Riudoms, a pesar de tener un trabajo estable en la sanidad pública, hace tiempo que le rondaba por la cabeza la idea de «tirar adelante un proyecto juntas. Era nuestro gran sueño», explica Anna al Diari.

Independientemente del momento en el que nos encontrábamos -en plena pandemia de la covid- esta pareja empezó a moverse para encontrar ese proyecto que tanto les ilusionaba. Buscaron algo relacionado con el mundo de la hostelería y por eso se interesaron en adquirir la licencia de una crepería de Riudoms. «En un principio, el dueño nos dijo que no, pero al final acabó cerrando y en septiembre del año pasado nos la acabó traspasando», recuerda Anna.

A partir de aquí, las nuevas propietarias del negocio empezaron a darle vueltas a la cabeza para darle un nuevo aire al establecimiento. Tanto a Anna como a Nadia les encanta cocinar, por lo que finalmente apostaron por poner en marcha un restaurante de «tapas caseras. Hicimos un proyecto nuevo, apostando por utilizar productos de proximidad, de muy alta calidad y con precios asequibles», explica Anna. Dicho y hecho. El restaurante L’Om echaba a andar el pasado mes de febrero, sin pensar que pocas semanas después estallaría la guerra de Ucrania, dejando una onda expansiva en forma de crisis económica. «Decidimos abrir en febrero para dejar pasar el invierno, que en el mundo de la hostelería suele ser duro. Lo que no nos imaginábamos era que iba a estallar una guerra».

A pesar del negro panorama económico que nos envuelve, Anna y Nadia son muy optimistas. «Nuestro lema es que si abres en el peor momento, las cosas sólo te pueden ir a mejor. Éramos conscientes de que poníamos en marcha el negocio en una mala época, pero teníamos muchas ganas y decidimos arriesgarnos. También es cierto que tenemos el colchón de nuestros respectivos trabajos».

Los precios se han disparado en las últimas semanas hasta cifras impensables hace poco. Anna y Nadia lo están notando: «Hemos ajustado los precios todo lo que hemos podido, pero hay productos, como el aceite o el pollo, que han doblado el precio o han subido hasta un 20%». A pesar de todo, esta pareja es optimista y tiene muy claro que «probaremos a ver cómo va, aunque esperamos que irá bien. ¿Que no funciona? Pues cerramos y habremos vivido una experiencia».

«Con ganas y un buen proyecto todo es más fácil»

Daniela y Albert conforman otra pareja de valientes que han decidido dar vida a un proyecto emprendedor en plena crisis económica. Para ser más exacto, ellos pusieron en marcha el negocio en septiembre del año pasado, cuando la pandemia de la covid todavía nos azotaba, el sector de la hostelería aún sufría las restricciones y la sexta ola estaba por llegar.

Daniela trabajó durante unos años en un bar de Reus especializado en ‘brunch’, palabra anglosajona que también es conocida como desayuno tardío o almuerzo, una combinación de almuerzo y desayuno. Pero su gran sueño era «tener su propio negocio. Me lo propuso medio en broma el verano pasado y le dije de intentarlo», explica Albert, su pareja.

A partir de aquí empezó el trabajo de poner en marcha el proyecto. «Entre un dinero que tenía ahorrado, un préstamo del banco y la ayuda de la familia para encontrar un local, nos tiramos a la piscina», recuerda. Así fue como, el 20 de septiembre de 2021, nacía en Tarragona ‘El Jardín del Brunch’. Albert reconoce que «al principio tuvimos un poco de miedo porque, aunque con el préstamo cubríamos todo, siempre temes no poder pagar las facturas del primer mes. Además, teníamos la duda de si volverían a cerrar la hostelería por la pandemia. Pero había que intentarlo. Somos más partidarios de hacer algo y si después falla pues mala suerte, que de estar arrepintiéndote después de no haberlo probado».

Los inicios fueron duros y tuvieron que echar muchas horas en la reforma del local. Además, una vez abiertos, «no nos conocía nadie. Pero, poco a poco, hemos ido hacia adelante hasta ahora, que nos va bien. De hecho, hace un mes ampliamos el local y también la cocina», explica Albert, para quien una de las claves es la decisión. «Nosotros lo estábamos, así que con ganas y un buen proyecto es más fácil. También hay que arriesgar un poco, pero siempre con educación financiera. Las ganas son importantes, pero también hay que hacer un buen estudio de mercado. Si se hace bien, recomiendo la experiencia a todo el mundo», apunta.

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