Ayer por la mañana el viento, por fin, dio una tregua y permitio que el Parc del Francolí acogiera la primera Cursa Adaptada i Inclusiva de Tarragona. La iniciativa contó con 180 participantes (el máximo que se había planteado la organización) entre personas con discapacidad y algunos acompañantes.
La carrera, no competitiva, arrancó con las pruebas «sin estímulos», especialmente pensadas para que las personas con trastornos del espectro autista se sintieran cómodas. Nada de aglomeraciones o música a todo volumen; aquí incluso para anunciar la salida se prescindió del pistoletazo y se hizo a viva voz. No había tiempo máximo para completar el recorrido. Luego habría también carreras en andador y diferentes tipos de silla de ruedas. María José, una joven en silla motorizada que había venido expresamente de La Pobla con un grupo de amigos que habían preparado carteles de ánimo para la ocasión, se declaraba feliz. Lo mismo decía Isabel Gorostiaga, una madre que aseguraba que es «emocionate vencer la invisibilidad», a la par que hacía votos por que los eventos deportivos sean inclusivos.
Una idea que se hace grande
Pero el éxito de la carrera ya había comenzado mucho antes. La idea partió de tres madres de la escuela Dominiques que tienen hijos con diversidad funcional que habían visto iniciativas similares en otras ciudades y que terminaron contactando con otra madre de la escuela Estela. A partir de allí todo fue crecer. Contactaron con Elena Rodríguez Soriano, jefa de comunicación de la Fundació Onada, que se ha encargado de la coordinación de la carrera.
Todo el trabajo de organización se lo han repartido entre diferentes entidades sociales y educativas del sector de la discapacidad de la ciudad, como la Fundació Onada, la Fundació Estela, el AMPA del Col·legi de les Dominiques de Tarragona, las asociaciones Astafanies y Todos en Azul, la esucela SOLC y el Centre d’Educació Especial San Rafael. Contaron, además, con el apoyo decididdo del Ayuntamiento de Tarragona el Consell Esportiu del Tarragonès y la Federació Catalana d’Atletisme.
El evento contó con la participación del alcalde, las concejalas de deportes y capacidades diversas y representantes de partidos políticos. El evento, además de convertirse en una celebración a la inclusión, se convirtió, casi sin proponérselo, en un llamado a la reflexión: había una intérprete de lengua de signos para quien la necesitara, carteles con pictogramas a la entrada de cada uno de los espacios, lavabos adaptados, un espacio de calma... En resumen, un ejemplo de la accesibilidad que no siempre está presente en la ciudad.