Este año el día del Orgullo LGTBIQ+ ha servido a muchos para aprender una palabra nueva: pinkwashing. El término proviene de las palabras inglesas pink (rosa), y de whitewash, blanquear o encubrir. Es, en resumen, un ‘lavado de cara rosa’ que hace referencia a estrategias políticas y de marketing que tienen como objetivo promocionar instituciones, países, personas, productos o empresas para mostrarlas como simpatizantes del movimiento LGTBIQ+.
El término aparecía ayer en más de una de las pancartas que mostraban las personas que participaron en la manifestación del Orgullo. Este año la Plataforma 28J, principal promotora, quiso colocarle el apellido ‘combativo’, para diferenciarse de los actos que organizó por primera vez el Ayuntamiento de Tarragona hace unos días. Entre las consignas más cantadas estaban: «Pasa del ‘pride’, y únete al orgullo», o «Nuestro orgullo no se vende.
En la Plaça dels Carros, punto de partida de la manifestación, ese era el principal tema de conversación. Berta Mascaró, presidenta de H2O, consideraba que la celebración institucional y el orgullo podían coexistir porque «al fin y al cabo, que los ayuntamientos organicen actos es fruto de la lucha de la calle». Pero lo que no se puede perder de vista, aseguraba, es que se trata de reivindicación, no solo de fiesta. «No es lo mismo una carroza que una manifestación», ejemplificaba.
Titania Lennox, una de las Drag Queen que actuaría al final de la protesta, cree que la experiencia de este año debería servir para hacer las cosas de manera diferente de cara al que viene. Le parece, eso sí, que es una pena dividir esfuerzos. «Las Drag Queen somos muy críticas, y creemos que la manifestación comercial no puede fagocitar la reivindicación, pero también creemos que nosotras podemos estar en sus actos (los institucionales) y ellas en los nuestros... Y todas amigas».
Aunque con menos asistencia que en otros años (esta es la décimo segunda vez que la plataforma la organiza), la marcha, a la que se unieron unas 300 personas, partió desde la Plaça dels Carros, recorrió el centro de la ciudad y terminó en el Passeig de les Palmeres.
Igual que en las últimas ediciones, entre los participantes había muchos adolescentes que se acercaban por primera vez. Paula, una joven bisexual que acudía por primera vez, decía que una de las cosas que la había motivado a participar era sentir que no está sola. A su lado un amigo, arropado con una bandera arcoiris que prefería no dar su nombre, explicaba que estaba allí porque «todavía hay mucha homofobia y toca seguir luchando para cambiar puntos de vista».
Jay Uhlemann y Joan Manel Burillo, miembros de la plataforma que organizaba la manifestación, señalaban que, efectivamente, este día cada vez acuden personas más jóvenes. «Es algo similar a lo que estamos viendo en las manifestaciones del 8M y para nosotros es un orgullo... Sabemos que para muchas de estas personas no es fácil sentirse seguras en la calle siendo quienes son», apuntaban.
