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Payeses en Tarragona: «Nunca había vivido una situación como la actual»

Afirman que las lluvias de las pasadas semanas han ayudado a aguantar algunos días, pero que si no hay una continuidad, pueden perderlo absolutamente todo

25 julio 2023 20:13 | Actualizado a 26 julio 2023 07:00
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Los municipios de la demarcación que se nutren del Consorci d’Aigües de Tarragona (CAT) continúan en fase de alerta por sequía, lo que implica, entre otras restricciones, una reducción del 25% del uso agrícola. Por otra parte, aquellos que beben de la unidad de explotación Prades-Llaberia y del Anoia-Gaià se encuentran en situación de excepcionalidad –la última antes de llegar a la emergencia, el peor nivel–, lo que implica una reducción del 40% del uso agrícola.

En esta línea, los pantanos del territorio que se encuentran en las cuencas internas –gestionadas por la Agència Catalana de l’Aigua (ACA)–, están bajo mínimos. Más vacíos que cuando comenzó el verano. Siurana, por su parte, registra el peor dato desde que se inauguró en 1973: está a un 6% de su capacidad. Cada día que pasa se vacía más, ya que empezó el año en un 7,8% y la temporada estival en un 6,8%. La línea es totalmente descendente, puesto que, el año pasado, a estas a alturas, estaba a un 18,50%, y se encontraba prácticamente lleno en 2020.

Riudecanyes está incluso peor: a un 5,6%. Su estado también viene estando en declive durante los últimos años: de un 88% en enero de 2019 a un 21,8% a principios de 2021 y un 12,9% durante los primeros días de este 2023.

Este paisaje hace peligrar las cosechas de este año y las del que viene. Después de que, finalmente, se descartara el riego de emergencia entre los payeses que dependen del pantano de Riudecanyes, el responsable del agua en el Baix Camp de Unió de Pagesos, Josep Z. Ferré, expresa que «la situación es crítica; en mayo, todo eran promesas para solventar el problema, y al final...». «Los payeses no regaremos y pueden pasar cosas muy graves, no sé cómo ciertos municipios de la comarca del Baix Camp y del Tarragonès podrán aguantar durante estos meses», añade. Partes de Reus, Riudoms, Almoster o la Selva del Camp, entre otras poblaciones, pueden ser las más perjudicadas.

Actualmente, hay zonas que están pudiendo sobreponerse a base del agua de los pozos y acuíferos. Para muchos, es la última bala. «No hay que olvidar que venimos meses soportando un gran estrés hídrico», recuerda Ferré. El corresponsable en materia de agua de Unió de Pagesos en el Tarragonès, Martí Macias, indica que «el año pasado, las fincas dependientes del agua de Riudecanyes ya regaron con un 40% del agua que sería normal; este año, los pozos más rasos ya están empezando a sufrir». «Las últimas lluvias aligeraron levemente el problema, pero ahora ya volvemos a lo mismo», añade.

Las perspectivas no son positivas, por el momento. Ni el respiro de las últimas precipitaciones ha sido suficiente. Parece que, si la situación no da un giro, serán las indemnizaciones las que deban sofocar las pérdidas de los payeses: «A mí me provoca pánico perder los árboles, perderlo absolutamente todo, por muchas promesas de ayudas que haya», apunta Ferré. «¿Y si hay elecciones al Parlament dentro de unos meses y cambia el Govern?», se pregunta.

Aunque algunos árboles consigan sobrevivir a esta temporada, la cosecha perderá calidad. El grano de la avellana aún es muy blando: «Es difícil pronosticar, pero si el tiempo es más o menos normal, no digo que los lugares que no tengan para regar pierdan el 100% de la cosecha, pero habrá unos perjuicios muy grandes», asume Macias.

Además, las consecuencias que afecten a esta campaña también van a repercutir en la del año que viene, lo que comportará unas pérdidas económicas sostenidas en el tiempo. La olivera es un árbol algo más resistente, pero los payeses aseguran que, si no llueve, sí que es más que probable que se pierda la cosecha de este año y la de 2024. «Es una situación que yo no había vivido nunca», confiesa Macias. De hecho, hay que remontarse al 1948 para encontrarse con la última vez que el agua de Riudecanyes no pudo utilizarse para regar.

Pese a que algunos árboles consigan sobrevivir, la cosecha perderá mucha calidad

Desde las Terres de l’Ebre, bajo el amparo de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), los payeses podrán regar, de momento, hasta mediados del mes de agosto. En palabras del responsable de sectores vegetales de Unió de Pagesos en el Ebre, Rafael Verdiell, «algunas variedades de arroz, como el bomba, cuyo ciclo es más corto, sufrirán menos».

No obstante, la variedad más habitual en el Delta, el J. Sendra, empieza a segarse a finales de septiembre o primeros de octubre: «Está por ver cómo sobrevive esta variedad si es que acaba siendo cierto que durante el mes de septiembre no hay agua para regar», reconoce Verdiell, quien espera que, en las próximas semanas, la situación pueda aliviarse.

Otro de los problemas que preocupa a los payeses ebrenses es la salinidad. Lo conveniente en los campos de arroz es que el agua vaya circulando a través un riego continuo, algo que, a día de hoy, no se está dando y, en consecuencia, está propiciando que la sal vaya acumulándose y que el arroz esté sufriendo. La cosecha de olivas en el Ebre, donde no ha habido casi precipitaciones, continúa en peligro. Ya se ha perdido de forma definitiva el 70%.

250 hectáreas quemadas

«Toquemos madera porque podría haber un desastre», advierte Macias. Las ramas secas que dejan los árboles son extremadamente peligrosas ante un posible incendio. Según datos de la Direcció General d’Ecosistemes Forestals i Gestió del Medi de la Generalitat, hasta el 9 de julio, se habían producido en las comarcas tarraconenses 93 fuegos que habían quemado 138 hectáreas forestales y 111 no forestales, una superficie total de 250 hectáreas. Durante la totalidad del año pasado, según Agents Rurals, la afectación de la demarcación fue de 128 incendios y 429 hectáreas afectadas.

Por comarcas, el Baix Penedès –pese a no ser la que más incendios ha sufrido, que es el Baix Ebre– es la más afectada: 132 hectáreas totales quemadas. Baix Ebre, Alt Camp y Baix Camp son las siguientes, con entre 25 y 40 hectáreas devoradas por las llamas.

El jefe del área regional del cuerpo de Agents Rurals en Tarragona, Cándido Rincón, destaca la excepcionalidad de la situación: «Actualmente, en toda Catalunya tenemos tres zonas que son especialmente delicadas: el norte del Tarragonès, Penedès y Garraf; el triángulo que forman Terra Alta, Ribera y Priorat, y el tercer foco está en el Empordà». En este sentido, la directora general d’Ecosistemes Forestals i Gestió del Medi, Anna Sanitjas, especifica que «son zonas en las que no ha llovido en la misma medida que el resto de Catalunya». «Los bosques están sufriendo, año tras año, un desequilibrio», añade.

Rincón insiste en la importancia de que el viento no actúe «porque la vegetación está muy desgastada». «La arbórea necesita mucha más agua de la que ha caído», añade. Para que, en primavera, pueda producirse el reset que el terreno reclama para regenerarse, deberían darse episodios de lluvias prolongadas y que calen. De esta manera, se recuperarían los acuíferos, ya que, en estos momentos, las capas freáticas están casi al límite: «Estamos tirando de las reservas que nos quedan en los últimos reductos», comenta Rincón. «Nunca se había visto un episodio de calor como este», añade.

Incremento de la prevención

Ante esta situación, tanto el cuerpo de Bombers como el de Agents Rurals ha aumentado su personal y sus equipos para hacer frente a los potenciales fuegos que estén por llegar. Rincón agradece el comportamiento de la ciudadanía: «Hay una conciencia de la gente, se están acabando las actividades irresponsables», celebra.

La campaña estival está siendo complicada para los agricultores de la demarcación. Para algunos, la más difícil de sus vidas. Ante la falta de soluciones que muchos ven, se encomiendan a la lluvia como única salvación posible.

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