Que a los pescadores les reduzcan considerablemente los días de pesca de cara al año que viene, también tiene una afectación directa a otros colectivos. Sobre todo, para aquellos negocios que usan el pescado de proximidad como principal fuente de ingreso. Es el caso de las pescaderías del Mercat Central de Tarragona y de algunos restaurantes de la ciudad.
Los pescaderos son los intermediarios entre el pescador y el consumidor. Están preocupados por su futuro. Así nos lo cuenta Josep Maria Vilar, cuarta generación de pescaderos y propietario de Herminio. «Si no nos dejan vender pescado de Tarragona, de Km0, nuestros negocios no tendrán razón de ser. Ya podemos cerrar», dice Vilar, quien añade que «a nosotros no nos interesa el pescado de cultivo o de pisofactoría. En eso no podremos competir jamás con las grandes superficies. Nuestro rasgo de distinción es el pescado de calidad, fresco». Vilar asegura que la gente viene expresamente al mercado en busca de este género. «Para las pescaderías pequeñas, esta propuesta de Europa, representa la sentencia definitiva».
El 80% del género que ofrecen las pescaderías del Mercat Central de Tarragona es pescado fresco, de proximidad. El 20% restante viene de fuera. «Estamos preocupados porque, con estas medidas, habrá menos pescado y, por lo tanto, será más caro. Y si además, tenemos en cuenta que vendrá de fuera, todavía peor. No sabremos si habrá pasado controles y si será bueno para nuestra salud», dice una clienta.
Kiko Dalmau, de la Peixateria Rita, explica que «nos veremos obligados a desplazarnos por toda Catalunya en busca del puerto que no esté parado. Esto no hará nada más que encarecer el producto», dice Dalmau. Y es que, por norma general, los pescaderos compran el género en la Confraria de Pescadors de Tarragona. «Pero si los de aquí están de veda, nos desplazamos a otros puertos, como La Ràpita, o pedimos que nos lo traigan de la Costa Brava», explica Dalmau.
Rosa Belchi, de Peix i Marisc Rosa, se enerva hablando del tema. «Es muy injusto que les hagan esto. Con todo el esfuerzo que han hecho, y ahora les acaban rematando», dice Belchi, quien añade que «los mandatarios, lo único que quieren, es que comamos pescado de Sudáfrica y de piscifactorías».
Los restauradores, preocupados
Quienes también están viviendo con preocupación la situación del sector pesquero son los restauradores. En Cambrils, por ejemplo, la gastronomía va estrechamente ligada a sus raíces marineras. En las últimas décadas se ha construido todo un relato alrededor de la gastronomía y la pesca, que se ha convertido en uno de los reclamos turísticos de la Costa Daurada. Un valor que desde los restaurantes ahora ven peligrar. «La situación asusta. Está claro que no todo el pescado que consumimos es de Cambrils, pero podemos decir que viene de Tarragona, de La Ràpita o de Palamós. Ahora, ¿nos va a tocar traerlo del sudeste asiático? Eso va en contra de nuestra filosofía», expresa Xavier Martí, presidente de la Associació d’Empresaris d’Hostaleria de Cambrils.
El chef del Restaurante Macarrilla cree que las trabas a la pesca de arrastre «tendrán repercusiones para todos. Si hay menos pescado de aquí, subirán los precios y eso repercutirá en nosotros, pero también en el cliente. Eso lo aprovecharán las grandes pesqueras de Sudamérica o de Asia para subir los precios. Acabaremos pagando la gamba de la Patagonia al precio de la de aquí y la de aquí se volverá algo intocable». Martí, que es nieto de pescador, lamenta la situación que está atravesando el sector y reclama una solución «o nuestro negocio será inviable». «Estamos en un momento en que todo el mundo recupera el producto propio, de proximidad. Es un valor añadido tener aceite de nuestra cooperativa o pescado de la lonja y las pescaderías de Cambrils. Si perdemos eso, perdemos todo», lamenta Martí.
Los restaurantes de El Serrallo también están preocupados. Òscar Gurrea, propietario de Ca L’Eulàlia, lo tiene claro. «Si palman los pescadores, palmamos también nosotros, los restaurantes», dice Gurrea. Muestra de su apoyo al sector y de su preocupación, este restaurador fue uno de los que el pasado lunes viajó hasta Madrid para protestar al lado de los pescadores.
Gerard Pardo, del restaurante L’Àncora del Serrallo, o David Solé, del Barquet, también hablan sobre el tema. «Los clientes vienen aquí y preguntan qué pescado de Tarragona tenemos», explica Pardo, quien añade que «si disponemos de poco producto, éste se encarecerá y acabará repercutiendo al consumidor». Por su lado, Solé, del Barquet, asegura que «a nosotros, el futuro de la pesca nos preocupa porque no servimos otra cosa que pescado de proximidad».
A las puertas de la Navidad
En las Terres de l’Ebre la cocina de la restauración de municipios como la Ràpita, les Cases d’Alcanar, L’Ametlla de Mar o L’Ampolla está basada en los productos frescos del mar, como los langostinos, las galeras, el rape y un largo etcétera. El producto fresco de las lonjas atrae numerosos visitantes al territorio, y los municipios también celebran jornadas gastronómicas específicas para algunos de estos productos.
Entre algunas pescaderías del mercado de Tortosa hay cierta crispación e indignación ante unos precios que no dejan de subir, especialmente ahora que se acerca la Navidad, cosa que siempre ocurre por la alta demanda. «Yo estoy muy indignada», expone Cinta de la peixateria Cinta del mercado, con 43 años de historia. «Nosotras las pescaderías somos las más perjudicadas de todo esto. Si ellos no pescan, nosotros no tenemos pescado. Y a la gente les subirán los precios o no podrán comerlo». Cinta denuncia que hay una gran cantidad de venda fuera de las subastas, de la lonja, que les perjudica, y que hacen falta más controles. Su pescado proviene de las lonjas de L’Ametlla y de la Ràpita, siendo el rape uno de los más comprados y que esta semana también ha tenido un aumento de precio. «Yo llevo aquí toda la vida y te podría contar una de cosas... Hay todo un mercado negro en relación con el pescado que nos hace mucho daño», añade.