Tarragona: el fotógrafo ‘misterioso’

Isidre Valentines fue un polifacético profesor y artista. Pese a su calidad profesional es un personaje muy desconocido

19 marzo 2022 19:40 | Actualizado a 20 marzo 2022 11:56
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Profesor. Dibujante. Fotógrafo. Cartelista. Pintor. Conocedor de las vanguardias. Estampador. Diseñador. Arqueólogo. Tipógrafo. Topógrafo. Investigador. Isidre Valentines, un polifacético artista nacido en Tarragona en 1900, fue, en palabras de Regma Calderón, licenciada en Bellas Artes y autora de una tesis doctoral sobre Valentines, un «hombre del Renacimiento, el Da Vinci de Tarragona». Y, sin embargo, es una figura desconocida. Incluso misteriosa.

Regma lo descubrió casi por casualidad. Ejercía de profesora de Diseño Gráfico e Historia del Vestido en el Institut Mediterrani de la Moda. Una compañera, María Jesús Royo, era la esposa de Santiago Valentines, sobrino de Isidre. Un día que fue a casa de María Jesús y Santiago vio unos cuadros. Eran de Isidre. Se interesó por ellos y el matrimonio le explicó que había más obras en el piso de la Rambla Nova de Tarragona donde residía Isidre.

Isidre vivía encima del Bar la Joya. Durante años fue uno de los locales emblemáticos de TGN. Ya desaparecido, forma parte de los comercios difuntos a los que el ‘Diari’ le dedicó una crónica pelacanyes el 13 de marzo.

Regma descubrió un verdadero tesoro en el piso de Valentines: decenas de carpetas perfectamente clasificadas con la obra de Isidre y numerosos estudios sobre insectos, flores, arqueología... Se le encendió la luz y decidió dedicar su tesis a esa obra.

«Valentines empleó toda su vida al estudio. Colaboró con Adolf Schulten (arqueólogo, historiador y filólogo alemán). El sarcófago de Hipólito lo descubrieron ellos. Vivió el periodo entreguerras, la efervescencia cultural de la República, el franquismo... Era también una persona muy sensible y un profesor muy adelantado a su tiempo. Se relacionó con el mundo cultural de su época, estaba en contacto con las vanguardias, pero nunca se metió en política», dice Regma.

Sigue la experta: «Isidre heredó de su madre la sensibilidad artística y de su padre, el espíritu de aventura. El padre, también de nombre Isidre, hizo fortuna en Cuba. A la vuelta, se instalaron en Tarragona. La herencia familiar permitió que Isidre se dedicara toda su vida al arte».

Isidre estudió entre 1913 y 1916 en el Ateneo Tarraconense para la Clase Obrera. Allí tuvo como profesor a un pionero del fotoperiodismo tarraconense, Hermenegild Vallvé. Posiblemente Vallvé le imbuyó el amor por la fotografía, pero no fue hasta 1925 cuando Valentines desplegó toda su habilidad. Compró una de las primeras cámaras Leica del mercado y la convirtió en una inseparable compañera.

Entre las imágenes que captó Valentines destacan las que expuso el Museu d’Art Modern de Tarragona entre el 7 de abril y el 4 de junio de 2000 y que ilustran esta crónica. Dedicó un amplio reportaje al Mas de les Figures, una especie de museo de esculturas que un alpargatero convertido en escultor, Josep Jordá, creó en su finca de Tarragona. El Mas de les Figures era desconocido para muchos tarraconenses. Una crónica pelacanyes publicada el 6 de marzo explica cómo nació. Y cómo desapareció.

En 1928, gana una plaza de profesor en el Instituto de Segunda Enseñanza de Manresa. Cuatro años después obtiene plaza en el Instituto de Tarragona, donde imparte clases hasta su fallecimiento en 1959. Durante su vida, Isidre participa en numerosas exposiciones. Diseña carteles para diversas entidades y celebraciones, como la Setmana Santa de Tarragona. Dibuja portadas de revistas. Se integra a fondo en la vida asociativa pelacanyes.

Dado su alto nivel artístico, ¿por qué fue tan desconocido? «Era una persona muy introvertida, enclaustrada. No le gustaba destacar en absoluto, aunque era muy activo. La situación política también influyó», responde Regma, cuya tesis se titula ‘Isidre Valentines, vida i obra d’un professor de dibuix. 1900-1959’.

Valentines tenía muy buen feeling con sus alumnos. Iba con ellos de excursión y los fotografiaba. Uno de esos alumnos fue Juan Ricomá. Tuvo a Valentines como profesor de Dibujo en el Instituto de Tarragona.

Ricomá recuerda que «era una buena persona y un buen profesor. Siempre iba impecable y elegantemente vestido. En aquellos tiempos considerábamos tres asignaturas como las tres Marías, (Dibujo, Religión y Gimnasia), que siempre se aprobaban sin dificultad alguna».

Ricomá explica que «el mérito del Sr. Valentines era que, siendo consciente de la poca importancia que, en general, dábamos a sus clases, siempre nos trataba con mucha paciencia y cariño, lo que le hacía ganarse nuestro respeto».

Según Ricomá, Valentines se empleaba a fondo en su tarea docente: «Cuando algún alumno, y siempre había mas de uno, demostraba un interés especial por aprender a dibujar bien, se volcaba plenamente para que aquel alumno aprendiera mucho, lo que significaba que por su parte jamás se desanimaba y se sentía identificado con su profesión de enseñante».

A Valentines también le tocó la tarea de ‘vigilante’ y supo dar confianza a sus ‘vigilados’ al tiempo que amenizar un viaje cultural. Ricomá: «Cuando hicimos el cuarto curso de Bachillerato y la Reválida, el instituto organizó un viaje para visitar el Monasterio de Piedra en Zaragoza. Nos acompañaron el Sr. Valentines y la Srta. Juncosa, que también daba clases de Lengua y Literatura. Viajamos juntos chicos y chicas, algo que en aquellos años nos pareció revolucionario, chicos y chicas juntos».

«Este viaje siempre lo recordamos con mucho cariño, ya que nuestro profesor de Dibujo fue un excelente guía. Nos contó muchas historias y anécdotas. Su actitud y la de la Srta. Juncosa fueron de absoluta confianza en nuestro comportamiento», rememora Ricomá. Concluye: «El Sr. Valentines era un buenazo, una persona honesta, con sus principios y su forma de vivir».

 

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