Ahora que Gladiator 2 ha vuelto a llevar a la gran pantalla el papel de estos luchadores en la época romana, es bueno recordar que algunos de los mitos que nos han llegado nada tienen que ver con la realidad de hace más de 2.000 años. Ni la vida o muerte se decidía con el pulgar, ni era un mundo estrictamente masculino. Sin embargo, quien quiera conocer un poco más sobre la gladiatoria tiene la oportunidad de hacerlo cada quince días en el Amfiteatre de Tarragona, un marco inigualable en el que entrena la primera escuela de gladiadores de la ciudad.
Gesta Gladiatoria surgió en 2017, como grupo de recreación histórica gracias al festival Tarraco Viva. En sus primeras ediciones, los gladiadores que participaban en el evento venían de Bélgica o Italia, por lo que un colectivo de amantes del mundo romano, la historia y la arqueología de la ciudad vio «la necesidad de formar un grupo». Así lo explica Clemente Manero, quien asegura que entre los más de cuarenta miembros de Gesta Gladiatoria en la actualidad hay gente de toda Catalunya, e incluso las Illes Balears y el resto de España.
Poco a poco el grupo empezó a recibir invitaciones de festivales, museos y ayuntamientos que le contrataban para hacer actividades de divulgación. Una demanda que hizo que surgiera la iniciativa de crear una escuela para que estos gladiadores pudieran entrenar y mantenerse en forma físicamente, además de adiestrar y enseñar a gente nueva que pudiera interesarse.
«Los gladiadores se pasaban el día entrenando en la ludus, por lo que hacemos es animar a la gente a mantenerse en forma porque con el casco te falta el aire. Físicamente tienes que estar preparado», explica Clemente Manero.
Cuando hace tres años se formó la escuela, esta empezó entrenando en la calle. «Quedábamos una vez a la semana, en el Antic Escorxador o el Moll de Costa hasta que el Ayuntamiento nos cedió el uso del Amfiteatre hace tres años», explica el responsable de la escuela. Desde entonces se reúnen cada quince días en un espacio que no olvida la esencia de las antiguas luchas que se vivieron en la ciudad.
El fútbol de los romanos
El entreno empieza a las once de la mañana y a medida que van saliendo los protagonistas a la arena, los visitantes van acercándose para ir conociendo la historia y el contexto de una práctica que despertaba pasiones similares a las del fútbol en nuestros días. «Eran amados y deseados por la sociedad entera, independientemente de si eran ricos o pobres», afirma Manero.
A pesar de que los gladiadores ocupaban uno de los estatus más bajos de la sociedad y que socialmente eran «menospreciados» y considerados como unos «infames», a medida que «la lucha podía convertirse en un negocio, los lanistas empezaron a cuidarlos hasta el punto que eran de los únicos ciudadanos que podían comer hasta tres veces al día», explica este apasionado de la historia antigua.
Manero manifiesta que las escuelas de gladiadores, conocidas como ludus, tenían un papel similar a «centros de entrenamiento de deportistas de alto nivel». Ahora él dirige una de estas escuelas y, aunque aquí nadie se juega la vida y el objetivo es pasarlo bien, los participantes pueden sentir las viejas sensaciones de unos luchadores que «buscaban la fama, riqueza y gloria a partes iguales».
Esclavos, prisioneros de guerra y condenados salían a la arena para ofrecer un espectáculo que despertaba pasiones. Las luchas de gladiadores contribuían al pan y circo ‘alimentadas’ desde las elites para ganarse al pueblo y, aunque atrás han quedado aquellos años en los que el gran Amfiteatre de Tarraco podía reunir a cerca de 15.000 personas, la expectación que despiertan estos luchadores entre los visitantes del monumento hacen que por unos momentos puedan revivir unas sensaciones que cada quince días les empujan a bajar a la arena.