Se le conoce en castellano como murciélago rabudo y en catalán como ratpenat cua llarga (Tadarida teniotis). Tiene casi medio metro de envergadura, aprovecha las fisuras en la piedra de edificaciones antiguas para refugiarse, es capaz de recorrer 100 kilómetros en una noche, puede alcanzar los 60 kilómetros por hora... Pero de todos estos datos tal vez el que resulte más sorprendente es saber que este pequeño prodigio de la naturaleza es una de las especies que viven en la ciudad de Tarragona.
Y entonces, ¿por qué lo más probable es que jamás lo haya visto?. Carles Flaquer, biólogo experto en estos mamíferos, explica que por suerte (para los murciélagos) viven en un «mundo paralelo» al nuestro. Su actividad pasa por la noche, cuando nadie los ve, y emiten ultrasonidos que somos incapaces de oír. «Son los gritos que no escuchamos», dice.
Explica el experto que ya estaban en la tierra en la época de los dinosaurios. Son capaces de vivir hasta 45 años y se reproducen poco, «tienen una sola cría al año, la amamantan y la cuidan mucho».
Pero seguramente lo que más debería interesar a los humanos es que son ‘bioindicadores’ muy certeros; es decir, su presencia puede predecir, por ejemplo, si un bosque o un río se encuentran en peligro o gozan de buena salud. «Cuando los murciélagos tienen problemas, detrás solemos ir los humanos», señala.
Expertos de todo el mundo
Estos son algunos de los temas que se tratarán la semana que viene, del 2 al 6 de septiembre, en el 16th European Bat Research Symposium (Simposio Europeo de Investigación sobre Murciélagos), que tendrá lugar en el Palau de Congressos de Tarragona. El encuentro, que se celebra cada tres años, reunirá en la ciudad a más de 400 investigadores de 45 países.
Durante el congreso, que contará con 172 conferencias y 100 pósters, se discutirán temas como las medidas para afrontar la mortalidad de murciélagos en parques eólicos, las políticas de mejora de sus poblaciones en zonas agrícolas con el fin de incrementar su presión sobre insectos y plagas, la gestión de sus hábitats frente al cambio climático o la protección y gestión de las cuevas naturales y minas donde se refugian para criar.
El congreso está organizado por el grupo de Investigación de Biodiversidad y Bioindicadores, BiBio, del Museu de Ciències Naturals de Granollers y se lleva a cabo gracias al apoyo de hasta 25 instituciones y empresas, encabezadas por la Generalitat de Catalunya.
Ciencia ciudadana
Justamente, la elección de Catalunya como sede del congreso tiene que ver con la trayectoria de investigación del grupo BiBio durante más de 30 años, pero en particular con la labor de seguimiento que hacen en colaboración con centenares de voluntarios y miles de localizaciones de muestreo. Gracias a una estructura muy compleja, han podido documentar la presencia habitual en Catalunya de una treintena de especies (en el mundo hay más de 1.400).
Flaquer explica que, debido a sus características, los murciélagos son difíciles de estudiar y no se pueden capturar con redes como se hace con los pájaros, por ejemplo. Por ello tienen cuatro protocolos científicos bien acotados. En uno de ellos, por ejemplo, los participantes colocan una caja de murciélago en su casa o en un lugar cercano, e instalan una minicámara en forma de caña de pescar.
En otro programa, los voluntarios emplean una grabadora especial para registrar sonidos durante toda una noche y envían la información recopilada al Barcelona Supercomputing Center, que procesa la información. Con ello se ayuda a identificar las especies por los sonidos de emiten. Realizan, además, seguimiento en cuevas y ríos.
Parte de toda esta información se puede ver en la web del proyecto, ratpenats.org donde hay un mapa de los avistamientos en cada zona. En el caso de la ciudad de Tarragona figuran siete especies pero, como explica Flaquer, podrían ser más debido a las grandes distancias que pueden recorrer algunos de estos animales.