El mercante Altona, de bandera maltesa, llegó a Tarragona hace una semana procedente del puerto griego de El Pireo. Antes de atracar y descargar su mercancía, Capitanía Marítima ya tenía aviso del Memorando de París (un reglamento internacional que vela por la seguridad marítima y prevención de la contaminación) y a raíz de esta alerta, envió a sus inspectores para revisar la situación del buque, construido en 1984 y cuyo armador es de nacionalidad griega.
Durante la inspección, se detectaron diferentes deficiencias de seguridad, sobre todo en la zona de cubierta, y «una importante falta de mantenimiento», admite la capitán marítimo, Núria Obiols. Ello motivó un expediente sancionador y la detención del barco, que está atracado en la punta del muelle de Llevant a la espera de subsanar las deficiencias. La sanción es una fianza que se queda en el depósito del Ministerio de Hacienda y que sirve como garantía del cumplimiento de las correcciones impuestas por Capitanía Marítima.
Sin embargo, el problema del Altona no sólo estaba en el funcionamiento del mercante. Había más. Los inspectores detectaron que parte de la plantilla de marineros (la tripulación consta de 7 personas, capitán incluido, procedentes de Grecia y Rumanía) llevaba tiempo sin cobrar e incluso algunos tenían el contrato caducado. En esos casos, el armador está obligado a pagar el transporte al puerto donde se le contrató o a su país de origen.
Viendo la situación de precariedad laboral –que el capitán quiso minimizar durante la inspección–, «decidimos avisar a Stella Maris y a la Creu Roja para que echara un cable a la tripulación», admite Obiols.
De hecho, desde el viernes hasta ayer, algunos de los voluntarios de Stella Maris han ido en diferentes ocasiones hasta el mercante –atracado en el muelle de Llevant, en un lugar que no molesta al resto del tráfico portuario– y en algunas de ellas les han llevado comida. La situación no ha mejorado en estos siete días y se está estudiando pedir ayuda a Càritas si el buque sigue retenido y la tripulación sin cobrar lo que se le adeuda.
La situación no parece fácil de resolver y mientras esto no ocurra, estará detenido en el Port de Tarragona. La capitán marítimo admite que estas situaciones ocurren de vez en cuando y lo que ya no es tan habitual es que sean barcos con bandera europea.
Los últimos casos conocidos y que saltaron a la luz pública fueron el Istanbul, un barco turco que estuvo más de un año en Tarragona, o el Blue Ocean A, hace poco más de un año, con bandera de Palaos, un archipiélago situado en el océano Pacífico, en el que se destapó la situación de precariedad laboral tras un motín iniciado por una parte de la tripulación de origen sirio.
El peso de la bandera
Además de las deficiencias técnicas y laborales, el Altona debe renovar el certificado de la bandera. Los buques involucrados en el comercio internacional deben cumplir con las reglamentaciones internacionales en seguridad y protección al medio ambiente.
La implementación y aplicación de estas reglamentaciones están bajo la responsabilidad de cada Estado de Bandera (Flag State), el cual puede delegar todos o parte de sus poderes a las sociedades de clasificación como Bureau Veritas.
Y precisamente estas sociedades son las que deben renovar o revocar el uso de una bandera de un país si se incumplen los requisitos obligatorios. En este proceso se encuentra el barco atracado en el dique de Llevant.