Laura Sampietro comenzó a salir con el Ball de Pastorets Petit a los seis años y ahora es la Cap de Ball. Aunque el pasacalles está a punto de comenzar y la reclaman por todas partes, se le dibuja una sonrisa cuando mira lo que está a punto de pasar en la Rambla Nova. «Esto no es nada habitual», reconoce.
Sampietro se refiere a la Mostra de Folklore Viu que este año llega a su 40 edición. Se trata de una especie de fiesta dentro de la fiesta en la que la ciudad se convierte en anfitriona de grupos de otras latitudes con los que comparten características. Una especie de reunión de primos.
La peculiaridad de este año es que la celebración estaba centrada justamente en el Ball de Pastorets Petit a propósito de sus 25 años. Es por ello que el lema de este año es ‘La festa que creix’ (la fiesta que crece) y los invitados eran ocho bailes infantiles de Catalunya y Valencia.
Antes de salir la expectación es máxima. Celia y Jan, de 9 y 11 años, miembros del Ball de Pastorets, están súper orgullosos. Dicen que lo que más les gusta del baile es, justamente, salir por Santa Tecla, pero también ver a los amigos. Definitivamente la cantera viene fuerte. Sampietro explica que cada año tienen lista de espera porque el baile, por sus características, solo cuenta con un número limitado de participantes.
Además de los tarraconenses participaron el Ball de Primera de Valls, el Ball Parlat de Marcos Vicente de Reus, el Ball dels Muntanyesos del Vendrell, el Ball de Panderetes de Sant Pere de Ribes, la Dansa de les Vetes de Corpus Christi de Valencia, los Nans i Capgrossos de l’Arboç, los Gegants Infantils del Pi de Barcelona y los Cavallets, Gegants y Mulassa Petits de Sant Feliu de Pallerols.
En resumen, una enorme muchachada luciendo sus mejores trajes y haciendo su mejor esfuerzoo por toda la Rambla Nova y parte de la Part Alta.
Motivos para el asombro no faltaban se mirara donde se mirara. Llamaba la atención, por ejemplo, la corta edad (de 6 a 10 años) de los niños que llevaban a los nanos de l’Arboç. Y sorprendía más, si cabe, saber que las figuras que portaban son originales de 1943.
Imponentes estaban también los y las bailarines de Torremt (Valencia) con sus trajes inspirados en las indianas del siglo XVIII. Cada uno tiene un baile a medida que cuida como la auténtica joya que es. El suyo es un baile de cintas que tiene la peculiaridad de que no tiene palo. Sus responsables contaban que a Tarragona solo había venido una representación porque solo los bailarines pequeños son una cincuentena.
El aquelarre del Griu
Pero el papel de la ciudad como anfitriona del folklore no acababa aquí. Para celebrar sus diez años del Griu organizó, por segunda vez en su historia, la Mostra de Bestiari Singular de Foc de Catalunya. El primer encuentro de fuego se realizó hace cinco años cuando se creó el Griu Petit.
Un total de diez bestias de fuego se apostaron en la Plaça de la Font donde pudieron ser contempladas antes de ser encendidas. Participaban el Bitxo del Torrent Mitger de Terrassa, el Drac de Bellvei, la Espurna Drac de Calafell, el Llumenot de Perafort, la Dragonina de Constantí, la Galera de Cambrils, la Nicaseta del Catllar, la Quimera dels Pallaresos y el Gall Abraxas de Palau-Solità i Plegamans, además, como no, del Griu Tarraconense.
Sandra Lorenzo, miembro del Griu desde su fundación, hace 10 años reconocía estar emocionada. «Me parece increíble haber llegado hasta aquí y ver todas las collas que nos acompañan», explicaba.
Diez años después de su creación, la más joven de las bestias del Seguici Popular tarraconense ya tiene un espacio en la memoria colectiva y hay toda una generación de niños que la ha visto pasar por las calles cada Santa Tecla.
La variedad de bestias era imponente y las había de variadísimos estilos. Había algunas figuras clásicas como el Drac de Bellevei, un dragón de estilo barroco a cuyo lomo hay abrazado un angelito que simboliza la lucha entre el bien y el mal.
Y bestias tan nuevas como la Quimera dels Pallaresos, que todavía no ha cumplido los dos años. Su cap de colla Adela Sebastián, explicaba que «estamos muy orgullosos de ella».
No es para menos porque su factura es impecable. Se trata de un monstruo clásico de la mitología griega, formado por un león con una cabeza de cabra que le sale de la espalda y una serpiente que nace de su cola. En este caso, además, decidieron añadirle unas alas de murciélago.
También llamaba la atención Espurna, El Drac de Calafell. El dragon es cabalgado por un caballero del siglo XV llamado Guerau de Palou que fue señor del castell de Calafell.
Con el arranque puntual del pasacalles la Plaça de la Font estalló entre chispas que a más de uno cogieron desprevenido.
Pero para quienes quisieron ver a las bestias sin fuego y evitar el estruendo tuvieron la oportunidad de verlas desfilar apagadas por un tramo de la Rambla Vella. La ‘encesa’ final fue en la Rambla Nova, en torno a la Estàtua dels Despullats, que se convirtió en un auténtico aquelarre.